El regreso al apartamento fue silencioso.
Sara se mantenía en modo fetal en su asiento, con su cara oculta, sentía mucha vergüenza y miedo, no sabía qué le estaba pasando.
Pequeños quejidos del llanto que trata de detener, tiene a Samuel con el corazón hecho una m****a. Samuel no sabe cómo actuar, ni que decir, va conduciendo, piensa en lo único que siempre la calma. Con una mano suelta el cinturón de seguridad de Sara, y jalo de su brazo y la atrajo hacia su regazo. La nombrada solloza con más dolor y esconde su cara en el pecho de su hermano, donde siempre se ha sentido segura.
Samuel sigue manejando mientras le acariciaba el cabello hasta que se duerme.
El pecho le arde, le duele verla así (En qué mundo estaba que no pensé en hablarle de ese tema) se reprochaba mentalmente.
Minutos después llegan y Samuel, la despierta.
—Cariño, ya llegamos —susurro en su oído, con su voz dulce, pasando sus dedos por su cabello.
Sara se queja y abre sus hermosos ojos café dorados, Samuel se derrite siempre que lo observan con esa intensidad y termina cumpliendo todos sus caprichos.
—Sam… Yo, es que... — titubea, al no saber como decirle que se siente mojado abajo.
—Vamos, tranquila, Anda más tarde hablaremos.
Sara se baja y espera a su hermano que lo haga también, sus ojos se abren por completo cuando él está de pie. La vergüenza la mata, se pone la mano en la boca. Sus ojos se humedecen. Samuel ve su cara y dirige su mirada a lo que ella ve, notando que su pantalón de vestir está manchado de sangre.
¡Podría ser esto más difícil, joder! — pensó dentro de sí.
— ¡Hey…! ¡Calma, sí! Nada que una buena lavada no arregle —Se apresura a decir y me regala una sonrisa de consuelo.
Al entrar, Sara se dirige a su habitación que viene siendo la de Samuel. Desde que sus padres fallecieron, ella nunca ha dormido en otra cama que no sea la de él. Samuel trató de cambiar ese hábito, esperaba que el sueño la venciera y se iba para su habitación, pero al despertar la tenía pegada aún costado.
Samuel, espera unos minutos para poder subir y llevarle unos analgésicos. Él ha escuchado que eso ayuda.
Al entrar la consigue acostada con su cabello húmedo, sé a duchando. Se sienta a su lado y penosamente le quiere preguntar si se ha protegido, pero no sabe cómo hacerlo.
Sara, al parecer, adivina lo que está pensando y con su voz dulce le susurra:
—Sam…, en mi mochila tenía un protector que la maestra Camila me había pasado por debajo de la puerta —se sienta en la cama y lo mira con sus hermosos ojos café dorados—, Gracias, Sam.
Samuel sonríe, la atrae a sus brazos dejando un beso en su coronilla.
—Anda, toma este analgésico y duerme un rato, sí. Saldré para la farmacia y regreso pronto.
Media hora después regresa al apartamento, sube a la habitación. Sara aún duerme, se da una ducha y se viste con un mono deportivo azul y una camisa de algodón negra. Se acuesta a su lado y la detalla con la mirada.
Ve que cada día se parece más a su madre, acaricia su rostro y Sara se apega más a él. Y, se oculta bajo su brazo.
—Sam, ¿qué me sucede? Debemos ir a un centro médico. Puede ser que mañana amanezca muerta —suelta con su voz llena de preocupación, el nombrado solo se echa a reír.
Ella levanta su cabeza y lo mira indignada con su ceño fruncido, Samuel trata de pellizcar su mejilla y ella aparta su mano.
—¡Estoy hablando en serio, Samuel!
—Lo sé y no me llames por mi nombre completo. Sabes que no me gusta que lo hagas —
Sara asiente y espera que él diga algo más—, lo que sucede, cariño. Es que te estás convirtiendo en una mujer, eso le pasa a todas las niñas. Cuando eso sucede quiere decir qué, entras a esa etapa de niña a mujer —siente una presión en su garganta, al ver cómo pasa el tiempo tan rápido y ya no será su niña—, y esa etapa, para ti, será la más hermosa. Aunque para mí, será un dolor de cabeza —Samuel le acaricia la mejilla y continua—, tu cuerpo tendrá cambios, esto que te ha pasado hoy. Todos los meses pasará.
—¿¡Quééé!? ¿¡Todos los meses¡? —exclama asombrada.
—Sí, todos los meses, pequeña. El día que no la tengas, estarás en ciertos problemas conmigo—Samuel trata de bromear, pero no se da cuenta de lo que dijo hasta que Sara pregunta:
—¿Por qué tendré problema contigo? Sam…, dime ¿qué día será ese? —pregunta curiosa sin dejar de mirar los ojos de su hermano.
