Hoy era el cumpleaños de mi padre, así que me mandaron a comprarle un pastel, al menos había conseguido su favorito; uno de vainilla, ya la fiesta había iniciado, pero fue una fiesta demasiado improvisada, mi padre era el alto sacerdote de la iglesia de la ciudad por lo que todos querían estar cerca de él y de la nada todos comenzaron a aparecerse en la casa, no tuvimos más opción que comenzar a hacer bocadillos y comprar el pastel.
Empujé la puerta de vidrio con mi cadera para poder salir a la calle, mis manos sostenían la gran caja con un pastel de vainilla.
Solo esperaba que no se me cayera…
A lo lejos podía ver una moto acercase, me daba tiempo cruzar la calle, o eso creía, porque no vi él desnivel que dividía la calle de la acera, mis pies se enredaron en un torpe baile, la caja voló de mis manos y caí de rodillas en el piso como toda una estúpida.
-No… -murmuré, mi preciado pastel se había salido de la caja y se había esparcido en toda la calle. Me arrodillé intentando en vano devolverla a la caja, como si eso pudiera reconstruirla mágicamente, sin embargo solo terminé sucia de crema y con raspones en mis piernas, maldita sea.
Que desastre.
Lo peor era que no tenia mas dinero para comprar otro.
El sujeto que venía en la moto se estacionó a un lado de la carretera, bajándose en un ágil movimiento, tomé una profunda respiración, no podía aguantar mi vergüenza, pero más que eso, ¿qué le diría a mi madre?, ella me había dado el dinero justo para comprar el pastel, y decirle que lo había lanzado en medio de la calle… iba a matarme.
Bueno, no literalmente, pero definitivamente no le gustaría.
-¿Te caíste? —preguntó el chico de la moto.
Creo que mi mirada enojada demostró mis pensamientos.
-No -dije con sarcasmo-, solo quise sembrar un pastel en la carretera para ver si crece un árbol de pasteles.
No debía hablarle de esa forma, por la religión de mi familia, pero me valía, estaba enojada.
El sujeto me tendió una mano para ayudarme a levantar, pero luego la recogió al ver mis manos llenas de crema.
«Ya levántate Katiana, deja de ser tan patética».
Me levanté del suelo para dejar de ser tan patética, las personas que pasaban por ahí no disimulan la burla y la pena ajena en sus rostros, esto era humillante, hasta los sujetos de las otras tiendas salieron a ver qué había ocurrido.
-¿No has probado sembrar pasteles en la grama? —continuó el chico de la moto con algo de burla.
¿De verdad él creía que estaba para bromas?
Alcé la vista y el muchacho sonrió, pude ver una cicatriz que cruzaba su ceja, me quedé por un instante impactada observándolo… vaya, era bastante atractivo.
«Ya concéntrate Katiana».
Intenté agitar mis manos para quitar él exceso, pero la crema parecía estar adherida a mi piel.
-Debo comprar otro pastel -gruñí, ahora tenía que usar dinero de mis ahorros, un preciado dinero que guardaba celosamente para comprarme unos audífonos originales muy caros.
-¿Es tu cumpleaños? -preguntó el muchacho, me atreví a volver a mirarlo, sus ojos eran de un cautivante azul, y estaba segura que él sabía que podía intimidar a cualquiera con esa mirada, de hecho, estar cerca de él me hacía sentir incómoda, tal vez porque era muy alto y corpulento, su cuerpo era como tres veces el mío y eso era mucho decir porque yo no era exactamente delgada, aunque lo aparentaba por las fajas que me obligaba a usar mi madre.
-De mi padre -me limité a decir mientras daba media vuelta para regresar a la repostería, este día no podía ponerse peor.
Abrí la puerta con un empujón de mi cadera, pero no se abría, fue cuando me di cuenta que decía: «Hale», pero no podía halarla, mis manos estaban empapadas de crema pastelera.
—Déjame, yo lo hago —dijo el muchacho de la moto abriéndome la puerta.
Al parecer era caballeroso. Lo miré con una leve insinuación de cabeza en forma de agradecimiento, tampoco era como si quisiera cruzar tantas palabras con él, cuando hablaba con chicos lindos me volvía toda una torpeza y mi lengua se trababa.
