—Jamás me había sentido de esta forma —dijo después de una breve pausa—. Desde que nos separamos me he vuelto un poco irracional e irritable. Mi mente está constantemente contigo; no puedo concentrarme si no sé si estás bien. —Nunca había sido un hombre expresivo, sin embargo, no le resultaba difícil confesarle sus sentimientos—. Disfruto pasar tiempo contigo, me gusta quien soy cuando estamos juntos y, por alguna razón que escapa de mi comprensión, me encanta tu peculiar sentido del humor. —Tomó una respiración profunda—. YA tebya lyublyu... Te amo.Sienna se quedó en silencio, lo que hizo que Kassio se pusiera algo nervioso. Luego, ella se levantó del sofá y se acercó a él, sentándose a horcajadas sobre su regazo en cuanto llegó. Sienna rodeó su cuello con los brazos y juntó sus frentes.—Tengo la habilidad para meterme en el corazón de las personas —dijo ella, con una sonrisa juguetona, antes de adoptar una expresión seria otra vez—. No te he perdonado... no del todo. Tienes que ha
—¿Qué es lo que tienes para mí? —preguntó Kassio, tan pronto respondió el teléfono. —Hola a ti también —dijo Nerea del otro lado, con ironía. Había contratado los servicios de B Security por sugerencia de Valentino. No es que no confiara en Dutto, pero él no había logrado grandes avances y el padre de Sienna había hablado muy bien de la agencia de seguridad. Nerea era una de las directoras y, por recomendación de Valentino, se había hecho cargo de su caso.—. Sí, tengo el nombre del médico que la empleada de Nastia encontró. Es solo que hay un problema… —¿Qué sucede? —Está fuera del país, al parecer de vacaciones. Según su secretaria debería regresar en un par de semanas. Logré acceder a sus sistemas… —¿Eso es legal? —¿Importa? —No. —Eso pensé. En fin, descubrí que tu padre fue a verlo dos veces. Todavía estoy tratando de obtener su historia clínica, pero no es tan fácil. —Está bien, gracias. Mantenme informado. —Hay una cosa más… —¿Qué sucede? —Al menos uno de los hombres qu
Kassio concluyó la reunión y, uno a uno, los asistentes fueron abandonando la sala de juntas, dejándolo a solas con Domenico.—No parezcas demasiado emocionado —comentó su amigo, con ironía.—Tengo demasiado con qué lidiar y la verdad no tengo ganas de viajar.—Y supongo que tampoco quieres alejarte de Sienna. —Una sonrisa apareció en el rostro de su amigo.Los viajes de negocios nunca lo habían entusiasmado, pero tampoco le molestaban. Sin embargo, ahora los odiaba. No le apetecía en lo más mínimo alejarse de Sienna, especialmente después de lo que había pasado la última vez que estuvo fuera. Por supuesto, esta vez no había ningún secreto que pudiera crear malentendidos entre ellos.—Podría ir en tu lugar —ofreció Domenico.Negó con la cabeza.—Gracias por ofrecerte, y no dudaría en aceptarlo si no fuera por los problemas que hemos estado teniendo. Necesito ocuparme de ellos antes de que se conviertan en algo más grave. Mantenme al tanto de lo que suceda aquí mientras estoy fuera, no
Kassio le dio un rápido beso a Sienna en los labios antes de salir de la habitación del hotel, dejándola a solas. Su vuelo había aterrizado apenas una hora atrás, lo que les había dado más que el tiempo suficiente para registrarse en el hotel y almorzar juntos. Kassio tenía una reunión programada para la tarde, pero le había prometido estar de regreso alrededor de las seis de la noche.Sienna tomó su pequeño bolso y salió de la habitación. No tenía la intención de hacer turismo, sino de dirigirse al centro comercial más cercano. Esa era la segunda vez que visitaba Londres, por lo que ya conocía algunos lugares y quería guardar los demás para visitarlos con Kassio.En recepción, pidió un taxi y esperó sentada hasta que le informaron que había llegado. Le dio las indicaciones al taxista y en el camino aprovechó para enviar algunos mensajes a su hermana y a Serena. Aunque ella siempre había sido amiga de Vincenzo, no fue hasta que se casó con él que Sienna y Antonella se volvieron más ce
