A Domenico le resultó difícil convencer a Natasha de quedarse en su departamento en lugar de acompañarlo a ver a Kassio, pero finalmente ella cedió. Domenico estaba convencido de que la llamada de su amigo significaba que él estaba dispuesto a hablar.Kassio fue quién le abrió la puerta cuando llegó a su casa. Él no lo saludó, simplemente le dio un escueto asentimiento con la cabeza y se dio la vuelta, claramente esperando que lo siguiera.—¿Debería estar asustado? —preguntó en broma, tratando de aliviar la tensión.—No te llamé para deshacerme de ti, si es lo que te preocupa —dijo Kassio sin detenerse—. Por supuesto, la idea me pasó por la cabeza, pero sería demasiado trabajo y tengo la sensación de que mi hermana no estaría nada feliz.Sonrió. Esa debía ser la frase más larga que Kassio le había dicho en las últimas semanas y que no estaba relacionada al trabajo.Kassio lo guio hasta el gimnasio de la casa. Domenico ya había estado allí antes; el lugar estaba tan bien equipado como c
Natasha entró en su departamento con una sonrisa de felicidad. Había pasado un día magnífico con su familia, y ver a Kassio y Domenico recuperar su amistad la llenaba de alivio. Se había sentido responsable por la tensión entre ellos, pero también había comenzado a sentirse egoísta porque, a pesar de todo, no había considerado ni una sola vez renunciar a Domenico.—Me alegro de que tú y mi hermano hayan arreglado todo —dijo, mirando a Domenico sobre el hombro.—También estoy feliz por ello, pero en este momento no estoy interesado en hablar de Kassio.—¿Y de… —Su pregunta quedó a la mitad cuando Domenico la levantó sobre sus hombros, provocando que dejara escapar un grito de sorpresa—. Domenico, ¡¿qué demonios?!—¿No creerás que olvidé como me llamaste antes? —preguntó él, deslizando una mano por una de sus piernas hasta llegar a su trasero y darle una nalgada.Le tomó unos segundos concentrarse y recordar de qué estaba hablando. Se puso algo tensa cuando lo hizo. No había sido su int
—No te atrevas —advirtió Natasha levantando un dedo a la par que retrocedía.Domenico le sonrió y continuó avanzando hacia ella.—No sé de qué hablas. Yo solo quiero un beso de la mujer más hermosa del mundo.Natasha rodó los ojos, sorprendida de lo cursi que podía ser Domenico. No es que se estuviera quejando, pero nunca habría imaginado esa faceta en él. Cualquier duda que alguna vez tuvo sobre los sentimientos de Domenico se había desvanecido con el tiempo que llevaban juntos. Él siempre encontraba la forma de halagarla con todo tipo de piropos, y aunque sabía que en ese momento solo lo hacía para salirse con la suya, no podía evitar sonreír.—Las palabras dulces no te van a servir de nada, así que aléjate de mí —dijo avanzando hacia la isla para usarla de escudo.Domenico se detuvo, mirándola directamente a los ojos. Después, dio un paso hacia la derecha, y al ver que ella se movía, cambió rápidamente hacia la izquierda y empezó a correr. Natasha salió despavorida en sentido contr
Natasha estaba terminando de arreglarse frente al espejo, cuando la puerta de la habitación se abrió de repente. Domenico apareció en el umbral, sus ojos buscando los de ella.—Te dije que no nos bañaríamos juntos —comentó con una sonrisa juguetona—. Además, ya terminé. Perdiste tu oportunidad. El baño es todo tuyo.Su sonrisa se desvaneció al notar la expresión tensa en el rostro de Domenico, incluso si trataba de disimularlo con una suave sonrisa.—¿Sucede algo? —preguntó con una mezcla de curiosidad y preocupación.—Tenemos visitas —dijo él—. Tus hermanos están aquí y quieren hablar contigo.—¿Mis hermanos? —repitió Natasha, confundida. Ninguno de los dos la había llamado para decirle que vendrían.Domenico asintió y le tendió una mano.—Vamos, nos esperan.—¿Sabes de qué quieren hablar? —inquirió ella, intentando no ponerse ansiosa sin motivos. La visita de sus hermanos podía significar muchas cosas.—No me lo dijeron.Natasha tomó la mano de Domenico y juntos salieron rumbo a la
