Oscar:Tuve que hacerlo.Las dudas no me dejaban en paz.Desde que esa mujer llegó a mi vida nada parece tener ni pies ni cabeza.No me reconozco.¿Yo, el millonario playboy? ¿ Arrodillado?¿Amordazado, esposado e incluso azotado por una mujer?¡No puede ser!Ella me embrujó.No hay otra explicación, para lo ha estado haciéndome.Ella me drogó o algo.Eso es seguro.Además, siempre ese sentido ese filo peligroso que intenta ocultar la fachada de la empresaria.No séEs mejor prevenir que lamentar.Que la policía descubra si es una secuestradora o no. Ya bastante tengo con mi hijo.—Tiene una neumonía severa.- me anuncia el médico. – le pondremos antibióticos y veremos como evoluciona.Asiento.Sintiéndome el peor padre del mundo por haber llevado a mi pequeño a la casa de esa bruja.Chiara:Camino de aquí para allá, dentro de la pequeña celda en la estación de policías.El encierro no me molesta tanto, estuve encerrada durante grandes periodos de tiempo en mi vida.Durante mi embarazo
Chiara:—Bueno, creo que podemos afirmar sin ningún tipo de duda, que el cretino de Sanpier se puso él mismo la soga al cuello.Adrián se ríe, como un verdadero loco y me contempla.Yo comprimo los labios en una mueca.No me siento bien. Llevo dos días con un terrible dolor de garganta.Después de que me metí con el niño en la bandera, y Vi que no mejoraba, me sequé con rapidez y salí de mi apartamento pitando, en dirección al hospital.Un escalofrío me recorre.—¿ Qué hacemos ahora, jefa? – me increpa Adrián, notablemente emocionado.- la fusión está terminada. Todo está listo para que demos el golpe final.—Aun es demasiado pronto. - farfullo y Adrián me contempla con el ceño fruncido.—No te sientes bien, ¿verdad? Es evidente. Te has puesto pálida.Asiento.—No te preocupes. Un buen baño y una sopa casera te tendrán como nueva en menos de lo que canta un gallo.Adrián:Acabábamos de parquear el coche frente a su apartamento.Ni bien se había bajado ella. Caminaba por el pasillo en d
Oscar:Sé lo que tengo que hacer.Es lunes, y ha comenzado otra horrible semana en este castigo sin fin que parece ser mi vida.Según entiendo, mi hijo está creciendo con traumas.Al no conocer a su madre biológica y ser constantemente ignorado por la mujer que es mi esposa, ha buscado él mismo una figura materna.Chiara.A la italiana le bastó con sonreírle un par de veces y tener unas pocas acciones cariñosas con él para guardárselo en un bolsillo.Es por eso que he venido a esta hora a su oficina en Fierro Investments, tengo que pedir disculpas de todo corazón.Sé que la extraña relación sexual que teníamos es imposible de recuperar, pero al menos me gustaría que ella y Dominic se vieran con frecuencia.¿A quién quiero engañar? Mi hijo la adora, y yo…Entro a su oficina y me arrodillo, sin mirarla, solo mantengo la vista fija en el suelo. Soltándole el discurso que tenía planeado, antes de que me abandone el valor.—Sé que me equivoqué. No debí acusarte sin tener pruebas , debí esp
Chiara:Él me sonríe, y no sé si compararlo con un angelito o un pequeño demonio.—No puedes hacer eso, cariño.- Susurré.- ¿has pensado en tu papá?¿ Qué dirá cuándo se entere de que ya no lo quieres?Él hace un puchero, y le tiembla el labio inferior.—Por supuesto que quiero a mi papá, pero también quiero una mamá. Él no quiere dejar a la tía mala. No es mi culpa.Arrugo el entrecejo, el pequeñín es bastante obstinado.—Bueno, es tarde. – comento.- ¿Vamos a casa?—¡Si!- chilla él, loco de contento.Oscar:Cuando vi que me llamaba al celular, tuve la esperanza de que hubiera pensado mejor las cosas, y estuviera dispuesta a un trato más cordial entre nosotros.Sin embargo cuando me explicó que Dominic estaba con ella y por qué, no pude evitar sonreír.Al parecer, yo tenía razón. Mi hijo y yo estamos obsesionados con la misma mujer…cada uno por sus propios motivos.—¡Vete!¡ No te quiero aquí!- chilló Dominic al verme, y juro que me dolió el corazón.—No seas impertinente, Dominic. Esa n
