Natasha estaba terminando de arreglarse frente al espejo, cuando la puerta de la habitación se abrió de repente. Domenico apareció en el umbral, sus ojos buscando los de ella.—Te dije que no nos bañaríamos juntos —comentó con una sonrisa juguetona—. Además, ya terminé. Perdiste tu oportunidad. El baño es todo tuyo.Su sonrisa se desvaneció al notar la expresión tensa en el rostro de Domenico, incluso si trataba de disimularlo con una suave sonrisa.—¿Sucede algo? —preguntó con una mezcla de curiosidad y preocupación.—Tenemos visitas —dijo él—. Tus hermanos están aquí y quieren hablar contigo.—¿Mis hermanos? —repitió Natasha, confundida. Ninguno de los dos la había llamado para decirle que vendrían.Domenico asintió y le tendió una mano.—Vamos, nos esperan.—¿Sabes de qué quieren hablar? —inquirió ella, intentando no ponerse ansiosa sin motivos. La visita de sus hermanos podía significar muchas cosas.—No me lo dijeron.Natasha tomó la mano de Domenico y juntos salieron rumbo a la
Natasha no podía recordar el momento exacto en el que se quebró y comenzó a llorar. No fue hasta que sintió algunas lágrimas mojar sus manos que se dio cuenta de que estaba llorando. Recostada junto a Domenico, las lágrimas de dolor continuaban bañando su rostro mientras recuerdos del pasado inundaban su mente.Sentía una profunda ira por todo el daño que su madre había causado, por las mentiras y la traición. Dolor, porque jamás llegó a establecer un vínculo con su madre. No habría una segunda oportunidad para ellas.Debió haberse quedado dormida en algún momento, encontrando un alivio momentáneo en el descanso. Cuando despertó, encontró a Domenico aún a su lado, mirándola atentamente. Al verla despierta, él levantó una mano para acariciarle suavemente el rostro —su toque lleno de ternura— y le dio una sonrisa cálida que la reconfortó.—¿Estás mejor? —preguntó él en voz baja, como si temiera que al hablar más alto pudiera perturbarla.—Sí —dijo, tratando de sonreír, pero le salió una
Domenico quería borrarle la estúpida sonrisa del rostro a Ettore de un solo golpe. No sabía por qué sonreía. Todo lo que podía ver era que Ettore le sonreía a Natasha, y que ella le devolvía el gesto. Esa sonrisa debía ser solo para él, y le importaba muy poco si eso lo hacía parecer un niño egoísta.Hasta hace unos minutos había estado en la oficina de Kassio, discutiendo sobre asuntos de negocios. ¿Y qué encontró al regresar? A Ettore y Natasha en su oficina, conversando cómodamente como si fueran amigos de toda la vida. Sí, Natasha le había dicho que Ettore era su amigo, pero eso no hacía que le disgustara menos verlos interactuar.—Biancheri —saludó con rudeza, llamando la atención de Ettore y Natasha. Los dos se giraron hacia él, todavía sonriendo—. Es un gusto verte otra vez —dijo entre dientes, intentando mantenerse profesional.Cerró la puerta de su oficina y se dirigió hasta el escritorio de Natasha, donde se sentó en una de las esquinas. Quería enviar a Natasha fuera con algu
—No lo haces nada mal —comentó Kassio, extendiendo las manos para recibir a Bela. Él había ido a recostar a Andrei después de que cayera rendido.Domenico devolvió a la pequeña, que ahora yacía dormida en sus brazos, con su padre.—No es difícil cuidar de ella, es bastante tranquila. Es bueno que sacara eso de ti y la belleza de su madre.Kassio sonrió, acariciando el rostro de su hija. Era tan diferente cuando estaba con sus hijos.Domenico se perdió en sus pensamientos. Siempre había soñado con tener una familia. Anhelaba una esposa con quien compartir sus días y hijos que lo enloquecieran con sus risas y travesuras. Había sido hijo único y, aunque no le disgustaba, a veces deseaba haber tenido hermanos, especialmente después de la muerte de sus padres. Por eso, quería al menos dos hijos.Durante mucho tiempo, este sueño quedó en segundo plano mientras se concentraba en su trabajo. Pero ahora que tenía a Natasha, deseaba todo con ella. Empezando por el matrimonio, y, por supuesto, na