Natasha no podía recordar el momento exacto en el que se quebró y comenzó a llorar. No fue hasta que sintió algunas lágrimas mojar sus manos que se dio cuenta de que estaba llorando. Recostada junto a Domenico, las lágrimas de dolor continuaban bañando su rostro mientras recuerdos del pasado inundaban su mente.Sentía una profunda ira por todo el daño que su madre había causado, por las mentiras y la traición. Dolor, porque jamás llegó a establecer un vínculo con su madre. No habría una segunda oportunidad para ellas.Debió haberse quedado dormida en algún momento, encontrando un alivio momentáneo en el descanso. Cuando despertó, encontró a Domenico aún a su lado, mirándola atentamente. Al verla despierta, él levantó una mano para acariciarle suavemente el rostro —su toque lleno de ternura— y le dio una sonrisa cálida que la reconfortó.—¿Estás mejor? —preguntó él en voz baja, como si temiera que al hablar más alto pudiera perturbarla.—Sí —dijo, tratando de sonreír, pero le salió una
Domenico quería borrarle la estúpida sonrisa del rostro a Ettore de un solo golpe. No sabía por qué sonreía. Todo lo que podía ver era que Ettore le sonreía a Natasha, y que ella le devolvía el gesto. Esa sonrisa debía ser solo para él, y le importaba muy poco si eso lo hacía parecer un niño egoísta.Hasta hace unos minutos había estado en la oficina de Kassio, discutiendo sobre asuntos de negocios. ¿Y qué encontró al regresar? A Ettore y Natasha en su oficina, conversando cómodamente como si fueran amigos de toda la vida. Sí, Natasha le había dicho que Ettore era su amigo, pero eso no hacía que le disgustara menos verlos interactuar.—Biancheri —saludó con rudeza, llamando la atención de Ettore y Natasha. Los dos se giraron hacia él, todavía sonriendo—. Es un gusto verte otra vez —dijo entre dientes, intentando mantenerse profesional.Cerró la puerta de su oficina y se dirigió hasta el escritorio de Natasha, donde se sentó en una de las esquinas. Quería enviar a Natasha fuera con algu
—No lo haces nada mal —comentó Kassio, extendiendo las manos para recibir a Bela. Él había ido a recostar a Andrei después de que cayera rendido.Domenico devolvió a la pequeña, que ahora yacía dormida en sus brazos, con su padre.—No es difícil cuidar de ella, es bastante tranquila. Es bueno que sacara eso de ti y la belleza de su madre.Kassio sonrió, acariciando el rostro de su hija. Era tan diferente cuando estaba con sus hijos.Domenico se perdió en sus pensamientos. Siempre había soñado con tener una familia. Anhelaba una esposa con quien compartir sus días y hijos que lo enloquecieran con sus risas y travesuras. Había sido hijo único y, aunque no le disgustaba, a veces deseaba haber tenido hermanos, especialmente después de la muerte de sus padres. Por eso, quería al menos dos hijos.Durante mucho tiempo, este sueño quedó en segundo plano mientras se concentraba en su trabajo. Pero ahora que tenía a Natasha, deseaba todo con ella. Empezando por el matrimonio, y, por supuesto, na
Natasha estaba demasiado entusiasmada que no esperó a que Domenico le abriera la puerta. Bajó del auto e inclinó la cabeza hacia atrás, tomando una respiración profunda. El olor de la naturaleza inundó sus sentidos y una sonrisa se extendió por su rostro. Le gustaba la ciudad y el bullicio que la caracterizaba; sin embargo, también disfrutaba de la tranquilidad que le brindaba alejarse de todo eso por unos días. —Comenzaba a extrañar a este lugar —comentó, mirando sobre el hombro a Domenico, que estaba de pie junto al lado de la puerta del conductor. Él parecía algo distraído, pero pareció recomponerse cuando sus miradas se encontraron.—También yo —dijo Domenico, yendo a la maletera por las cosas que habían traído—. Deberíamos venir más a menudo.—No me opondré a ese plan. ¿Quieres que te ayude con eso?—Descuida, puedo hacerme cargo.Natasha se acercó de todas formas y tomó una de las bolsas de la maletera. Domenico le dio una mirada divertida y ella solo sonrió antes de dirigirse