En toda esa semana había tenido el mismo sueño y mis pensamientos divagaban sobre el.
Un sueño tan distinto a cualquier otro que pude haber tenido, no era una pesadilla pero como yo lo sentía parecía que alguien se metía en mi mente.
Esa no era yo y tampoco era mi imaginación.
Con el pasar de lo días cada detalle del sueño era más claro.
¿Pero qué explicación tenía todo eso?
Solo preguntas y más preguntas aparecían en mi cabeza.
¿Debía ir a esa playa? ¿Y si aquel lugar tenía las respuestas sobre lo que me había estado ocurriendo desde que era niña?
Y pensarlo tantas veces llegaba a la misma conclusión tenía que ir allí.
— Aquí tendrás las respuestas…. —dije en voz alta recordando una parte del sueño.
Lleve otra cucharada de yogurt con bolitas de chocolates a mi boca, dejando vacío el tazón.
— ¿Qué sucede cariño? —pregunto mi madre que estaba de pie a mi lado.
La mire a los ojos y ella sonrió apenada, juntando sus dos manos.
— No pasa nada mamá… —ella se inclinó hacia mí.
Por instinto me hice hacia atrás y ella se detuvo a metros de mi frente.
Ese beso que quería depositar en mi frente, que tenía un significado tan simple pero necesario, ese simple gesto que me hacía sentir segura y sin miedo.
Otra vez la puntada en mi corazón y mi garganta cerrándose, aprete mis puños y me puse de pie para salir de allí y dirigirme a mi cuarto.
El enojo que sentía empezaba a molestarme aquellas situaciones, quería recibir ese cariño, un abrazo, pero me sentía vacía… mi vida vacía.
Por mi mente cruzo otra vez la playa y una pizca de esperanza apareció dentro de mi ser.
Entre a mi cuarto tome mi mochila y metí una linterna, una botella con agua, un kit de emergencia y uno de mis libros favoritos. Me mire en el espejo abroche mi campera y observe una vez más el dije que colgaba en mi cuello.
Mire el folleto que tenia dibujada unas cataratas y decía donde se encontraba el sitio y lo deje sobre mi escritorio.
Algo que llamo mi atención fue la fecha que estaba escrita.
¿Casualmente tenía escrito la fecha de ese mismo día? Solo una coincidencia.
<< Espero que todo salga bien >>
Bajé las escaleras sigilosamente tratando de no hacer ruido, salí de la casa y me dirigí hacia la estación de autobuses.
Al llegar mire al sujeto que estaba de pie al lado de la puerta del autobús. Mostré la pantalla de mi teléfono donde salía que había comprado un boleto y sin más preguntas me subí.
Tomé mi teléfono y empecé a redactar el mensaje a mis padres del porque me fui de la casa sin decir nada y sin avisarles antes.
Era algo tan estúpido e infantil y a la vez peligroso.
Luego de bajar en la parada seguí lo que quedaba de camino a la playa a pie.
La playa desolada sin un alma, el típico cielo cubierto de nubes y el mar que no tenía vida.
Empecé a caminar sintiendo la arena metiéndose dentro de mis tenis.
Y fue cuando levante la cabeza encontrándome a lo lejos con el arco de piedra, sentía mi corazón latir con apuro y el lado racional me decía que aquello fuera un tonto error.
— Vamos Dacia eres valiente —me dije a mi misma.
Inhalé tome mi teléfono y aprete el botón de enviar, el mensaje a mis papas ya había sido enviado no había vuelta atrás.
Metí mis manos dentro de mis bolsillos y avance quedando a metro del arco de piedra.
<< Tienes que cruzar >>
Cerré mis ojos y di varios pasos hacia delante, una extraña presión empecé a sentir sobre mi cuerpo y de repente mis pies ya no estaban sobre la arena.
Estaba flotando tenia miedo de abrir mis ojos y solo deje mi cuerpo elevarse.
Y fue cuestión de segundo para que empezara a caer hasta que caí con un golpe seco al suelo.
Todo el golpe se lo había llevado mi espalda, abrí mis ojos y se veía el cielo. El tacto debajo de mis manos me hizo saber que aquel golpe no había afectado nada en mí.
Con ayuda de mis manos me puse de pie y lo primero que vi solo era bosque, árboles y más árboles. El verde césped y la naturaleza en su máxima expresión.
¿Y la playa?
En frente mío apareció un estrecho camino entre los arbustos, el camino estaba tan marcado que daba la sensación que varias personas habían transcurrido por el.
Seguí caminando dudosa pero a la vez con intriga, lo mágico no me impresionaba ya así que todo eso me parecía posible.
El camino empezó a despejarse hasta que en frente de mi apareció una gran pared de piedra.
Y mi instinto de curiosidad me hizo trepar para ver que había del otro lado.
Un edificio que parecía un palacio con una gran puerta de entrada. Me percate de las cámaras que habían y que en un segundo todas apuntaron hacia mi.
Me tire hacia atrás, y el camino por el que había venido ya no estaba a la vista.
<< ¿Me habían visto? >>
Empecé a rodear la muralla en busca de otra salida, pero el sonido del mar me distrajo.