Samuel no haya que decir, piensa y piensa… ¿Por qué m****a dijo eso? Aún no está listo para hablarle de relaciones sexuales a Sara.
Recuerda que trajo algo que la hará olvidar y se apresura a decir.
—¡Ahora que recuerdo, te compre tus dulces favoritos, esas gomitas pegajosas! —Sara, chilla de alegría.
A ella le encantan los trululu, le recuerda a su padre que siempre los traía al regresar del trabajo, últimamente casi no los consume porque estaba presentando mareos y Samuel supuso que era por consumir mucha azúcar.
Le da un beso en la mejilla y salta de la cama, ya sin dolor, al estar en la puerta se gira lentamente y añade llena de ilusión e inocencia:
—Sam… Ahora que soy una mujer. Seré tu novia también —Le sonríe y sale de la habitación.
Samuel sonríe también de ternura, sin saber el peso que traerán esas palabras más adelanté...
Actualidad•Samuel•Los pequeños rayos de sol que se cuelan por las persianas y me hacen achicar los ojos, siento algo tibio, pegado a mi costado como cada mañana y sonrió sin poder evitarlo.La observó su piel blanca con esas bragas de Dora la exploradora que tanto le gustan, algo infantil para sus dieciocho años, pero me gusta que sea única.Y, también, que solo yo puedo verlas.Sería extraño para alguien que nos viera, ¿qué pensarían de dos hermanos que duermen juntos y más en ropa interior? No sé, en qué momento pasó, solamente un día comenzó a dormir en bragas, sujetador y yo solo en bóxer.Es mi hermanita, mientras la vea de esa manera no habrá ningún problema. Me gusta sentir su tibia piel pegada a mi cuerpo y últimamente más de lo normal. Su larga cabellera castaño oscuro le cubre todo su rostro.A veces, me preguntó ¿cómo mierda respira con todo ese cabello en la cara? Mis ojos bajan por toda su anatomía, posándose en su trasero respingón.No aguanto las ganas, me preparo pa
•Sara•Lo que sucedió hace un momento quedó olvidado y es algo que hacemos muy bien, siento que una cuerda me jala a su lado, Sam es tan atractivo que así sea mi hermano mayor, es inevitable no sentir todo esto que ha crecido poco a poco dentro de mí.Vamos caminando hacia el estacionamiento cuando un silbido que conocería donde sea, llega a mis oídos. ¿¡Será…, será!? Me giro y sí, es él. Tres años sin verlo y no puedo más que gritar su nombre. —¡Bryan!—suelto a Sam de la mano y corro hacia él. Dios…, como se puede extrañar tanto a una persona. Bueno a dos, Bryan y Maikol Cruz son nuestros primos gemelos, tres años menores que Sam. Se fueron a España con sus padres, por un millonario contrató que le ofrecieron a Bryan, que es arquitecto mientras. Maikol, es psicólogo. Bryan, está superguapo. Hasta con muchos más músculos de los que recordaba, con esa sexy sonrisa baja bragas, como diría Patricia y sus ojos azules como los de Tía Greta, es fácil distinguirlos, por eso, ya qué, él l
•Samuel•Sin pensarlo más la beso de una manera que jamás imaginé. Estoy completamente jodido...Mi cerebro en ese momento no reacciona, no ve culpas, solo se sumerge en ese beso. Sus cálidos labios me reciben gustosos, subo una mano a su rostro y acarició su suave piel, con la otra la apegó más a mí, siento el calor de su cuerpo que tanto me gusta, y su corazón late fuerte, devoro sus labios y atrapó su labio inferior entre mis dientes dándole una suave mordida que la hace gemir y en ese momento me obligó a abrir mis ojos.Estoy duro y tuvo que sentirlo, me alejo de ella.¡Mierda, es mi hermana!, ¿¡Qué estoy haciendo!?No, Sam... Esto no está bien, soy un completó enfermo.Sus ojos dorados me consumen y sus mejillas están sonrojadas, pero sus ojos... ¡Joder! No sé, leerlos; reflejan confusión y a la vez tienen algo más..., decepción, es eso, debe estar pensando lo peor.Soy su hermano mayor. Su único hermano, la he criado como mi hija.Y, esto..., es un maldito error.Comienzo a cami
•Samuel• Bryan me cabrea, no me gusta que se coma a Sara con la mirada. Nunca nos hemos llevado bien. Con Maikol todo es diferente, es un buen amigo y le tengo mucho apreció, me ayudó mucho aunque era menor que yo, cuidaba de Sara cuando estaba entre juzgados luchando por su custodia. En eso suena el timbre y escucho claramente como Bryan dice burlón, que comience el show. Sabía que algo había detrás de este almuerzo. No sé, por qué me sorprendo, cuando tengo unas escorias como familia. Greta se apresura a abrir con entusiasmo. Y observó a un chico de unos veintitantos, bien vestido, alto, pero no más que yo. Greta le da dos besos en la mejilla y otra persona se hace presente. Una hermosa chica que parece de mi edad o menos, es rubia también. Con buenas curvas, no lo voy a negar. Saluda a Greta, y pasa su mirada por la sala, se detiene a mirarme. Sara también la observa, pero no le presta atención continua en su mundo. —Samuel, Sara. Les presento a Zachary Román y Zac Román. Hijo
