Nastia lanzó sus cosas dentro de su maleta. Necesitaba marcharse hasta que las cosas se calmaran. Regresaría y recuperaría lo que era suyo por derecho. Había firmado aquellos malditos documentos, pero siempre podría alegar coacción.Sus hijos la perdonarían en cuanto se enteraran de que había renunciado a todo por ellos. Y entonces se vengaría de Kassio.Abrió la caja fuerte que estaba en su habitación y sacó el dinero que había guardado en su interior para emergencias. Debía haber alrededor de un cuarto de millón y esperaba que fuera suficiente.Había terminado de meter el dinero en el interior de la maleta cuando se dio cuenta que ya no estaba a solas.—¿Qué haces aquí? —preguntó al ver a un hombre alto y moreno de pie en la puerta con los brazos cruzados.—Me aseguró de que salgas de la propiedad. ¿Necesita que la ayude con eso? Se ve pesado.—No, gracias —dijo con recelo.Bishop acompañó a la mujer hasta la puerta donde un auto los esperaba. Abrió la puerta de atrás y después subi
—¿Estás muy ocupado? —Algo así, tengo una reunión en unos minutos. —Kassio miró a la pantalla de su computadora por un breve instante antes de continuar revisando los documentos que tenía en sus manos—. ¿Sucede algo? Sienna hizo el mejor esfuerzo para conservar su buen humor al ver que él continuaba trabajando como si no estuviera hablando con ella. Durante las últimas semanas, Kassio había estado bastante ocupado. Siempre al teléfono o de viaje. Ya llevaba casi una semana fuera de la ciudad y, aunque debería haber regresado el día anterior, tendría que quedarse unos días más porque había tenido algunos inconvenientes. De no sentirse segura sobre los sentimientos de Kassio, habría comenzado a considerar que quizás él se había cansado de ella y que no sabía cómo decírselo. Lo observó en silencio, y sonrió de lo ridículo de sus pensamientos. Kassio todavía le hacia el amor con una pasión desbordante y para ser una persona por lo general reservada con sus sentimientos, no había de
Kassio entró en la habitación, procurando hacer el menor ruido posible. Aun no habían dado ni las seis de la mañana y no quería despertar a la fiera. Sonrió al ver a Sienna recostada boca abajo en su lado de la cama. Las sábanas apenas la cubrían y la camiseta que había elegido para dormir, una que era de él, se había subido ligeramente, permitiéndole ver sus piernas torneadas hasta el nacimiento de sus glúteos.Había estado lejos casi una semana y lo único que quería era recostarse a su lado. Tiró del nudo de su corbata y se retiró el resto de su ropa arrugada de trabajo. Después caminó hasta la cama y se sentó a lado de Sienna. Estiró una mano y retiró el cabello de su rostro. Por un instante se quedó quieto, tan solo observándola. Era hermosa y nunca se cansaba de verla, en especial cuando pasaba días sin verla.Amaba su trabajo, pero no cuando lo mantenían lejos de ella. Casi rio ante la idea. En el pasado había pasado semanas fuera por motivos de trabajo y nunca se había sentido t
—Estás hermosa.Sienna se dio la vuelta con una sonrisa en el rostro, pero esta desapareció al ver que Natasha todavía no se había cambiado para su noche de chicas. Por la mañana habían ido al spa y, después del almuerzo, habían salido de compras. Ambas se habían comprado unos hermosos vestidos para esa noche, pero Natasha no lo estaba usando.—¿Por qué sigues usando la misma ropa?Natasha hizo una mueca.—No iré contigo.—¿Por qué?—La cabeza me está doliendo. Esperaba que pasara después de una siesta, pero sigue igual. Probablemente vaya a coger un resfriado.—Oh, cariño. —Se acercó a ella y colocó el dorso de su mano sobre la frente de Natasha—. No tienes fiebre, eso es bueno. Debiste decírmelo antes, te habría llevado al doctor. Me cambiaré en este momento y…—No, no es necesario. Estaré bien. Ya tomé un analgésico y debería hacer efecto dentro de poco. Aunque no me siento con las fuerzas para salir.—Y tampoco te dejaría ir a ningún lado así. Necesitas descansar. Vamos te acompañ
