SahilyLogro imaginarlo como siempre, él era mi motor para llegar al final de cada pasarela, me lo imaginaba viéndome con orgullo y este día no fue diferente. Lo peor fue, cuando sus ojos bicolores se cruzaron con los míos a través del espejo. No fue una ilusión, no lo imaginé en mi cabeza estaba ahí, me vio y no podía procesar. Me llevo unos minutos salir el shock de verlo justo frente a mí y caí en cuenta que no estoy sola, mi hija puede llegar en cualquier momento. No quiero que se entere, que quede embarazada ese día y decidí tener a mi hija, una bebé que fue mi salvavidas mi fuerza para seguir adelante y abrirme camino en la vida por mí misma y por ella.Mi bebé no sería señalada ni discriminada por ser hija producto de algo tan horrible, sería mi hija solamente mía. La hija de la mejor modelo que ha existido, y cuando la vean al crecer, además de la belleza que posee dirán, "oh, eres la hija de la princesa de hielo" Así quiero que se refieran a ella, no como pasó conmigo, desde
Al salir de la habitación, Santiago acaricia el cabello de mi pequeña, se ha quedado dormida y está apoyada en su brazo. Estaba levantada desde mucho antes de salir el sol y es de suponer sé que sus baterías se apagaran. Ese momento lo capturó con mi teléfono, y me acercó, sus ojos nada más la miran con devoción, aún sin poder creer que es real.—Sahi, es una niña hermosa. Y sus ojos, son... Joder, no tengo palabras — musitó, sin dejar de mirarla.—Aisha, es un milagro. Mi milagro nació siendo una bebé normal, bueno, es normal. Hasta su cabello era como el mío, — le explicó y me acerco a llevarla en mis brazos, para su habitación —, y sus ojos, de un azul muy brillante, pero al cumplir los seis meses, estuvimos de doctor en doctor, sus ojos cambiaron a Violetas y su cabello se fue tiñendo de naranja cobrizo, el último doctor que la atendió y ha sido su médico desde entonces, nos informó que es unos de los casos que poco se ven en la actualidad, Aisha nació con el síndrome de Alejandrí
Mi corazón late fuerte, estamos a pocos minutos de llegar a casa de nuestros padres.Sara me hizo sentir una mierda, por llegar a pensar que ellos serían capaces de interrumpir mi embarazo. Tenía miedo y en ese momento pensé de tal manera porque sabía que era un alto riegos por mí condición. Les pedí perdón, por alejarme, pero necesitaba sanar y sobre todo Santiago y yo, debíamos estar lejos el uno del otro.Ese Santiago que me tiene más loca que nunca —sonrío sin poder evitarlo—, lo observó jugando con Aisha, está sentada en sus piernas con un videojuego y él está gruñendo, porque le está hablando.Es su sobrina y él prometió que nunca nos dejaría y lo hizo por verme feliz al lado delhombre que amo, pero lo extraño y no sabe cuánto.—Todo estará bien, Sahi Confía en mí, están locos por ver a esta malcriada — dice entredientes, cuando Aisha lo codea en el abdomen.—¡Te escuché, tonto! — lo fulmina con sus ojos violetas.Santiago ríe y besa su mejilla—Sí, eso eres, enana.—Ja, sí...