•Sara•Tres días han pasado desde el almuerzo. Todo cambió, Sam cambió, está callado, no sonríe y con una cara de mil demonios.Se la pasa metido en la editorial, como si quisiera evitarme y me duele, no he tenido ganas de ir al instituto y él tampoco me ha dicho algo al respecto. Ese día le expliqué de mil maneras que Zac, solo intentó limpiar un poco de labial que se me había corrido, pero no quiso escucharme. Zac, me tomó desprevenida y no me dio tiempo de reaccionar y apartarme, sé lo protector que es Samuel, pero ese chico nada más estaba siendo amigable, pero Sam, no me dejó hablar más y me ignoro todo el camino de regreso, aunque la verdad, todo esto es por el beso. Después de la pequeña amenaza de Sam, me tomó de la mano y nos fuimos, no me dejó despedirme de nadie.Solamente logré mirar a Maikol y me hizo señas con una mano, que lo llamara. Hemos recibido llamadas por montones de Greta y Manuel. Sam no ha contestado ninguna, y yo, menos, solamente quiero qué todo sea como
•Sara•Me había quedado dormida después de la salida con Maikol, fuimos por un helado y al centro comercial, sin duda, lo necesitaba.No sentí a Samuel llegar. Pero sí, su cuerpo cuando me apego a él, y sus labios dejaron un beso en mi cuello, me erizó la piel, pero todo se acabó al sentir un olor extraño, me dio un revolcón en el estómago, cuando pude distinguir bien era perfume de mujer.Mi corazón se rajó un poco más. Después de nuestro beso..., no sé, qué duele más, ¿saber que estuvo con otra o creer que algo pasaría entré nosotros?Trato de ocultar mis lágrimas y le digo que huele a perfume de mujer, pero es inútil, soy tan frágil.Se queda en silencio y yo también, me siento en el sofá y trato de no mirarlo y que no note mis ojos llenos de lágrimas.—Sara, no debo darte explicaciones —musito.—Pensé que me querías, Sam —derramo mi primera lágrima y paso el dorso de mi mano con brusquedad para limpiarla.—No quiero que confundas las cosas, cariño. Ese beso fue un error. Sin embar
Trato de no pensar, en el peso que traen sus palabras, joder... No puedo negar que me gusta lo que dijo.Tomó su rostro en mis manos, no pienso responder, dejó un beso en su frente y la apegó a mí.—Duerme, pequeña..., no sabes lo que dices. Eres muy joven y yo, soy un hombre mayor y sé que en estos momentos, no eres consciente de lo que dices.— No me trates como una niña, si sé, lo que digo. Te quiero a ti, solo quiero que me digas, ¿si estás dispuesto a quererme de la misma manera?No respondo, miro fijamente el techo y ella se voltea.—Buenas noches, Samuel.Samuel, Samuel..., está molesta lo sé, ella es tan niña y no sabe todo lo que eso traerá. La quiero, la deseó como un desquiciado, pero no puedo, es mi hermana. La giro la apego a mí, pasando mis brazos por su cuerpo. Nada más así dormirá a mi lado, se mantiene tensa, sin embargo, después se relaja y me abraza con ternura.Soy un maldito indeciso.•Sara•Ya había amanecido, Sam no se encontraba a mi lado. Anoche me dolió que
Salimos de la casa y todos están sentados hablando. Zac está de pie. Bryan y Patri sentados uno al lado del otro. Tía Greta, está junto a tío Manuel. Y mis ojos caen en Samuel, la tal zachariaa esa o como se llame. Está sentada al lado de él, con un traje de baño enterizo y está de risitas con Sam.—¡Si esto es el cielo! ¡Qué rico es haber muerto! —exclama Zac acercándose a mí y deja un beso muy largo en mi mejilla.Los ojos de Samuel están que me desintegran con la mirada los tiene lleno de ira. Su mandíbula está tensa, sus manos hechas un puño.—Emm. Hola, Zac —lo saludo tratando de no mirar a Samuel, su piel bronceada se ve hermosa y tiene algunos vellos rubios en su pecho.—Niña, ven aquí —me acerco a Bryan. Este me toma de la mano y me gira—. Dios, qué hermosa estás, Sara.Me sonrojo y en ese momento Samuel me jala de una mano. Me sienta en su regazo.¡Dios mío...! Siento la mirada de Zachary que se levanta incómoda. No sé dónde esconderme, tío Manuel carraspeó e intercambió mira