Chiara:—Tendré que poner reglas. Ustedes no pueden estar entrando y saliendo de mi apartamento Constantemente.- protesté, entregándole cinco galletas al niño. Metiéndome dos yo en la boca, y ofreciéndole a Óscar, pero él negó.—Eso se arregla fácil. ¡Múdate con nosotros!- chilló Dominic.Yo lo miré con mala cara.—¿Leche?- ofrecí.—No, jiak. No me gusta.Ponderé los últimos acontecimientos un momento.Era cierto que era peligrosa mi amistad y cariño desmedidos por el pequeño. ¿Pero qué podía hacer?En el fondo, era humana.A pesar de que tenía una misión de venganza y de que mis objetivos estaban claros, Dominic llenaba una parte de mí que ni yo misma sabía que existía.Mi lado maternal.Sí.Sonreí con tristeza.El pequeño buscapleitos estaba aliviando el inmenso dolor que yo cargaba por haber perdido a mis hijos.Él termino de comerse sus galletas, se aferró a la manga de mi pijama y me miró, con los ojos enormes, cargados de cansancio.—Madrina, tengo sueño ¿me cuentas un cuento?O
Chiara:A la mañana siguiente, me desperté temprano, y liberé un gruñido de frustración al encontrar mi cocina completamente invadida.—¡Buenos días madrina!- chilló Domi al verme, y Oscar se giró para saludarme, con un movimiento de la espátula que sostenía en su mano.—¿Puedo saber qué hacen?- mascullé, molesta.—Papá está haciendo el desayuno.- anunció el niño, mirándome con precaución.Creo que notó mi mal humor.Respiré profundamente, y tomé mi asiento en la silla, cerca de la encimera.—Desde cuando eres un chef cinco estrellas, Oscar. Recuerdo que tú no sabías ni hervir agua.- protesté.Pero me mordí la lengua al instante.—¿Recuerdas?- me interrogó él, intrigado.Había sido una imprudencia de mi parte decir aquello.—Recuerdo…que alguien me lo contó...Ah, sí. Inga, tu niñera. Cuando le pregunté que por qué si Domi quería galletas caceras no se las hacías tú. Ella me respondió eso. Que no sabes ni poner agua a hervir.Él se encoge de hombros, regresando a las hamburguesas que e
Chiara: Regresé de almorzar con los japoneses, y Adrián volvió a mi oficina. —¿Qué tal te fue con los tacaños esos? —Muy bien. Le dije a Ichiro que hacemos las cosas a mi manera o que se meta su negocio por el culo. Abernathy eleva sus cejas. —Te gusta el peligro. —Vivir es un asunto peligroso.¿ Te encargarás de organizar la fiesta? —Vale. ¿Tienes alguna idea de dónde te gustaría celebrarla? —Sí...- tomé la lapicera y garabateo rápidamente una dirección. – aquí. Renta este lugar. Ellos se encargan de poner catering y servicio. Adrián miró la dirección y liberó un silbido. —¿Estás segura? Aquí es donde la gente de sociedad celebra sus bodas. El sitio ha de ser carísimo. —Podemos pagarlo. —Bueno, si lo llevas tan claro. Mejor me pongo manos a la obra. Él se va y yo sonrío. En unos días enviaremos la invitación. Me muero por ver la cara que pondrá Oscar cuando se celebre la fiesta. Oscar: —¿Está usted seguro de esto, doctor?- interrogo. —Sí. Los signos son evidentes. De
Adrián:—Dominic es nuestro hijo. Mío y de Oscar, por supuesto.—Sí, claro. Y Santa Claus y el conejo de pascua son mis amigos.—¿Por qué estás siendo tan cínico y escéptico Adrián, qué sucede?—Muchas cosas y ninguna de ellas es buena. Por cierto, ¿dónde estás? Hace semanas que no te veo por ahí.—Estoy trabajando. Reanudé mi carrera de modelaje y estoy en un trabajo bastante bien pagado desde hace un mes.—Hmmm, eso lo explica todo. Y oye, ¿cuando regresas?—En unos días. ¿Por qué?—No, por nada en especial. Es solo que me gustaría invitarte a qué almorzaremos juntos.Chiara:—No, no puedo.—Pero madrina, trabajas demasiado. Por un día que no vayas a trabajar no pasará nada.—Oh, por supuesto que sí. Si no voy a trabajar, el mundo explotará en pedazos, la economía mundial colapsará…¡y los zombis se comerán a los niños! – parodio, haciéndole cosquillas y el se ríe y chilla feliz.—No le tengo miedo a los zombis.- farfulla Dominic, elevando sus mentón valientemente.- pero quiero ir de