—Cuando hablaste de una reserva, asumí que te referías a la mesa de algún restaurante, no a la habitación de un hotel —comentó Sienna, mientras se dirigían en el ascensor hasta el último piso del hotel al que Kassio la había llevado.—Este es un lugar más privado.Salieron del ascensor tan pronto las puertas se abrieron en su piso. Caminaron por el pasillo hasta llegar a la puerta que tenía el número de su habitación. —Antes de abrir la puerta, quiero que te pongas esto en los ojos. —Kassio le mostró un pañuelo oscuro.Sienna entrecerró los ojos.—¿Por qué?—¿Confías en mí? —Sí —respondió sin dudar—. Adelante, pónmelo.Kassio le ató el pañuelo, cubriendo su vista.—¿Y ahora qué?—Dame un segundo.Después de eso escuchó que Kassio abría la puerta y luego sus pasos se alejaron. Los segundos transcurrieron y Sienna comenzaba a considerar retirarse el pañuelo cuando volvió a escuchar pasos.—Dame la mano.Sienna estiró la mano hacia adelante y Kassio la tomó, antes de tirar de ella par
Kassio observó su reflejo en el espejo. Todo parecía en orden, igual que la última vez que se había revisado en busca de cualquier imperfección y probablemente nada cambiaría la próxima vez que lo volviera a hacer. Sabía que debía alejarse del espejo, pero no se le ocurría nada más qué más hacer mientras esperaba que el tiempo pasara. Era como si el reloj se empeñara en no avanzar.—¿Crees que esta vez la boda llegue a su final? —preguntó Domenico, sacándolo de sus cavilaciones. Kassio dejó de ajustarse el maldito moño que le oprimía el cuello y se dio la vuelta. Le lanzó una mirada llena de promesas de muerte a su amigo, pero este solo le dio una sonrisa inocente.«Imbécil»—¿Te imaginas que Sienna también escapé con otro hombre? —preguntó su hermano desde el sofá donde estaba recostado con las piernas cruzadas—. Eso sí que sería demasiada mala suerte. Ya me imagino los titulares. El CEO millonario, Kassio Volkov, es abandonado dos veces antes de llegar al altar.Maxim y Domenico so
Sienna sonrió al sentir una suave caricia en la espalda.—Es hora de levantarnos —dijo Kassio, dejando besos a lo largo de su columna.—Un minuto más o una hora. ¿Sabes qué? Quizás necesite un par de horas más de sueño.—Últimamente has estado demasiado cansada. Una emoción desmedida la embargó al pensar en el secreto que le estaba guardando a Kassio. Se había hecho una prueba casera unos días antes y había dado positivo. Le había costado un esfuerzo enorme no contarle a Kassio, pero tenía algo especial preparado para darle la noticia. Estaba segura de que él recibiría la noticia con entusiasmo. A Kassio le encantaba ser padre y era muy bueno en ello. Cada vez que lo veía interactuar con sus hijos, su corazón se colmaba de amor.—O tú te has estado levantado demasiado temprano —dijo dándose la vuelta y abriendo los ojos. La mirada de Kassio se deslizó por su cuerpo y el deseó brilló en sus ojos—. Es cuestión de perspectiva. Además, me tuviste despierta hasta tarde.Su esposo soltó
(En un momento no especificado)Ava se inclinó y levantó el balón que acababa de golpear contra sus pies.—Aquí tienes, cariño —le dijo a Leandro, su nieto mayor.—Gracias, abuela.—Me alegra que al final decidieras unirte a nosotros.Leandro era un niño bastante inteligente y habilidoso que prefería pasar las horas frente a su computadora, aprendiendo cosas nuevas, antes que salir a jugar al aire libre.Su nieto le dio una sonrisa que la llevó hacia el pasado, cuando Fabrizio tenía la misma edad que Leandro en ese momento. Sintió algo de nostalgia al pensar en lo rápido que se había ido el tiempo, aunque la hacía feliz saber que no fue en vano. Había tenido una buena vida a lado de su esposo y toda su familia, que no hacía más que crecer.Dejó vagar su mirada por el lugar y una sonrisa se extendió por su rostro. Era uno de esos días en los que ella y sus amigos se habían ofrecido a cuidar a sus nietos mientras los padres de estos tenían un tiempo para ellos. Los mayores se habían acom