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•Samuel•
Los pequeños rayos de sol que se cuelan por las persianas y me hacen achicar los ojos, siento algo tibio, pegado a mi costado como cada mañana y sonrió sin poder evitarlo.
La observó su piel blanca con esas bragas de Dora la exploradora que tanto le gustan, algo infantil para sus dieciocho años, pero me gusta que sea única.
Y, también, que solo yo puedo verlas.
Sería extraño para alguien que nos viera, ¿qué pensarían de dos hermanos que duermen juntos y más en ropa interior? No sé, en qué momento pasó, solamente un día comenzó a dormir en bragas, sujetador y yo solo en bóxer.
Es mi hermanita, mientras la vea de esa manera no habrá ningún problema. Me gusta sentir su tibia piel pegada a mi cuerpo y últimamente más de lo normal.
Su larga cabellera castaño oscuro le cubre todo su rostro.
A veces, me preguntó ¿cómo m****a respira con todo ese cabello en la cara? Mis ojos bajan por toda su anatomía, posándose en su trasero respingón.
No aguanto las ganas, me preparo para darle una sonora palmada.
¡Plass!
—¡Ahh, Sam!... —chilla levantándose de la cama, mientras yo salgo volando de la habitación y bajó los escalones de dos en dos, lo más rápido que puedo.
Escuchó un fuerte golpe y después una maldición…
Como todo un papa gallo que soy (jamás será una mamá gallina) regreso para asegurarme que está bien, está sentada en el suelo sobándose el tobillo.
Maldigo y me inclinó para hablarle, cuando en un pestañeo salta encima de mí. Agarrándose de mi cuello muerta de risa.
Buena actriz, me la ha jugado de nuevo.
Le hago cosquillas, y posó mis manos en su pequeña cintura levantándola unos centímetros del suelo.
—Buenos días, dormilona—le digo dejándole un beso en la mejilla y sus labios me regalan la más hermosa sonrisa.
—Buenos días, Sam… Te has pasado. Me levantaste de mi sueño con Brad Pitt. Estaba a punto de basarme —expresó juguetona y hace una mueca con sus labios.
—Ah, sí. No me digas. Desde hoy tiene prohibido soñar con ese pendejo — ordené, mientras la tomé con fuerza por su cintura y la lanzó sobre la cama, comienzo a hacerle cosquillas y dejar mordidas en su cuello.
Su risa suena en todo el piso.
Sara es mi razón de ser, mi única alegría. Ya fuera de aquí, me vuelvo el jefe, soltero, frío y codiciado dueño de las Editoriales Montiel.
—¡Ya… ya! ¡Para, Sam! —grita tomando mis manos. Pero le dobló en tamaño y fuerza, soy yo quien le toma las de ella ahora—. Dime, que soñaras solo conmigo y no con ese tipo.
Bromeó, pero siento una pizca de celos en mi voz.
Tal vez, son ideas mías.
Observó cómo su pecho sube y baja, por tanto, reír. Me mira con sus hermosos ojos y sus labios carnosos me dan la sonrisa más sincera, y trago grueso al verlos.
—Debes saber que, en realidad, eres tú, quien invade mis sueños Sam… —balbuceo con sus mejillas sonrojadas y me tensé por su respuesta.
Me levantó dejándola en la cama y su rostro se ensombreció.
—Anda ducharte y arréglate, mientras preparó el desayuno. Tienes una hora para estar lista— dije cortante.
¡Mierda! Las veces que me habla de esa manera, no puedo evitar que mi cabeza se vuelva un caos.
Solamente estaría jugando. Eso es Samuel, nada más jugaba.
Decido bajar y preparo lo más rápido que puedo unas tostadas con queso, mi café no puede faltar. No tendría necesidad de cocinar, cuando puedo contratar a alguien para que lo haga, pero no. Me gusta que seamos únicamente ella y yo.
Me alisto en la otra habitación, me di una ducha rápida y me puse mi traje gris oscuro, salgo y paso por mi habitación y me detengo, la puerta está entreabierta.
No puedo evitar ver su hermoso cuerpo sin ropa interior, sus curvas que son tan perfectas y su piel que me...
¡Joder! ¿!Qué m****a te sucede Samuel!?
Está de espalda tratando de quitarse el sujetador. Mis pies se mueven solos, mi cerebro se detiene en ese momento y me acerco hacia ella a pasos decididos. Se asusta un poco al sentirme detrás de ella, pero no se voltea.
Paso mis dedos por su espalda y su piel se eriza al sentir mi tacto, le quitó el sujetador lentamente y me acerco solamente un poco más y le dejo un beso en su hombro.
—Sara, la próxima vez cierra la puerta —alegue, saliendo de ahí, no es la primera vez que la veo así. Pero cada vez, es más raro lo que me pasa.
Me siento en el banco y maldigo, ¿qué m****a que me está pasando?, decido desayunar y unos minutos después baja, tiene su cabello recogido en una cola alta, lleva su falda colegial azul oscuro de cuadros y su camisa blanca.