-¿Vives muy lejos? —continuó el chico de la moto ¿acaso quería sacarme conversación?—, podría llevarte, para que no siembres más árboles en la carretera...
No.
De ninguna manera.
Solo hacia falta ver él tatuaje que tenia en su brazo para saber que primero mis padres me mandarían a un internado en Asia antes de poder subirme a la moto. Mis padres eran muy sobreprotectores, en especial porque mi padre era el alto sacerdote, tenía que ser un ejemplo para todos lo de la iglesia, ser “un ángel” o al menos eso decían mis padres, siempre debíamos ser la familia perfecta, el ejemplo de todos, por lo que mi vida era común escuchar: «Amor, no hagas…» o «Amor, tu no puedes…» porque siempre debía hacer lo correcto.
-Puedo ir a pie, no vivo lejos -respondí sintiéndome de mal humor.
Odiaba cuando las cosas se salían de mi control.
Me acerqué nuevamente a la vitrina, solo quedaba un pastel de chocolate que valía diez billetes más que el de vainilla, no podía ir a otra pastelería porque quedaban lejos y probablemente estaban cerradas; en esta ciudad todo cerraba temprano.
El cajero me miro con una pequeña sonrisa al ver mis manos sucias de crema, a lo mejor disfruto el show en vivo porque la tienda tenía solo vidrios transparentes. Tomé una servilleta de encima del exhibidor y me limpie las manos, exigiendole a la vendedora que me diera el ultimo pastel.
-¿Segura que quieres ir a pie? No pareces tener buena coordinación -se burló el chico de la moto. Puse todo mi autocontrol para no gritarle e ignorarlo, estaba demasiado molesta, no tenía por qué empeorarlo, aunque ya nada parecía poder empeorar.
Santísimo, dame fuerzas.
Busqué mi bolso, entonces recordé que salí de mi casa solo con el dinero en la mano para el pastel, ni siquiera traje mi celular para decirle a alguien que me ayudara.
¡Santísimo!, ¡dame fuerzas!
-Se me olvido mi billetera –dije con una pequeña sonrisa de disculpas al cajero-, ¿puede apartarme la torta? vengo en diez minutos.
El cajero alzó una ceja y negó con la cabeza, parecía burlarse de mí.
-No podemos apartar, ni guardar artículos -dijo el cajero señalando con su dedo el cartel que estaba pegado en la pared del fondo, tenía letras rojas y muchos signos de exclamación enmarcando lo que el cajero había dicho.
-¡¿Qué?! –expresé.
¿Qué le costaba apartar la torta unos minutos?, era una compra, mi mayor temor era que fuera a mi casa, y al volver ya la hubieran comprado.
¡SANTISIMO!, ¡DAME FUERZAS!
-Yo la pago –dijo el muchacho-, luego podemos ir a tu casa y me devuelves él dinero.
Voltee a ver su rostro, él me miró expectante con una pequeña sonrisa secreta, ¿Por qué seguía aquí?
Bueno, creo que no tenía muchas opciones, pero pensar en que él supiera donde yo vivía, no me parecía una buena idea, pero por otro lado; si llegaba sin la torta, probablemente mi madre se reiría de lo ocurrido y bromearían con los invitados antes de volver a darme dinero, pero yo solo sabía, que cuando todos ellos se fuera, el regaño que me gritaría probablemente incluiría una correa para corregir mi torpeza.
No definitivamente no quería que me golpearan.
—Gracias. —le dije al chico de la moto, él se limitó a encogerse de hombros, estaba siendo muy amable y era bastante atractivo, ahí podían verme como toda una tonta observándolo con curiosidad, pero es que nunca lo había visto y la ciudad era bastante pequeña.
El muchacho metió una mano en su bolsillo delantero, parecía que sus jeans eran recién comprados, su camisa era larga y sin mangas revelando unos brazos musculosos, el sujeto volteó sus ojos azules hacia mi y yo aparté rápidamente la mirada sintiendo mis mejillas sonrojarse.
Maldición, me había quedado observándolo descaradamente.
Eso estaba muy mal.
