Pequeño espía:

Chiara:

A la mañana siguiente, me desperté temprano, y liberé un gruñido de frustración al encontrar mi cocina completamente invadida.

—¡Buenos días madrina!- chilló Domi al verme, y Oscar se giró para saludarme, con un movimiento de la espátula que sostenía en su mano.

—¿Puedo saber qué hacen?- mascullé, molesta.

—Papá está haciendo el desayuno.- anunció el niño, mirándome con precaución.

Creo que notó mi mal humor.

Respiré profundamente, y tomé mi asiento en la silla, cerca de la encimera.

—Desde cuando eres un chef cinco estrellas, Oscar. Recuerdo que tú no sabías ni hervir agua.- protesté.

Pero me mordí la lengua al instante.

—¿Recuerdas?- me interrogó él, intrigado.

Había sido una imprudencia de mi parte decir aquello.

—Recuerdo…que alguien me lo contó...Ah, sí. Inga, tu niñera. Cuando le pregunté que por qué si Domi quería galletas caceras no se las hacías tú. Ella me respondió eso. Que no sabes ni poner agua a hervir.

Él se encoge de hombros, regresando a las hamburguesas que e
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