Cuando visualizaron la comitiva del emperador cruzando la frontera, los soldados enviaron un mensaje urgente para anunciar que Ashal ya se encontraba cerca. Tan pronto como llegó la notificación al palacio del duque, el mayordomo llegó ante Thomas para entregar la misiva.—Sir Zenitty, nos acaban de informar que el emperador Dunesque está en territorio del Norte —anunció con gravedad.Al escuchar esto, Thomas se levantó de su asiento y exclamó consternado.—¡No es posible! ¿El emperador está aquí ya?—Hace un momento —respondió el estoico mayordomo—, recibimos un mensaje urgente de la base que se encuentra en la frontera. Ellos constataron que el vehículo tenía las insignias del imperio y los escoltas mostraron el sello oficial.Thomas apretó los dientes de nerviosismo y comenzó a analizar la situación: «¿Ese malnacido nos jugó una mala pasada? ¡Se atrevió a mentirnos en la fecha de su llegada para que nos confiáramos! Esto arruina completamente nuestros planes».Como no podía perder m
En el palacio del ducado del Norte, tanto sirvientes como militares se habían colocado en sus posiciones, atentos a la llegada del emperador Dunesque. La instrucción que habían recibido era clara: ofrecer una “cálida” bienvenida al invitado distinguido.Desde su despacho, Adolf se encontraba junto a la ventana, mirando con recelo a que la comitiva de su sobrino cruzara la entrada de su propiedad. Mientras reflexionaba cada uno de los pasos de su plan, fue interrumpido por la voz de Thomas.—Ya está todo listo, señor —señaló seriamente.—Bien, ahora solo nos queda esperar a que aparezca nuestra presa —añadió fríamente.—Damien también está en su posición —añadió su mano derecha.—Excelente, estoy ansioso por ver la cara que pondrá Ashal cuando se reencuentre con su “hermano perdido” —recalcó Adolf con una sonrisa perversa.Thomas iba a mencionar algo más, cuando el duque volvió a hablar.—La presa acaba de entrar a nuestra guarida. ¡Que comience el juego!Al mismo tiempo, la comitiva de
Damien se encontraba en la habitación de junto, cuando oyó el alboroto que se registraba afuera. Intrigado, se acercó a la puerta para escuchar qué estaba pasando y, al descubrir que era Ashal quien había llegado, de inmediato se puso en posición para actuar en el momento en que Adolf Dunesque le había indicado.Como parte del plan, se metió a un cubículo, desde el cual podía escuchar la conversación que tenían ambos hombres. Cuando Ashal mencionó el asunto de la rebelión y del príncipe perdido, el ex militar pensó intrigado: «¿Cómo se enteró Ashal de que el padre de Azabach y el comandante Trinitus estaban confabulados para iniciar una rebelión? ¿Acaso descubrió que soy el hijo perdido del emperador Constantine? ¿O ya sospecha del duque y por eso vino aquí directamente?».Empero, sus pensamientos fueron interrumpidos cuando el emperador mencionó sobre la profecía sobre la marca del primogénito, así que se concentró en escuchar de qué trataba dicho oráculo.Al mismo tiempo, Adolf tambi
Tras la charla con su tío, Ashal decidió retirarse a su habitación para descansar. Mientras se encontraba observando el movimiento de los soldados por la ventana, reflexionaba sobre lo que hablaron justo después de pedirle que lo ayudara con Damien. —¿Cómo? ¿Damien Chevalier? ¿Por qué quieres su cabeza? —preguntó Adolf sumamente sorprendido con la extraña solicitud.Aunque Adolf había mostrado esa reacción, fue suficiente para confirmar sus teorías, así que se reclinó hacia adelante y continuó exponiendo con resentimiento. —Tío, no sé si estés enterado, pero ese hombre traicionó mi confianza atreviéndose a seducir a mi esposa. Y no solo eso, me enteré de que fue capaz de divulgar ante los traidores que él es mi hermano perdido. —En ese punto, su expresión se trastornó y exclamó ofendido—. ¿Puedes creerlo, tío? El hombre en quien tanto confié, se ha vuelto loco de la noche a la mañana y anda generando caos en el imperio. Y no solo eso, gracias a su descaro, los rebeldes han aprovechad
