A Kassio le pareció extraño que Nastia no hubiera aparecido en su oficina durante la mañana. Quería creer que era debido a su amenaza, pero no era ningún ingenuo. Nastia estaba tramando algo y lo más seguro era que iba a esperar el momento perfecto para cobrar venganza. Probablemente también creía que él no había descubierto nada. Si ella supiera la verdad, la situación sería diferente.Miró el sobre sobre la mesa de café, el mismo sobre que había estado guardado en una caja de seguridad en el banco que su padre había abierto a nombre de Kassio. Los números en el papel que había encontrado lo habían conducido hasta allí. Era claro por el volumen que solo contenía papeles que podían serle o no de utilidad, pero solo podría averiguarlo si lo abría. No se había arriesgado a hacerlo en el auto por precaución, así que había esperado hasta llegar a su departamento.Apenas había tomado el sobre cuando escuchó unos pasos provenientes del pasadizo, segundos antes de que su hermana apareciera.
—Estás hermosa, dorogaya. Sienna sintió una corriente de energía recorrer su cuerpo al escuchar la voz grave y profunda de Kassio, y mientras sus ojos viajaban por ella, una llama se encendió en su interior, consumiéndolo todo. No lo había superado en absoluto y los días en los que se había dicho lo contrario, solo se había estado mintiendo. —Creí que nos veríamos en el restaurante —dijo, intentando aparentar una serenidad que no sentía. Sus piernas se sentían como gelatina y su cerebro estaba oficialmente fuera de servicio. —No recuerdo que hayamos acordado eso. Sienna buscó en sus recuerdos sus conversaciones de los últimos días. Kassio le había enviado varios mensajes desde que hablaron por teléfono, y aunque no había respondido a los dos primeros, había respondido a todos los demás. —Te envié la dirección del restaurante —dijo, por fin. —Lo sé. ¿Eso que tiene que ver? Soltó un resoplido nada femenino. —Olvídalo —musitó y se acercó al auto. Kassio se apresuró a abrirle l
—Jamás me había sentido de esta forma —dijo después de una breve pausa—. Desde que nos separamos me he vuelto un poco irracional e irritable. Mi mente está constantemente contigo; no puedo concentrarme si no sé si estás bien. —Nunca había sido un hombre expresivo, sin embargo, no le resultaba difícil confesarle sus sentimientos—. Disfruto pasar tiempo contigo, me gusta quien soy cuando estamos juntos y, por alguna razón que escapa de mi comprensión, me encanta tu peculiar sentido del humor. —Tomó una respiración profunda—. YA tebya lyublyu... Te amo.Sienna se quedó en silencio, lo que hizo que Kassio se pusiera algo nervioso. Luego, ella se levantó del sofá y se acercó a él, sentándose a horcajadas sobre su regazo en cuanto llegó. Sienna rodeó su cuello con los brazos y juntó sus frentes.—Tengo la habilidad para meterme en el corazón de las personas —dijo ella, con una sonrisa juguetona, antes de adoptar una expresión seria otra vez—. No te he perdonado... no del todo. Tienes que ha
—¿Qué es lo que tienes para mí? —preguntó Kassio, tan pronto respondió el teléfono. —Hola a ti también —dijo Nerea del otro lado, con ironía. Había contratado los servicios de B Security por sugerencia de Valentino. No es que no confiara en Dutto, pero él no había logrado grandes avances y el padre de Sienna había hablado muy bien de la agencia de seguridad. Nerea era una de las directoras y, por recomendación de Valentino, se había hecho cargo de su caso.—. Sí, tengo el nombre del médico que la empleada de Nastia encontró. Es solo que hay un problema… —¿Qué sucede? —Está fuera del país, al parecer de vacaciones. Según su secretaria debería regresar en un par de semanas. Logré acceder a sus sistemas… —¿Eso es legal? —¿Importa? —No. —Eso pensé. En fin, descubrí que tu padre fue a verlo dos veces. Todavía estoy tratando de obtener su historia clínica, pero no es tan fácil. —Está bien, gracias. Mantenme informado. —Hay una cosa más… —¿Qué sucede? —Al menos uno de los hombres qu