Adrián:—Bueno, maja, debo admitir que tu contrato de trabajo te ha venido de maravillas.Intercambiaron saludos, y ella sonrió, ocupando su asiento a la mesa, justo frente a él.—Gracias. ¿Ya pediste?—No. Estaba esperándote.Monique toma la carta y lee con rapidez las ofertas del restaurante.—Cuéntame, hace dos días que regresaste. ¿Cómo te sientes?—Algo cansada. Oh, pero mi estancia en Italia fue maravillosa. No te imaginas la de gente importante de la industria de la moda que conocí.—Seguramente los deslumbraste a todos con tu carisma y belleza.Ella se sonroja, y me sonríe.—Adulador.—¿Qué van a ordenar los señores?—Oh, yo quiero una ensalada Cesar y vino blanco, por favor. Estoy a dieta.- explica.—Pechuga de pollo a la parrilla. Gracias.El mesero se retira y Monique me contempla con curiosidad.—Y bien, ¿de qué querías hablarme?—¿Va todo bien entre Oscar y tú?La veo comprimir sus labios, pero luego oculta su malestar con una enorme y falsa sonrisa.—Sí, todo es perfecto
Chiara:—¿Estará bien papá?- me interroga Dominic, y no sé qué responder.—No tengo ni la menor idea, mi niño.Él está preocupado, y yo también.Ya más de varias veces he notado que Monique es una mujer mentalmente inestable. Hace cinco años, ella aprovechaba cualquier oportunidad para agredirme o burlarse de mí.En aquel entonces, yo me mantenía callada y me limitaba a evitarla, porque a fin de cuentas ella era la prometida de Oscar, yo era solo su…pfff.Bueno, sí, yo era su querida.Pero ahora, sabiendo lo que sé, que el matrimonio de ellos es mentira, que siempre ha sido una farsa e incluso Inga me confirmó que no dormían juntos, y que según había investigado nunca lo hicieron, esa obsesión enfermiza de ella por él me preocupa tanto.—¿Si papá se pelea de la tía, tu serías mi nueva mami?Las palabras de Dominic me sacan de mis reflexiones.Si Oscar se divorcia de Monique…Niego, en mi fuero interno.No. Ya he avanzado demasiado en mi venganza como para echarme atrás ahora.—Domi, c
Chiara:Tamborileo con las uñas sobre la madera de mi mesa.Poco a poco, la fichas han ido cayendo en su lugar, yo solo comencé el juego, y los demás sin darse cuenta han ido llevando a cabo cada uno un papel importante.—Todo está listo, entonces.- anuncia Adrián.- la fiesta para los inversionistas será mañana en la noche.—Perfecto.—Señora, el Señor Oscar Sanpier la llama por la línea tres.- anuncia Rachel y yo descuelgo el teléfono fijo.—¿ Qué sucede?—¿ Estás bien?- pregunta él, el tono de su voz es nervioso.—Sí, lo estoy…¿Ustedes?—Estamos bien, pero esta mañana todo ha sido un caos. Los teléfonos no cesan de sonar, pidiéndome una conferencia de prensa y los accionistas están nerviosos.—Puedo imaginarme todo el desmadre.—Lamento mucho que te estés viendo envuelta en las mentiras e intrigas de Monique.“Y yo lamento mucho que de aquí en adelante tu vida se irá barranca abajo y frenos. “—Lo sé. Tranquilo, estoy acostumbrada. Por cierto, ¿tú y Daniel recibieron sus invitacion
Oscar:—¿Por qué a veces creo que te diviertes comportándote de manera escandalosa?—Yo no me comporto de manera escandalosa, soy escandalosa..- susurra ella, entrelazando sus dedos con mis cabellos y acariciando mi nuca mientras bailamos. Achino los ojos.—¿Qué te propones ahora Chiara?- la interrogo.Ella eleva un hombro desnudo.—¿Por qué crees que me propongo algo?—Pues porque estás demasiado…coqueta, si es esa la palabra adecuada.Ella se reclamé los labios con lentitud.—Hace demasiado tiempo que no tengo sexo con alguien. No te voy a mentir, Oscar. No solo vine a esta fiesta para socializar con los inversores y accionistas. Vine en busca de un hombre con quién terminar la noche.Chiara:Acabo de comenzar a martillar los últimos clavos sobre su ataúd.En cuando dije aquella estupidez, su mirada se tornó turbia, su respiración se puso entrecortada y justo contra mi cadera pude sentir la dura evidencia de atención.—¿Me lo estás proponiendo, o solo lo dices para causarme celos,