Amenazas:
Chiara:

Regresé de almorzar con los japoneses, y Adrián volvió a mi oficina.

—¿Qué tal te fue con los tacaños esos?

—Muy bien. Le dije a Ichiro que hacemos las cosas a mi manera o que se meta su negocio por el culo.

Abernathy eleva sus cejas.

—Te gusta el peligro.

—Vivir es un asunto peligroso.¿ Te encargarás de organizar la fiesta?

—Vale. ¿Tienes alguna idea de dónde te gustaría celebrarla?

—Sí...- tomé la lapicera y garabateo rápidamente una dirección. – aquí. Renta este lugar. Ellos se encargan de poner catering y servicio.

Adrián miró la dirección y liberó un silbido.

—¿Estás segura? Aquí es donde la gente de sociedad celebra sus bodas. El sitio ha de ser carísimo.

—Podemos pagarlo.

—Bueno, si lo llevas tan claro. Mejor me pongo manos a la obra.

Él se va y yo sonrío.

En unos días enviaremos la invitación.

Me muero por ver la cara que pondrá Oscar cuando se celebre la fiesta.

Oscar:

—¿Está usted seguro de esto, doctor?- interrogo.

—Sí. Los signos son evidentes. De
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