Regla, ¿injusta?
Damien se estremeció cuando Adolf le propuso robarse a la emperatriz de Mont Risto, que por un instante se quedó sin argumentos para refutar. Aunque ya había discutido antes esa posibilidad con Azabach, en el fondo no estaba seguro de si era la forma correcta de proceder para hacerse del corazón de la frágil dama.

«¿Realmente quiero robarle el poder a Ashal para tener a Adeline? ¿Ella estará de acuerdo si hago algo así? Aunque admito que en el pasado actué impulsivamente para acercarme ella, siento que no tendré oportunidad si lo hago a la fuerza», pensó confundido.

Adolf, viendo que su interlocutor parecía aturdido, siguió metiendo cizaña.

—¿Qué pasa? ¿Por qué estás indeciso? Por lo que veo en tu mirada, tú realmente quieres estar con la hermosa emperatriz, así que no dudes y acepta mi propuesta.

—¿Por qué me dice eso? —cuestionó Damien bruscamente.

—¿Por qué te lo digo? ¿Acaso no sentiste algo por ella en un principio? Supe de buena fuente que tú fuiste el encargado de traerla d
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