SantiagoJoder, si tuviese las palabras para explicar cómo me siento en estos momentos meentenderían mejor.Nunca creí que la tendría de nuevo que me perdonaría que volvería a mi lado y, sobre todo que formaríamos una pequeña familia.Esa pequeña enana de ojos violetas, me embrujo, la quiero con todo mi ser y daría mi vida por ella y por Sahi, son todo para mí y Sahi se merece ser feliz por completo.Entramos a mi habitación y sí, todo está igual a como lo deje, Sahi sin previo aviso se lanzó a mis labios y sus manos una lucha para quitar mi camisa.Le devolví el beso con la misma intensidad, y apreté su cintura con fuerza frotando sucuerpo con el mío. Quiero que sienta como me tiene.Quita mi ropa con desespero y yo lo hago con ella lo mismo, ya que solo lleva un vestidocorto y holgado. Bajo su tanga y la empujó hacia la cama y le sonrío al perderme entre suspiernas con frenesí, le encanta que me la coma con ganas y la verdad a mí me fascina.Jala de mi collar y une sus labios a
A Samuel, la felicidad de ver a sus hijos juntos no le cabía en el pecho, observa el retrato de Zachary y, parece que el tiempo se detuviera en ese momento. Se siente melancólico al recordar todo lo que vivieron y sobre todo su pequeña. Cierra sus ojos y la visualiza perfectamente, como le daba ánimos ese día que lo motivó buscar de Sara — Zachary —, susurra para sus adentros.—Abuelito, ayúdame. Tía Sam, quiere ponerme un vestido y no quiero — le chilla Aisha ySamuel, la lleva en sus brazos.Besa su mejilla y sonríe al ver que no tiene ni una lágrima.—Cielo, las princesas deben usar vestidos. ¿No quieres que un príncipe como tu padre? —Samuel le pregunta con una sonrisa y deja la foto de Zachary sobre la cama.—¡No quiero ser una princesa llorona! ¡No necesito un príncipe, me sé defender sola! —exclamó muy segura de sus palabras y Samuel, pellizca su pequeña nariz—, tengo a mipapi y a ti.—Esa es mi nieta, sí, nos tienes para protegerte siempre, Violet.—Abuelito, ¿papi y mami so
—¡Acepto ser tu esposa, amor!—Nen…—¡Cuidado! ¡Joder, cuidado! — grita Patricia, que viene corriendo con sus tacones en lamano.Aún no logran ver de qué huyen y en eso, una moto todoterreno viene a su máximavelocidad, Aisha va conduciendo y Brayan abrazado de su pequeño cuerpo, ríen como doslocos desquiciados y la pequeña acelera.Todos comienzan a gritar y se alejan, van directo a la mesa de los bocadillos.—¡Aisha! — grita, Sahily y zarandea a Santiago—. ¡Haz algo, joder! ¡Sí, le sucede unamínima cosa a nuestra hija, no me caso!Samuel no puede creerlo, niega de lo estúpido que fue, cuando le dijo su número preferido, que es el día que nacieron sus hijos y es el código del garaje.Su cabello está recogido en un moño mal hecho y hace señas que se quiten con su mano.Samantha está que se desmaya y mira toda la prensa que empiezan a capturar elmomento, con ayuda de los hombres de su abuelo los empieza a sacar del lugar.—¡Vivan los novios! —grita y acelera cambiando de dirección
Samuel se encontraba en su oficina recibiendo miles de demandas por parte de una importante escritora. Por qué su libro, que aún no estaba disponible para el público, estaba rodando por todas partes.Eso era un gran problema para él, solo su editorial tenía el borrador, por qué el mes próximo saldría en todas las librerías de Boston. Y, de esas librerías, ocho de ellas él, era el dueño.Había sido difícil para él, hacerse cargo de las editoriales que dejaron sus padres. Más, tener que criar a su hermana Sara, jamás se arrepintió de ese año que se volvió eterno para él. Entre juzgados y abogados. Por poder tener la custodia, porque él, solamente tenía 18 años, aun así lo logró, guardo sus lágrimas y lucho por lo único que le quedaba, Sara. No se permitió llorar la muerte de sus padres, tenía que ser fuerte y lo primero era no permitir que sus tíos se hicieran cargo de ella.Se levanta dispuesto a marcharse ya estaba agotado mentalmente, recoge su saco y se pasa los dedos por cabello o
El regreso al apartamento fue silencioso.Sara se mantenía en modo fetal en su asiento, con su cara oculta, sentía mucha vergüenza y miedo, no sabía qué le estaba pasando.Pequeños quejidos del llanto que trata de detener, tiene a Samuel con el corazón hecho una mierda. Samuel no sabe cómo actuar, ni que decir, va conduciendo, piensa en lo único que siempre la calma. Con una mano suelta el cinturón de seguridad de Sara, y jalo de su brazo y la atrajo hacia su regazo. La nombrada solloza con más dolor y esconde su cara en el pecho de su hermano, donde siempre se ha sentido segura.Samuel sigue manejando mientras le acariciaba el cabello hasta que se duerme. El pecho le arde, le duele verla así (En qué mundo estaba que no pensé en hablarle de ese tema) se reprochaba mentalmente. Minutos después llegan y Samuel, la despierta. —Cariño, ya llegamos —susurro en su oído, con su voz dulce, pasando sus dedos por su cabello. Sara se queja y abre sus hermosos ojos café dorados, Samuel se de