Kassio concluyó la reunión y, uno a uno, los asistentes fueron abandonando la sala de juntas, dejándolo a solas con Domenico.—No parezcas demasiado emocionado —comentó su amigo, con ironía.—Tengo demasiado con qué lidiar y la verdad no tengo ganas de viajar.—Y supongo que tampoco quieres alejarte de Sienna. —Una sonrisa apareció en el rostro de su amigo.Los viajes de negocios nunca lo habían entusiasmado, pero tampoco le molestaban. Sin embargo, ahora los odiaba. No le apetecía en lo más mínimo alejarse de Sienna, especialmente después de lo que había pasado la última vez que estuvo fuera. Por supuesto, esta vez no había ningún secreto que pudiera crear malentendidos entre ellos.—Podría ir en tu lugar —ofreció Domenico.Negó con la cabeza.—Gracias por ofrecerte, y no dudaría en aceptarlo si no fuera por los problemas que hemos estado teniendo. Necesito ocuparme de ellos antes de que se conviertan en algo más grave. Mantenme al tanto de lo que suceda aquí mientras estoy fuera, no
Kassio le dio un rápido beso a Sienna en los labios antes de salir de la habitación del hotel, dejándola a solas. Su vuelo había aterrizado apenas una hora atrás, lo que les había dado más que el tiempo suficiente para registrarse en el hotel y almorzar juntos. Kassio tenía una reunión programada para la tarde, pero le había prometido estar de regreso alrededor de las seis de la noche.Sienna tomó su pequeño bolso y salió de la habitación. No tenía la intención de hacer turismo, sino de dirigirse al centro comercial más cercano. Esa era la segunda vez que visitaba Londres, por lo que ya conocía algunos lugares y quería guardar los demás para visitarlos con Kassio.En recepción, pidió un taxi y esperó sentada hasta que le informaron que había llegado. Le dio las indicaciones al taxista y en el camino aprovechó para enviar algunos mensajes a su hermana y a Serena. Aunque ella siempre había sido amiga de Vincenzo, no fue hasta que se casó con él que Sienna y Antonella se volvieron más ce
Sienna inclinó la cabeza hacia atrás, con los ojos cerrados, y dejó que el agua se deslizara por su cuerpo mientras pasaba ambas manos por su cabello. De repente, sintió un cosquilleo familiar en la nuca y supo que ya no estaba sola.La expectativa creció, casi haciéndola sentir ansiosa, mientras esperaba el siguiente movimiento de Kassio. Podía sentir sus ojos sobre su piel, calentándola.—¿Vas a quedarte allí tan solo espiándome? —preguntó, mirándolo sobre el hombro con una sonrisa—. ¿O te unirás a mí?—Aún estoy pensándolo. —Él deslizó su mirada hacia abajo.Ella sonrió y luego volvió a mirar hacia adelante.—Supongo que puedo ayudarte a tomar una decisión —dijo, mientras subía lentamente una mano desde su vientre, pasando por encima de sus senos, hasta llegar a su cuello.Sonrió al escuchar a Kassio maldecir justo antes de percibir un ligero movimiento detrás de ella. Después él se colocó detrás de ella y la rodeó con ambos brazos. Un gemido involuntario se le escapó al sentir su
Kassio esperó hasta estar solo para llamar a Cosimo Castelli. Él respondió casi de inmediato, como si hubiera estado esperando la llamada al otro lado del teléfono.—Volkov, no esperaba que llamaras.—Creí que tu propósito era contactarme ya que enviaste a tu hija a mi oficina.Desde la última reunión, Kassio había estado ignorando deliberadamente los intentos de Cosimo por contactarlo. Él incluso le había enviado su nueva propuesta, la que no había tenido reparos en rechazar. Para ser un hombre de negocios con experiencia, no se estaba esforzando en ocultar su desesperación. Enviar a su hija solo lo confirmaba.—No sé lo que ella te dijo, pero…—Es muy convincente —interrumpió—. Por eso decidí reconsiderar tu propuesta. Sin embargo, quiero discutir otros términos. La última que enviaste todavía no me convence del todo. Sé que puedes mejorarla.—No puedo ofrecerte nada mejor.—Vamos, Cosimo, tú y yo sabemos que puedes hacerlo. Estoy dispuesto a pagar un precio más alto.—De acuerdo, l