Tal como estaba pactado, Adeline comenzó sus clases que la ayudarían a ser admitida como la Madre del Imperio. Mientras avanzaba perezosamente hacia su encuentro con Mikhail Braun, intentó recordar si la novela que había leído en su otra vida aparecía algún personaje como él. «Ahora que lo pienso, ese nombre nunca lo vi en el libro. Aunque muchas cosas que están ocurriendo son completamente distintas a la trama original, no estoy segura de cómo lidiar con este “nuevo personaje”. Mi instinto me dice que no es alguien bueno, y por alguna razón siento escalofríos de encontrarme cerca de él», pensó con inquietud.Cuando estaba a punto de tomar la perilla de la puerta, fue detenida por el comandante Solep, quien dijo con voz firme.—Permita que entre primero para confirmar que todo esté en orden.Sorprendida por el ofrecimiento de ese caballero, Adeline respondió torpemente.—Bien, confío en ti.Inmediatamente, Marion abrió la puerta y, antes de entrar, Mikhail exclamó con autoridad.—¿Qui
—¡Buen día a todos! No sabía que estaban aquí.Saludó efusivamente Gérard, rompiendo drásticamente con el ambiente tenso que había en el jardín. Adeline, al ver que el asistente de su marido había llegado oportunamente, se levantó repentinamente para recibirlo.—¡Gérard! Me alegra verte —exclamó con un exagerado entusiasmo.Aunque estaba sorprendido por el efusivo recibimiento, Gérard notó que la expresión de la emperatriz era de incomodidad, por lo que al observar detenidamente, notó que la causa eran los dos hombres que estaban sentados frente a frente en la misma, proyectando un aura agresiva. «Mmm… Parece que vine en el momento indicado», pensó divertido.—Mi señora, ¿necesita algo? —preguntó servicialmenteSin darle oportunidad de reaccionar, Adeline corrió hacia él y lo tomó del brazo para arrastrarlo hasta la mesa.—Sé que estás ocupado —comenzó a decir con agitación—, pero sería bueno que te tomes un descanso. Mira, hasta el comandante Solep se animó a acompañarnos, ¿no es así
«¡Dios! ¿Qué es lo que acabo de ver? Por qué… por qué Mikhail aparece en mi visión… ¿Asesinándome?», pensó Adeline aterrada, al tiempo que soltaba inconscientemente la taza que tenía en la mano, la cual cayó estrepitosamente al piso.El estridente sonido tomó por sorpresa a sus acompañantes, a lo que Gérard se acercó apresuradamente para comprobar lo que estaba ocurriendo.—¡Señora! ¿Se encuentra bien? En tanto, Marion, se mantuvo en su lugar mirando fijamente a la emperatriz, para después dirigir su vista hasta los alrededores en busca de lo que la había impresionado.—¿Acaso vio algo que la asustó? —preguntó seriamente.Adeline, que intentaba mantener el aliento, respondió nerviosamente.—¿Eh? Yo… Yo… lo siento, creo que tuve un escalofrío.Extrañado con la respuesta de la emperatriz, Gérard preguntó ansioso.—¿Escalofrío? ¿Acaso siente frío? ¿Quiere que llame al doctor para que la revise? Como estaba tan nerviosa por la terrible visión, Adeline insistió en su versión.—¡Oh! ¡Sí! T
Mientras estaba inconsciente, Adeline comenzó a recordar su anterior vida como Mercy, una trabajólica que no tenía tiempo para su vida personal. «¿Desde cuándo perdí el interés en salir y conocer chicos? ¡Es más! ¿Cómo se llamaba el último tipo con el que tuve una relación? ¿Por qué siento que pasó mucho tiempo después de que tuve sexo con alguien?», meditó entre sueños, mientras veía escenas de su aburrido pasado siendo una empleada de una editorial.De lo único que se arrepentía era de haber dedicado mucho tiempo en hacer que su vida profesional despuntara, incluso dando regalando sus energías a una empresa que no valoraba demasiado su esfuerzo.«¿Cómo fue que morí? ¡Ah! Ya recuerdo, estaba escribiendo un artículo mientras leía un capítulo de mi novela favorita, cuando colapsé. En ese momento tenía tanto sueño, que apenas podía mantener los ojos abiertos para seguir leyendo. ¡Es más! Ni siquiera recuerdo de lo que trataba ese capítulo», pensó frustrada al ver su cuerpo derrumbado sob