Natasha estaba demasiado entusiasmada que no esperó a que Domenico le abriera la puerta. Bajó del auto e inclinó la cabeza hacia atrás, tomando una respiración profunda. El olor de la naturaleza inundó sus sentidos y una sonrisa se extendió por su rostro. Le gustaba la ciudad y el bullicio que la caracterizaba; sin embargo, también disfrutaba de la tranquilidad que le brindaba alejarse de todo eso por unos días. —Comenzaba a extrañar a este lugar —comentó, mirando sobre el hombro a Domenico, que estaba de pie junto al lado de la puerta del conductor. Él parecía algo distraído, pero pareció recomponerse cuando sus miradas se encontraron.—También yo —dijo Domenico, yendo a la maletera por las cosas que habían traído—. Deberíamos venir más a menudo.—No me opondré a ese plan. ¿Quieres que te ayude con eso?—Descuida, puedo hacerme cargo.Natasha se acercó de todas formas y tomó una de las bolsas de la maletera. Domenico le dio una mirada divertida y ella solo sonrió antes de dirigirse
Natasha sonrió mientras escuchaba a Sienna, Antonella, y a la madre de ambas, Bianca, discutir entusiasmadas sobre su boda. Después del almuerzo, las tres la habían arrastrado hasta la sala y habían sacado una variedad de revistas de boda antes de comenzar con las preguntas.Las tres estaban obviamente emocionadas por ayudarla con la planificación. Podría haber resultado algo sofocante, de no ser porque apreciaba el bello gesto. No tenían por qué involucrarse en la planificación de su boda y aun así se habían ofrecido a hacerlo.—¿Qué piensas sobre este? —preguntó Bianca.—Es precioso —dijo, con el aliento entrecortado, mirando la imagen que Bianca le estaba mostrando. No le costó nada imaginarse con el vestido que la modelo estaba usando en la imagen.—Mamá tiene un gusto impecable para estas cosas —comentó Antonella.No podía estar más de acuerdo. Debía ser el quinto vestido que Bianca le mostraba y era tan hermoso como el último. Empezaba a sospechar que no sería nada fácil decidir
Domenico miró su reloj de muñeca. Había pasado una hora desde que Natasha se había marchado, pero sentía que había transcurrido mucho tiempo más.—Si sigues mirando tu reloj cada dos minutos, vas a perder todo tu dinero —comentó Kassio.—No puedo creer que estés sentado aquí tan tranquilo, mientras tu esposa está en una fiesta que ella misma organizó. ¿Acaso no entiendes lo que eso significa? Nada en lo que Sienna esté involucrada es seguro o calmado. ¿Qué pasa si las cosas se salen de control?—Todo estará bien. La fiesta es solo para chicas y ninguna estará en riesgo en ningún momento. Probablemente beban y bailen hasta el cansancio, luego iremos por ellas.—Pareces demasiado seguro.—Estoy pagando bastante bien a la seguridad del lugar para que se aseguren de que todo vaya según lo planeado. Además, si surgiera algún contratiempo, aquí mi amigo —Kassio palmeó la espalda de Leo—, se enterará incluso antes de que la seguridad nos llamé. ¿No es así?Leo asintió, sin dejar de mirar sus
Domenico sacó a Natasha del auto, tan pronto como se detuvo. Se merecía un jodido premio por haber evitado tomar a Natasha en el auto, en especial con ella jugando con la poca cordura que le quedaba.En cuanto las puertas del ascensor se cerraron, Domenico arrinconó a Natasha y la besó con una intensidad que los dejó sin aliento. Deseaba hacer mucho más, pero no iba a exponer a Natasha frente a las cámaras en un momento tan íntimo.Cuando el timbre anunció que habían llegado a su piso, se apartó de ella con una mezcla de frustración y deseo, y la sacó rápidamente del ascensor. Natasha tenía una sonrisa provocadora en los labios y sus ojos brillaban con lujuria.Domenico no pudo resistir más. La levantó en el aire con facilidad y estampó sus labios contra los de ella, apoyándola en la pared más cercana. Natasha enredó las piernas en torno a su cintura y sus dedos se entrelazaron en su cabello, atrayéndolo más cerca, como si deseara fundirse con él en uno solo. Después de un rato, alejó