Chiara:—¿De qué hablaban tu y Oscar?- interrogó a Adrián cuando regresa de la cocina.—Me preguntó cuándo volveremos a programar la reunión de accionistas. Parece que Daniel Montero y otros peces gordos se están poniendo nerviosos.—Ya. Por cierto. Necesito que cheques la demanda que nos interpuso Enrique Montero.- él hace una mueca de fastidio ante el nombre, y yo sonrío. – debemos estar prevenidos. No quiero problemas con ese sujeto.Al menos, no por ahora…—Lo checaré, pero desde ya te digo que sus quejas no tienen ningún fundamento legal. Su acusación no llegará a ninguna parte.—Es un alivio.Continuando repasando casos atrasados o pendientes, hasta que ya son las diez de la noche, y gracias a dios concluimos con el último.Me estiro, ufff.Estoy adolorida.—Bien, eso fue todo.- anuncio.—¿Qué le dirás a Sanpier sobre la reunión de inversores?—La verdad. Que hasta que no se inaugure el edificio nuevo, no se podrá realizar.Y cuando se inaugure el edificio de Ikarus Consortium,
Chiara:—Tendré que poner reglas. Ustedes no pueden estar entrando y saliendo de mi apartamento Constantemente.- protesté, entregándole cinco galletas al niño. Metiéndome dos yo en la boca, y ofreciéndole a Óscar, pero él negó.—Eso se arregla fácil. ¡Múdate con nosotros!- chilló Dominic.Yo lo miré con mala cara.—¿Leche?- ofrecí.—No, jiak. No me gusta.Ponderé los últimos acontecimientos un momento.Era cierto que era peligrosa mi amistad y cariño desmedidos por el pequeño. ¿Pero qué podía hacer?En el fondo, era humana.A pesar de que tenía una misión de venganza y de que mis objetivos estaban claros, Dominic llenaba una parte de mí que ni yo misma sabía que existía.Mi lado maternal.Sí.Sonreí con tristeza.El pequeño buscapleitos estaba aliviando el inmenso dolor que yo cargaba por haber perdido a mis hijos.Él termino de comerse sus galletas, se aferró a la manga de mi pijama y me miró, con los ojos enormes, cargados de cansancio.—Madrina, tengo sueño ¿me cuentas un cuento?O
Chiara:A la mañana siguiente, me desperté temprano, y liberé un gruñido de frustración al encontrar mi cocina completamente invadida.—¡Buenos días madrina!- chilló Domi al verme, y Oscar se giró para saludarme, con un movimiento de la espátula que sostenía en su mano.—¿Puedo saber qué hacen?- mascullé, molesta.—Papá está haciendo el desayuno.- anunció el niño, mirándome con precaución.Creo que notó mi mal humor.Respiré profundamente, y tomé mi asiento en la silla, cerca de la encimera.—Desde cuando eres un chef cinco estrellas, Oscar. Recuerdo que tú no sabías ni hervir agua.- protesté.Pero me mordí la lengua al instante.—¿Recuerdas?- me interrogó él, intrigado.Había sido una imprudencia de mi parte decir aquello.—Recuerdo…que alguien me lo contó...Ah, sí. Inga, tu niñera. Cuando le pregunté que por qué si Domi quería galletas caceras no se las hacías tú. Ella me respondió eso. Que no sabes ni poner agua a hervir.Él se encoge de hombros, regresando a las hamburguesas que e
Chiara: Regresé de almorzar con los japoneses, y Adrián volvió a mi oficina. —¿Qué tal te fue con los tacaños esos? —Muy bien. Le dije a Ichiro que hacemos las cosas a mi manera o que se meta su negocio por el culo. Abernathy eleva sus cejas. —Te gusta el peligro. —Vivir es un asunto peligroso.¿ Te encargarás de organizar la fiesta? —Vale. ¿Tienes alguna idea de dónde te gustaría celebrarla? —Sí...- tomé la lapicera y garabateo rápidamente una dirección. – aquí. Renta este lugar. Ellos se encargan de poner catering y servicio. Adrián miró la dirección y liberó un silbido. —¿Estás segura? Aquí es donde la gente de sociedad celebra sus bodas. El sitio ha de ser carísimo. —Podemos pagarlo. —Bueno, si lo llevas tan claro. Mejor me pongo manos a la obra. Él se va y yo sonrío. En unos días enviaremos la invitación. Me muero por ver la cara que pondrá Oscar cuando se celebre la fiesta. Oscar: —¿Está usted seguro de esto, doctor?- interrogo. —Sí. Los signos son evidentes. De