Él sonrió pero no dijo nada simplemente sacó de su billetera una enorme cantidad de billetes, ¿Quién era este? ¿mafioso? Tomó dos billetes y lo entregó al cajero que ni siquiera se molestó en hacer una factura. Iba a agarrar la torta de la encimera, sin embargo el motociclista sexy la agarró primero del mostrador mirándome con algo de burla.
-Es mi torta catira -dijo el muchacho-, compra la tuya.
¿Catira?
Yo no era catira.
-Soy castaña -refuté, él me guiño el ojo e hizo una seña con la cabeza para que lo siguiera hasta afuera.
Bien, ahora que lo pensaba mejor, ¿Cómo haría para devolverle el dinero sin que nadie de las personas que estaban en mi casa lo vieran?
Lo vi montar su moto y colocar la caja del pastel entre sus piernas, y me ofreció un casco que tenía en el manubrio. ¿Hablaba enserio? tan solo estar a su lado ya era peligroso para mi reputación.
-No me montaré en la moto –dije, su semblante fue burlón, como si supiera que diría eso y entonces agregué:- tengo un vestido.
-Tengo tu pastel –su sonrisa iluminó su rostro… maldición, ¿Por qué tenia que ser tan lindo? era verdaderamente irritable que fuera tan atractivo, el casco que me extendía seguía allí con la invitación abierta.
Maldita sea.
Miré a los lados, no había nadie en la calle, tomé el casco con manos temblorosas y me lo coloqué ocultando mi cabello dentro, al menos así, nadie me reconocería.
O eso esperaba.
No sabía que aquí, comenzaría todo mi tormento.
Capítulo 1No podía creer todo lo que había provocado la torpeza en mis pies, ahora me tendría que montar en una moto, con un desconocido para que me diera el pastel y evitarme la ira de mi mamá.Sí, definitivamente, haría de todo con tal de no ver la ira de mi madre.Me monté en la parte de atrás.-Yo debería llevar el pastel -sugerí-, ahí se te puede caer.-Entonces tendrás que sujetarla -dijo.¿Uh?Antes de que le refutara, él chico arranco y mis manos salieron voladas a agarrar la caja en sus piernas y pegándome a su espalda como una garrapata.Mi corazón latía demasiado rápido, nunca me había montado en una moto, ni nunca había estado tan cerca de un muchacho… principalmente porque en nuestra religión era muy mal visto.Definitivame
2Contaba los minutos para que la clase de sociales terminara, no me gustaba esa materia, apenas estaba iniciando el segundo año de castellano en la universidad central, mi horario era un completo caos, por lo menos hoy, tenía que quedarme hasta las dos de la tarde y luego tendría que ir al templo, yo usualmente era la que cantaba en todos los servicios.Cuando el profesor dijo que nos podíamos ir, fue como musica para mi oidos, sin embargo, solo teníamos una hora para almorzar antes de entrar a nuestra última clase. Tenía un pequeño grupo de amigos con los que me juntaba, no porque yo los hubiera elegido, sino porque solo nosotros habíamos perseverado en la carrera, apenas quedábamos veinte, y solo tres tenían exactamente el mismo horario que yo.Llegamos al comedor y tomamos asiento en el patio cerca del estacionamiento, Jenny hablaba de lo bien que lo
3Me fui a mi casa cuando pude serenarme de la impresión que me dejó Keller, me aliviaba que hubieran cancelado la clase de la tarde de esa forma podía descansar. Mi madre estaba en una reunión de mujeres del templo (se reunían a tomar el té en un hotel) y mi padre en el templo asesorando a todos los que necesitaban ayuda.Amaba tener la casa sola, con mis padres a veces sentía que ni siquiera podía respirar, ellos eran demasiado estrictos en cuanto a la disciplina.Subí rápidamente a mi habitación, lo primero que hice fue sacar mis audífonos de su caja, quedando todavía más impresionada de que fueran azules, ¿Cómo pudo saberlo?Sabia que algo raro estaba ocurriendo, pero también estaba ese lado que simplemente estaba feliz y agradecida sin nada de preguntas.Me tomé mi tiempo para bañarme y cambiarme a
