Kassio apoyó su frente en la de Sienna y la miró directo a los ojos. Se sintió conmovido al ver el amor y la ferocidad brillando en ellos. Sonrió al recordar la manera en lo que lo había defendido. Había estado demasiado sorprendido cuando ocurrió, como para lograr intervenir a tiempo. Aunque también había estado distraído, admirándola. —Ella confesó, dejemos que la justicia se encargue del resto —susurró en un intento por aplacar su ira, aunque no pareció surtir demasiado efecto. Kassio aun podía sentir los músculos de Sienna, tensos bajo su agarre y presentía que en cuanto la soltara saldría en búsqueda de Nastia. No es que no disfrutaría de verla encargarse de ella otra vez, pero su madrastra podría usarlo a su favor durante su juicio. —Al diablo la justicia, deja que yo me… Kassio volvió a besarla y otra vez ella se rindió en sus brazos. El beso subió de intensidad y se olvidó de todo menos de la mujer que tenía en sus brazos, la mujer que había estado dispuesta a defenderlo de
Sienna acarició la espalda de Natasha mientras ella derramaba algunas lágrimas. Sabía que ella intentaba ser fuerte, y que solo por eso no se había roto en llanto. Sus ojos hablaban de un dolor profundo, uno que sabía que le tomaría tiempo superar.—¿Por qué ninguno me lo dijo antes? —preguntó Natasha.—Necesitábamos estar seguros. Contarte mis sospechas para que luego resultara estar equivocado habría creado problemas innecesarios.—Yo… —Natasha llevó una mano hasta su rostro para limpiarse las lágrimas—. Lo siento tanto —dijo mirando a Kassio. Su voz casi se perdió hacia el final de la oración. En menos de un segundo Kassio estuvo de cuclillas frente a su hermana y la tomó del rostro.—No, cariño, no lo hagas. No te disculpes por algo que no es tu responsabilidad. Tu madre tomó sus propias decisiones y eso no tiene nada que ver contigo.—No puedo creer que hiciera todo eso, ella… —Natasha no resistió mucho más. Se quebró en un llanto desesperado que le encogió el corazón. Le dolía
—Muchas gracias —dijo Sienna, mirando a los oficiales.—Es nuestro trabajo —indicó uno de ellos y después ambos siguieron a Simone hasta la salida.—Estaré en mi oficina —dijo Kassio, levantándose.Sienna lo observó marcharse y soltó un suspiro. Tenía demasiadas preguntas después de la declaración que él había dado a los policías, pero sabía que tendría que esperar. Kassio tenía demasiadas cosas en la cabeza en ese momento y necesitaba algo de tiempo.Se dio la vuelta y se dirigió hacia la habitación de Natasha. Al llegar, llamó a la puerta y esperó.—Adelante.Natasha estaba sentada en su escritorio con la mirada en su computadora. —¿En qué estás trabajando? —preguntó, sentándose en la cama.—Preparándome para el inicio de clases. —Natasha levantó la mirada—. ¿Ya se fueron?Asintió.—¿Cómo está mi hermano?Sienna no pudo evitar darle una suave sonrisa.—Ninguno está preocupado por sí mismo, si no por el otro. Estará bien, solo necesita tomar algunas decisiones —dijo.Kassio no habí
—No pueden tenerme encerrada aquí para siempre —espetó Nastia mirándolo, antes de desviar su atención a sus acompañantes—. Maxim, debes intentar razonar con tu hermano.Después de que Nastia fuera liberada, uno de los hombres de Kassio la había recogido y llevado hasta la mansión de los Volkov. Kassio había despedido a todo el personal que trabajaba antes para su madrastra y había dejado a su propio equipo para que la mantuvieran vigilada. Ella no había podido abandonar la mansión desde su regreso y no lo haría, a menos que él así lo quisiera.Maxim se estaba quedando con él desde entonces y no había visto a Nastia hasta ese día.—No fuiste precavida la última vez que nos vimos —dijo Kassio y le hizo un gesto a Vincezo. El hermano de Sienna sacó su celular y reprodujo las grabaciones de la habitación de hospital. Era un fragmento de apenas unos segundos, lo suficiente para que Nastia entendiera que no tenía escapatoria.—Nada de lo que dije era cierto, yo solo estaba molesta. Maxim, de
