Sienna todavía estaba maldiciendo en voz baja a Kassio mientras llegaba a la pista de entrenamiento. No podía creer que él hubiera tenido la audacia de aparecer después de que le había dejado claro que no quería verlo más.—Y tenía que verse tan bien como siempre —refunfuño y se levantó el cierre de su mono con más fuerza de la necesaria.—Supongo que no hablas de mi —dijo Theo, parándose junto a ella.—Y tampoco de mí —añadió Gaia, uniéndose a ellos.—¿Entonces quien es el que puso de mal humor a nuestra princesa? —preguntó Theo, pasando un brazo sobre sus hombros—. Me ofrezco como voluntario para partirle la cara.—Un imbécil y tendré en cuenta tu oferta.—¿Mi coche está listo?—Sí, pero quizás deberías esperar un rato.—Estoy bien. Empecemos de una vez, tengo una carrera que ganar.—Como diga la princesa.—Llámame así una vez más y te ataré antes de tirarte a la pista.Su amigo soltó una carcajada.—Suerte, estaré en mi estación —dijo Gaia antes de alejarse con su tableta en mano.
—¿A quién le dices, cariño? —La pregunta había salido de boca de Sienna antes de que pudiera detenerla. Podía no ser su asunto, pero no se estaba echando para atrás. —Señorita, le dije que no puede pasar.Sienna casi se había olvidado de la secretaria.—Está bien, Susan. La señorita Morelli tiene pase libre.Kassio notó que su secretaria lucía confundida, pero se marchó sin hacer ningún comentario al respecto.—Estaba hablando con mi hermana —dijo Kassio, con una sonrisa presumida—. Te hablé de ella en una ocasión. Podría llamarla si quieres hablar con ella para estar más segura. —No espero respuesta y volvió a llamar a Natasha, pese a que Sienna sacudía la mano para que no.—¿Kassio? —preguntó su hermana del otro lado.—Hay alguien aquí que quiere hablar contigo.—Está bien…Kassio le tendió el celular a Sienna, quien lo tomó a regañadientes y le dio una mirada que prometía venganza.—Hola —saludó Sienna—. ¡No! Lo lamento, no quería gritar. No soy su novia. —Sienna soltó una carcaja
Sienna soltó una carcajada cuando el corcho de la botella de champán salió disparado, mojándola a ella y cualquiera que estuviera cerca. Después de la carrera, su familia y su equipo se habían dirigido hasta su casa para celebrar su victoria. Había obtenido el tercer lugar y estaba radiante de emoción. Le habría gustado llegar en primer lugar, por supuesto, pero dada la alta competencia en la carrera en la que participó, el tercer puesto era un logro destacado y le tenía un lugar seguro para pasar al siguiente nivel. —¡Por nuestra piloto! —vociferó Theo alzando la copa al aire—. ¡Hoy dio un gran espectáculo! —¡Y por mi maravilloso equipo! No lo habría logrado sin ustedes —dijo ella—. ¡Salud! —¡Salud! Después del brindis, todos se dispersaron en grupos más pequeños. Sienna aprovechó para ir a la mesa y tomar un plato, que llenó rápidamente con una gran cantidad de comida. Estaba tan hambrienta que sentía que podría comérselo todo ella sola. Otros también se unieron a ella mientras
Kassio detuvo su auto frente a las rejas de su casa de la infancia y esperó a que el guardia se acercara. A pesar de la sugerencia de su jefe de seguridad, había dado el día libre a sus guardaespaldas. Alguno podía estar informando a Nastia de sus movimientos y no iba a correr ese riesgo. Solo tenía una oportunidad para entrar en casa de su padre y conseguir algo que lo ayudara con su investigación.—Buenas tardes, estoy aquí para ver a la señora.—Señor, buenos tardes. Su madre no está en la casa.Kassio estaba al tanto. Un martes al mes, su madrastra tenía su cita con el peluquero. Usualmente tardaba alrededor de una a dos horas.—No hay problema, la esperaré adentro. —Su voz no dejaba lugar a discusión. El hombre dudó solo un segundo antes de asentir y abrirle las puertas.—Eso no fue tan difícil —comentó Domenico.—No lo fue, pero informaran a Nastia de que estoy aquí. No tenemos mucho tiempo. Sabes lo que tienes que hacer.—Descuida, yo me encargo.En cuanto entraron en la cas
A Kassio le pareció extraño que Nastia no hubiera aparecido en su oficina durante la mañana. Quería creer que era debido a su amenaza, pero no era ningún ingenuo. Nastia estaba tramando algo y lo más seguro era que iba a esperar el momento perfecto para cobrar venganza. Probablemente también creía que él no había descubierto nada. Si ella supiera la verdad, la situación sería diferente.Miró el sobre sobre la mesa de café, el mismo sobre que había estado guardado en una caja de seguridad en el banco que su padre había abierto a nombre de Kassio. Los números en el papel que había encontrado lo habían conducido hasta allí. Era claro por el volumen que solo contenía papeles que podían serle o no de utilidad, pero solo podría averiguarlo si lo abría. No se había arriesgado a hacerlo en el auto por precaución, así que había esperado hasta llegar a su departamento.Apenas había tomado el sobre cuando escuchó unos pasos provenientes del pasadizo, segundos antes de que su hermana apareciera.
