Rabia II:

Por suerte, el viejo había sido tan tonto como para atar sus manos de frente y aunque ella no contaba con un arma y sólo podía utilizar su cuerpo para agredir al sujeto ,la furia la acompañó, logrando golpearlo fuertemente.

Pero desgracia, se había dislocado el hombro por el terrible impacto, pero soportó el dolor, zafando las cuerdas que ataban sus pies y lanzándolas lejos. Entonces corrió, buscando donde el loco tenía escondido a Dominic.

Lo encontró, y como estaban en un almacén abandonado, encontró también unos trozos de espejo rotos, con los cuales liberó sus manos.

Chiara acababa de cortar la cuerda que ataban las manos del niño, cuando fueron sorprendidos nuevamente.

Esta vez, sin embargo, el médico corrupto no estaba solo.

Con él estaba otra persona, una mujer.

Quien sostenía un revolver apuntándoles.

—Monique, ¿qué haces tú aquí?

—Oh, he venido a presenciar tu muerte.- declaró ella.

—¿Por qué haces esto?- inquirió Chiara.

—¡Pues porque amo a Oscar, tonta! Y sé que si tú y es
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