No puedo evitar sonreír al ver sus medias que casi le llegan a las rodillas con dibujos de Pepa la cerdita rosada, sin duda ella no es normal.
Se percata que la observó.
—¡Te vas a reír también!—protesta y frunce sus cejas, colándose las manos en la cintura—. Son muy chulas.
—Sí, sí. Lo que digas. Anda ven—se acerca su dulce olor a caramelo dulzón, inunda mis sentidos y la tomó de una mano, acercando mi rostro a su cuello y le dejó un beso.
Ella sonríe.
Terminamos de comer, vamos caminando tomados de la mano hacia el estacionamiento que queda fuera del apartamento, me va contando las deslumbrantes novelas coreanas que tanto ve en la TV, cuando escucho un silbido que me tensa al instante.
Sara se voltea con gran emoción y llena de alegría y grita: —¡Bryan!
¡Joder!...
Volteó, Si él está aquí, quiere decir que ellos también…
•Sara•Lo que sucedió hace un momento quedó olvidado y es algo que hacemos muy bien, siento que una cuerda me jala a su lado, Sam es tan atractivo que así sea mi hermano mayor, es inevitable no sentir todo esto que ha crecido poco a poco dentro de mí.Vamos caminando hacia el estacionamiento cuando un silbido que conocería donde sea, llega a mis oídos. ¿¡Será…, será!? Me giro y sí, es él. Tres años sin verlo y no puedo más que gritar su nombre. —¡Bryan!—suelto a Sam de la mano y corro hacia él. Dios…, como se puede extrañar tanto a una persona. Bueno a dos, Bryan y Maikol Cruz son nuestros primos gemelos, tres años menores que Sam. Se fueron a España con sus padres, por un millonario contrató que le ofrecieron a Bryan, que es arquitecto mientras. Maikol, es psicólogo. Bryan, está superguapo. Hasta con muchos más músculos de los que recordaba, con esa sexy sonrisa baja bragas, como diría Patricia y sus ojos azules como los de Tía Greta, es fácil distinguirlos, por eso, ya qué, él l
•Samuel•Sin pensarlo más la beso de una manera que jamás imaginé. Estoy completamente jodido...Mi cerebro en ese momento no reacciona, no ve culpas, solo se sumerge en ese beso. Sus cálidos labios me reciben gustosos, subo una mano a su rostro y acarició su suave piel, con la otra la apegó más a mí, siento el calor de su cuerpo que tanto me gusta, y su corazón late fuerte, devoro sus labios y atrapó su labio inferior entre mis dientes dándole una suave mordida que la hace gemir y en ese momento me obligó a abrir mis ojos.Estoy duro y tuvo que sentirlo, me alejo de ella.¡Mierda, es mi hermana!, ¿¡Qué estoy haciendo!?No, Sam... Esto no está bien, soy un completó enfermo.Sus ojos dorados me consumen y sus mejillas están sonrojadas, pero sus ojos... ¡Joder! No sé, leerlos; reflejan confusión y a la vez tienen algo más..., decepción, es eso, debe estar pensando lo peor.Soy su hermano mayor. Su único hermano, la he criado como mi hija.Y, esto..., es un maldito error.Comienzo a cami
•Samuel• Bryan me cabrea, no me gusta que se coma a Sara con la mirada. Nunca nos hemos llevado bien. Con Maikol todo es diferente, es un buen amigo y le tengo mucho apreció, me ayudó mucho aunque era menor que yo, cuidaba de Sara cuando estaba entre juzgados luchando por su custodia. En eso suena el timbre y escucho claramente como Bryan dice burlón, que comience el show. Sabía que algo había detrás de este almuerzo. No sé, por qué me sorprendo, cuando tengo unas escorias como familia. Greta se apresura a abrir con entusiasmo. Y observó a un chico de unos veintitantos, bien vestido, alto, pero no más que yo. Greta le da dos besos en la mejilla y otra persona se hace presente. Una hermosa chica que parece de mi edad o menos, es rubia también. Con buenas curvas, no lo voy a negar. Saluda a Greta, y pasa su mirada por la sala, se detiene a mirarme. Sara también la observa, pero no le presta atención continua en su mundo. —Samuel, Sara. Les presento a Zachary Román y Zac Román. Hijo
•Sara•Tres días han pasado desde el almuerzo. Todo cambió, Sam cambió, está callado, no sonríe y con una cara de mil demonios.Se la pasa metido en la editorial, como si quisiera evitarme y me duele, no he tenido ganas de ir al instituto y él tampoco me ha dicho algo al respecto. Ese día le expliqué de mil maneras que Zac, solo intentó limpiar un poco de labial que se me había corrido, pero no quiso escucharme. Zac, me tomó desprevenida y no me dio tiempo de reaccionar y apartarme, sé lo protector que es Samuel, pero ese chico nada más estaba siendo amigable, pero Sam, no me dejó hablar más y me ignoro todo el camino de regreso, aunque la verdad, todo esto es por el beso. Después de la pequeña amenaza de Sam, me tomó de la mano y nos fuimos, no me dejó despedirme de nadie.Solamente logré mirar a Maikol y me hizo señas con una mano, que lo llamara. Hemos recibido llamadas por montones de Greta y Manuel. Sam no ha contestado ninguna, y yo, menos, solamente quiero qué todo sea como