—Estás hermosa, dorogaya. Sienna sintió una corriente de energía recorrer su cuerpo al escuchar la voz grave y profunda de Kassio, y mientras sus ojos viajaban por ella, una llama se encendió en su interior, consumiéndolo todo. No lo había superado en absoluto y los días en los que se había dicho lo contrario, solo se había estado mintiendo. —Creí que nos veríamos en el restaurante —dijo, intentando aparentar una serenidad que no sentía. Sus piernas se sentían como gelatina y su cerebro estaba oficialmente fuera de servicio. —No recuerdo que hayamos acordado eso. Sienna buscó en sus recuerdos sus conversaciones de los últimos días. Kassio le había enviado varios mensajes desde que hablaron por teléfono, y aunque no había respondido a los dos primeros, había respondido a todos los demás. —Te envié la dirección del restaurante —dijo, por fin. —Lo sé. ¿Eso que tiene que ver? Soltó un resoplido nada femenino. —Olvídalo —musitó y se acercó al auto. Kassio se apresuró a abrirle l
—Jamás me había sentido de esta forma —dijo después de una breve pausa—. Desde que nos separamos me he vuelto un poco irracional e irritable. Mi mente está constantemente contigo; no puedo concentrarme si no sé si estás bien. —Nunca había sido un hombre expresivo, sin embargo, no le resultaba difícil confesarle sus sentimientos—. Disfruto pasar tiempo contigo, me gusta quien soy cuando estamos juntos y, por alguna razón que escapa de mi comprensión, me encanta tu peculiar sentido del humor. —Tomó una respiración profunda—. YA tebya lyublyu... Te amo.Sienna se quedó en silencio, lo que hizo que Kassio se pusiera algo nervioso. Luego, ella se levantó del sofá y se acercó a él, sentándose a horcajadas sobre su regazo en cuanto llegó. Sienna rodeó su cuello con los brazos y juntó sus frentes.—Tengo la habilidad para meterme en el corazón de las personas —dijo ella, con una sonrisa juguetona, antes de adoptar una expresión seria otra vez—. No te he perdonado... no del todo. Tienes que ha
—¿Qué es lo que tienes para mí? —preguntó Kassio, tan pronto respondió el teléfono. —Hola a ti también —dijo Nerea del otro lado, con ironía. Había contratado los servicios de B Security por sugerencia de Valentino. No es que no confiara en Dutto, pero él no había logrado grandes avances y el padre de Sienna había hablado muy bien de la agencia de seguridad. Nerea era una de las directoras y, por recomendación de Valentino, se había hecho cargo de su caso.—. Sí, tengo el nombre del médico que la empleada de Nastia encontró. Es solo que hay un problema… —¿Qué sucede? —Está fuera del país, al parecer de vacaciones. Según su secretaria debería regresar en un par de semanas. Logré acceder a sus sistemas… —¿Eso es legal? —¿Importa? —No. —Eso pensé. En fin, descubrí que tu padre fue a verlo dos veces. Todavía estoy tratando de obtener su historia clínica, pero no es tan fácil. —Está bien, gracias. Mantenme informado. —Hay una cosa más… —¿Qué sucede? —Al menos uno de los hombres qu