Sienna inclinó la cabeza hacia atrás, con los ojos cerrados, y dejó que el agua se deslizara por su cuerpo mientras pasaba ambas manos por su cabello. De repente, sintió un cosquilleo familiar en la nuca y supo que ya no estaba sola.La expectativa creció, casi haciéndola sentir ansiosa, mientras esperaba el siguiente movimiento de Kassio. Podía sentir sus ojos sobre su piel, calentándola.—¿Vas a quedarte allí tan solo espiándome? —preguntó, mirándolo sobre el hombro con una sonrisa—. ¿O te unirás a mí?—Aún estoy pensándolo. —Él deslizó su mirada hacia abajo.Ella sonrió y luego volvió a mirar hacia adelante.—Supongo que puedo ayudarte a tomar una decisión —dijo, mientras subía lentamente una mano desde su vientre, pasando por encima de sus senos, hasta llegar a su cuello.Sonrió al escuchar a Kassio maldecir justo antes de percibir un ligero movimiento detrás de ella. Después él se colocó detrás de ella y la rodeó con ambos brazos. Un gemido involuntario se le escapó al sentir su
Kassio esperó hasta estar solo para llamar a Cosimo Castelli. Él respondió casi de inmediato, como si hubiera estado esperando la llamada al otro lado del teléfono.—Volkov, no esperaba que llamaras.—Creí que tu propósito era contactarme ya que enviaste a tu hija a mi oficina.Desde la última reunión, Kassio había estado ignorando deliberadamente los intentos de Cosimo por contactarlo. Él incluso le había enviado su nueva propuesta, la que no había tenido reparos en rechazar. Para ser un hombre de negocios con experiencia, no se estaba esforzando en ocultar su desesperación. Enviar a su hija solo lo confirmaba.—No sé lo que ella te dijo, pero…—Es muy convincente —interrumpió—. Por eso decidí reconsiderar tu propuesta. Sin embargo, quiero discutir otros términos. La última que enviaste todavía no me convence del todo. Sé que puedes mejorarla.—No puedo ofrecerte nada mejor.—Vamos, Cosimo, tú y yo sabemos que puedes hacerlo. Estoy dispuesto a pagar un precio más alto.—De acuerdo, l
El doctor Galeazzi se puso de pie para recibirlos y les ofreció una sonrisa amable. No parecía saber quién era Kassio, o al menos lo disimuló muy bien. Tenía cerca de sesenta años y llevaba puesta la típica bata blanca de los médicos.Nerea había investigado toda su vida y no había encontrado nada más que multas de tránsito. Parecía que no solo era un buen médico, sino también un ciudadano modelo. La probabilidad de que se hubiera asociado con Nastia para hacerle daño al padre de Kassio eran bajas, así que lanzarle acusaciones solo jugaría en su contra.—Buenos días, tomen asiento, por favor. —El hombre señaló las sillas frente a su escritorio—. ¿Quién de los dos es el señor Volkov?—Ese sería él —dijo Valentino, sonriendo.El médico asintió y se fijó en Kassio.—Entonces, ¿cómo puedo ayudarte?—Necesito información sobre un paciente que atendió.—Oh, lamento informarle que las historias de mis pacientes son confidenciales.—Y nosotros lo entendemos —intervino Valentino—. Pero este es
—¿Está todo bien? —preguntó Sienna en cuanto entraron a la habitación. Kassio había estado extraño durante toda la cena, aunque lo había disimulado muy bien, cada vez era más buena leyendo sus expresiones. Kassio se sentó sobre la cama y la observó en silencio durante unos segundos antes de responder. —Mi padre estaba enfermo de corazón, recibía medicación, y no lo sabía. Sienna entendió que esa información podía cambiar muchas cosas. —¿Cómo lo descubriste? —Hoy fui a ver al doctor que lo atendió. Me mostró su historia clínica. Sienna se acercó a él y se sentó a horcajadas, abrazándolo. Como siempre él mostraba fuerte, pero podía ver el dolor bailando en sus ojos. —Debiste decirme que irías, te habría acompañado. —Tenías una sesión de fotos. —A la m****a la sesión de fotos. Tú eres más importante para mí y no debiste ir solo. Kassio levantó una mano y acarició su mejilla, mirándola con una sonrisa en el rostro. —No estuve solo, tu pa… —Las palabras de Kassio murieron a mita