Nastia lanzó sus cosas dentro de su maleta. Necesitaba marcharse hasta que las cosas se calmaran. Regresaría y recuperaría lo que era suyo por derecho. Había firmado aquellos malditos documentos, pero siempre podría alegar coacción.Sus hijos la perdonarían en cuanto se enteraran de que había renunciado a todo por ellos. Y entonces se vengaría de Kassio.Abrió la caja fuerte que estaba en su habitación y sacó el dinero que había guardado en su interior para emergencias. Debía haber alrededor de un cuarto de millón y esperaba que fuera suficiente.Había terminado de meter el dinero en el interior de la maleta cuando se dio cuenta que ya no estaba a solas.—¿Qué haces aquí? —preguntó al ver a un hombre alto y moreno de pie en la puerta con los brazos cruzados.—Me aseguró de que salgas de la propiedad. ¿Necesita que la ayude con eso? Se ve pesado.—No, gracias —dijo con recelo.Bishop acompañó a la mujer hasta la puerta donde un auto los esperaba. Abrió la puerta de atrás y después subi
—¿Estás muy ocupado? —Algo así, tengo una reunión en unos minutos. —Kassio miró a la pantalla de su computadora por un breve instante antes de continuar revisando los documentos que tenía en sus manos—. ¿Sucede algo? Sienna hizo el mejor esfuerzo para conservar su buen humor al ver que él continuaba trabajando como si no estuviera hablando con ella. Durante las últimas semanas, Kassio había estado bastante ocupado. Siempre al teléfono o de viaje. Ya llevaba casi una semana fuera de la ciudad y, aunque debería haber regresado el día anterior, tendría que quedarse unos días más porque había tenido algunos inconvenientes. De no sentirse segura sobre los sentimientos de Kassio, habría comenzado a considerar que quizás él se había cansado de ella y que no sabía cómo decírselo. Lo observó en silencio, y sonrió de lo ridículo de sus pensamientos. Kassio todavía le hacia el amor con una pasión desbordante y para ser una persona por lo general reservada con sus sentimientos, no había de
Kassio entró en la habitación, procurando hacer el menor ruido posible. Aun no habían dado ni las seis de la mañana y no quería despertar a la fiera. Sonrió al ver a Sienna recostada boca abajo en su lado de la cama. Las sábanas apenas la cubrían y la camiseta que había elegido para dormir, una que era de él, se había subido ligeramente, permitiéndole ver sus piernas torneadas hasta el nacimiento de sus glúteos.Había estado lejos casi una semana y lo único que quería era recostarse a su lado. Tiró del nudo de su corbata y se retiró el resto de su ropa arrugada de trabajo. Después caminó hasta la cama y se sentó a lado de Sienna. Estiró una mano y retiró el cabello de su rostro. Por un instante se quedó quieto, tan solo observándola. Era hermosa y nunca se cansaba de verla, en especial cuando pasaba días sin verla.Amaba su trabajo, pero no cuando lo mantenían lejos de ella. Casi rio ante la idea. En el pasado había pasado semanas fuera por motivos de trabajo y nunca se había sentido t
—Estás hermosa.Sienna se dio la vuelta con una sonrisa en el rostro, pero esta desapareció al ver que Natasha todavía no se había cambiado para su noche de chicas. Por la mañana habían ido al spa y, después del almuerzo, habían salido de compras. Ambas se habían comprado unos hermosos vestidos para esa noche, pero Natasha no lo estaba usando.—¿Por qué sigues usando la misma ropa?Natasha hizo una mueca.—No iré contigo.—¿Por qué?—La cabeza me está doliendo. Esperaba que pasara después de una siesta, pero sigue igual. Probablemente vaya a coger un resfriado.—Oh, cariño. —Se acercó a ella y colocó el dorso de su mano sobre la frente de Natasha—. No tienes fiebre, eso es bueno. Debiste decírmelo antes, te habría llevado al doctor. Me cambiaré en este momento y…—No, no es necesario. Estaré bien. Ya tomé un analgésico y debería hacer efecto dentro de poco. Aunque no me siento con las fuerzas para salir.—Y tampoco te dejaría ir a ningún lado así. Necesitas descansar. Vamos te acompañ