•Sara•Me había quedado dormida después de la salida con Maikol, fuimos por un helado y al centro comercial, sin duda, lo necesitaba.No sentí a Samuel llegar. Pero sí, su cuerpo cuando me apego a él, y sus labios dejaron un beso en mi cuello, me erizó la piel, pero todo se acabó al sentir un olor extraño, me dio un revolcón en el estómago, cuando pude distinguir bien era perfume de mujer.Mi corazón se rajó un poco más. Después de nuestro beso..., no sé, qué duele más, ¿saber que estuvo con otra o creer que algo pasaría entré nosotros?Trato de ocultar mis lágrimas y le digo que huele a perfume de mujer, pero es inútil, soy tan frágil.Se queda en silencio y yo también, me siento en el sofá y trato de no mirarlo y que no note mis ojos llenos de lágrimas.—Sara, no debo darte explicaciones —musito.—Pensé que me querías, Sam —derramo mi primera lágrima y paso el dorso de mi mano con brusquedad para limpiarla.—No quiero que confundas las cosas, cariño. Ese beso fue un error. Sin embar
Trato de no pensar, en el peso que traen sus palabras, joder... No puedo negar que me gusta lo que dijo.Tomó su rostro en mis manos, no pienso responder, dejó un beso en su frente y la apegó a mí.—Duerme, pequeña..., no sabes lo que dices. Eres muy joven y yo, soy un hombre mayor y sé que en estos momentos, no eres consciente de lo que dices.— No me trates como una niña, si sé, lo que digo. Te quiero a ti, solo quiero que me digas, ¿si estás dispuesto a quererme de la misma manera?No respondo, miro fijamente el techo y ella se voltea.—Buenas noches, Samuel.Samuel, Samuel..., está molesta lo sé, ella es tan niña y no sabe todo lo que eso traerá. La quiero, la deseó como un desquiciado, pero no puedo, es mi hermana. La giro la apego a mí, pasando mis brazos por su cuerpo. Nada más así dormirá a mi lado, se mantiene tensa, sin embargo, después se relaja y me abraza con ternura.Soy un maldito indeciso.•Sara•Ya había amanecido, Sam no se encontraba a mi lado. Anoche me dolió que
Salimos de la casa y todos están sentados hablando. Zac está de pie. Bryan y Patri sentados uno al lado del otro. Tía Greta, está junto a tío Manuel. Y mis ojos caen en Samuel, la tal zachariaa esa o como se llame. Está sentada al lado de él, con un traje de baño enterizo y está de risitas con Sam.—¡Si esto es el cielo! ¡Qué rico es haber muerto! —exclama Zac acercándose a mí y deja un beso muy largo en mi mejilla.Los ojos de Samuel están que me desintegran con la mirada los tiene lleno de ira. Su mandíbula está tensa, sus manos hechas un puño.—Emm. Hola, Zac —lo saludo tratando de no mirar a Samuel, su piel bronceada se ve hermosa y tiene algunos vellos rubios en su pecho.—Niña, ven aquí —me acerco a Bryan. Este me toma de la mano y me gira—. Dios, qué hermosa estás, Sara.Me sonrojo y en ese momento Samuel me jala de una mano. Me sienta en su regazo.¡Dios mío...! Siento la mirada de Zachary que se levanta incómoda. No sé dónde esconderme, tío Manuel carraspeó e intercambió mira
•Sara• Caminamos de regreso a la playa. Dios..., mis mejillas están como un, tómate. Tengo las piernas que parecen unos espaguetis hervidos. Sentir a Sam, comiéndose de esa manera mi intimidad, me subió al mismo cielo. Maikol tenía razón y lo amó por eso. Sin su ayuda, Sam estaría aún debatiendo si aceptar o no lo que siente. Al llegar todos están hablando y mi adonis se acerca: —Me lo debes contar todo, todito —murmura en mi oído. —Yo-yo, no tengo nada que decir— titubeó y miró a otro lado Sam se acerca y me pasa su brazo por los hombros. —Deja de joderla, hermano —Maikol, abre su boca. —¡OMG! La joderé todo lo que quiera rey —suelta a reír—, tú muy bien que la jodiste allá adentro. —¡Adoniiiss!—suelto grito de vergüenza. Lo matooo. En eso, Bryan se acerca, junto a Patricia. —Sara, tu hermoso primo, se ofreció a llevarme —Comenta, apartándose su colorido cabello de la cara. — ¡Oh, qué servicial! —ironizó, Sam, mira a Patricia—. Yo te traje, yo te llevo —espeta. Bryan, to