4Fue un completo caos, vi al hombre que estaba junto a mi papá caer sin vida en el suelo como si se tratara de una película en cámara lenta, su cabeza rebotó en la cerámica y su pecho no dejaba de sangrar donde lo había tiroteado. Los gritos fueron un revoltijo, y las personas salieron de la iglesia como si adentro hubiera algo tóxico. Comencé a entrar en pánico mientras retrocedía mis pasos y tropecé con el escalón del escenario a punto de rodar por las escaleras, cuando de repente alguien me aguantó con fuerza por la cintura antes de caerme.Me sentía al borde del desmayo.-Ven conmigo.Un momento.¿Ese era Keller?No dije nada simplemente lo seguí cuando me tomó del brazo y me arrastró con él hacia la puerta trasera hasta una camioneta negra con vidrios oscuros. Me mont&ea
5Las lágrimas llenaron mis ojos, ¿Cómo pude ser tan estúpida? Me secuestraron en mis narices. Me sobresalté cuando de repente la puerta se abrió y Keller entró, paseando sus ojos alrededor hasta que se enfocó en mí.Vaya que era muy alto, parecía que la habitación le quedaba pequeña.-¿Por qué me secuestraste? –mi voz sonó más débil de lo que quería, limpié mi mejilla intentando en vano que mis ojos dejaran de botar lágrimas, pero parecía imposible.-¿Secuestrarte? –Repitió, su ceño se frunció-, ¿intentaste abrir la puerta?, se traba un poco, debes empujarla hacia dentro y luego tiras de ella.Oh.Eso explicaba un poco, no me había secuestrado, solo no sabía abrir la puerta.«Eres una idiota Katiana».-Quiero irme a mi casa –dije-, ¿qué hora es? ¿Qué hago aquí?Keller rascó su espalda y se encogió un poco de hombros.-Deben ser las ocho –dijo-, te
Mi madre me tomó por los brazos y de súbito me abrazó cuando entré por la puerta. Me quedé tan perpleja que lo único que hice fue paralizarme en mi lugar, percibiendo su costoso perfume a rosas del bosque. Creo que era primera vez que me abrazaba cuando no había público observando.-Estas aquí –susurró-, ¡Estas aquí!Sus ojos verdes merodearon por todo mi rostro y volvió a abrazarme, sus brazos delgados me apretujaron la faja del vestido asfixiándome un poco.-¡Está aquí, David! –mi mamá habló fuerte, mi padre apareció en la cocina, sostenía su teléfono contra su oreja, su rostro pálido se volvió poco a poco acalorado hasta casi adquirir el mismo tono rojizo de su cabello.-No oficial, olvídelo, ya está aquí… -dijo mi padre colga
Jamás me había sentido tan mal en mi vida, estaba viendo la película, pero veía a los lados con nerviosismo como si mis padres pudieran verme en cualquier momento, ¿y si me encontraba con algún hermano del templo?, mancharía la reputación de mi familia.Ya estás en el lio, asúmelo. Me repetí, ya lo había hecho, y lo hecho, hecho estaba.Mentirles a mis padres diciéndoles que me encontraría con los muchachos del templo en el cine, no me hizo sentir mejor, pero se sintió tan bien estar con mis amigos de la universidad. La película fue increíble, todo fue increíble, lo único malo fui yo y mi conciencia intranquila.Cuando llegué a mi casa mis padres estaban sentados en el sofá de la sala, mi madre tenía los brazos cruzados sobre su pecho y mi padre me miraba fijamente.Oh, oh.Era suficiente la tensión en el ambiente para saber que me habían atrapado y estaba realmente metida en problemas. ¿Qué debía hacer ahora?, ¿fi
Abrí la ventana, y volteé a mis espaldas para asegurarme de que mis padres no hubieran bajado por las escaleras, no estaba de humor para recibir otro castigo. Keller analizó mi rostro y su semblante cambió de felicidad a la preocupación.-¿Qué pasó?Negué con la cabeza y mi respiración comenzó a entrecortarse, respiré profundo, no podía llorar otra vez, me negaba a hacerlo.-¿Qué haces aquí, Keller? –susurré, miré otra vez a mis espaldas porque escuché un sonido, pero fue el baño de la habitación de mis padres.Keller agarró mi brazo, lo miré con una pregunta en mis labios, pero entonces me di cuenta de que veía la marca roja en mi antebrazo donde mi papá me había agarrado, si así estaba mi brazo, no podía imaginar mi trasero.