<< Seguía allí >>
El mar estaba cerca podía volver a casa fue lo primero que pensé. Empezó a correr y a lo lejos el césped bajaba, ese césped verdoso que rozaba lo artificial.
— ¡El mar! —dije con una sonrisa.
Aumenté la velocidad no tomando en cuenta que la bajada era demasiado empinada, y fue como tropecé y empecé a rodar cayendo de cara a la arena.
Como si estuviera escapando de algo me levanté y volví a correr.
Me detuve observando el agua de mar tan cristalina y el cielo despejado. Ya no me encontraba en casa y eso era obvio.
Saque el teléfono de mi bolsillo y este no tenía señal. El agua del mar me rozaba las zapatillas. Y fue donde la desesperación empezó a crecer.
<< ¿Dónde me encontraba? >>
Guarde mi teléfono sin dejar de mirar al mar, confusa y con la necesidad de querer irme de allí.
— ¡Oye no te metas en nuestra practica! —grito alguien— ¡Ten cuidado!
Tropecé cayendo a la arena nuevamente y poniendo mis manos en frente. El agua había detenido el objeto, la ola parecía estar congelada, pero estaba bajo mi control.
Mire sorprendida era la primera vez que hacía eso pero al caer en la cuenta habían otras personas allí.
Una chica con sus manos extendidas parecía sostener el objeto.
— Debes ser la chica nueva —la chica sonrió— soy Eider…
— Ve acompaña a tu compañera —dijo otra persona.
¿Compañera? ¿De qué estaba hablando?
La chica me miro haciéndome señas con sus manos, recorrí con mi mida al hombre que le dijo a la chica que me acompañara.
— Ven no temas —insistió la chica acercándose a mi y extendiendo su mano.
Fruncí el ceño y mire a los otros chicos que seguían con su actividad.
¿Estaban utilizando poderes?
No tome su mano pero me puse de pie, ella sonreía confiada quizás podía volver a casa.
Camine detrás de ella por la misma bajada donde había rodado, subimos entrando al gran edificio.
Por fuera no parecía ser un sitio grande pero al cruzar la puerta mágicamente tenia el doble de tamaño.
Unas escañeras de varios escalones subían a otro piso, varios jóvenes caminaban y charlaban entre ellos.
Mi mirada fue hacia el piso grandes baldosas de color blanco y brillantes que podías verte reflejado.
— ¡Bienvenida Dacia! —una mujer pálida y de cabellos largo, y blancos se apareció.
Su rostro se me hacía familiar era como si la hubiera visto en algún sitio.
¿Era ella la mujer de mis sueños?
— ¿Qué hago aquí? —fue lo primero que pregunte antes que pudiera decir otra cosa.
Ella me miro con una sonrisa y empezó a caminar a mi lado. Subimos las escaleras recorriendo un largo pasillo.
— Este es tu nuevo hogar querida… aquí aprenderás a controlar tus habilidades —respondió sin mirarme y sin detener el paso.
Hice silencio observando todo a mi alrededor.
¿Habilidades? ¿Se refería a lo que podía hacer con el agua?
— Mis padres piensan que estoy en un campamento de verano —dije no muy convencida.
— Tu quédate tranquila que el tiempo no corre de la misma manera —la mujer miraba había todos los rincones.
El largo pasillo estaba decorado por plantas y que cuando ella las miraba estas parecían cobrar vida.
— Aquí podrás utilizar tus poderes sin miedo y aprenderás a como utilizarlos —ella extendía sus manos hacia las plantas y sonreía— hay reglas que también debes cumplir… pero eso ya te lo explicara tu compañera de cuarto.
Se detuvo y señalo hacia la habitación que tenía las puertas abiertas. Adentro de ella se encontraba la misma joven quien había encontrado en la arena.
— ¡Hola de nuevo! —era amigable y sonriente— Tavia debe haberte explicado maso menos lo que haces aquí así que sin más preámbulos…
Ella quiso tomar mi mano pero rápidamente la quite.
— Lo siento… No me gusta que me toquen —mire hacia abajo.
— Tranquila ¡Vamos recorreremos esta gran casa Escuela Fiimburg! —y salimos de la habitación.
Empezamos a recorrer el lugar que era extraño pero a su vez parecía acogedor. Los grandes salones, bibliotecas y todo lo hacía parecer una escuela. Era moderna con tecnologías y que a su vez te generaba cierta intriga. — Llegaste justo en el momento para la prueba —dijo Eider con una sonrisa. — ¿Prueba? —pregunte levantando una ceja. Ella asintió e hizo el intento de tomarme de la mano. ¿Esa chica no podía solo evitar el contacto? — Lo siento —se disculpó tímidamente. Me reí ante su reacción nunca había tenido amigas mujeres y en mi escuela las mas simpáticas y buenas personas del mundo. Eider y yo caminamos hacia un pasillo y luego era aire libre. — El salón de pruebas —señalo ella hacia la puerta transparente. Varios alumnos empezaban a llegar detrás de nosotras. Ese lugar parecía la huerta de mi abuela, el techo de vidrio que dejaba pasar la luz natural y las enredaderas que hacían sombra.
Todos empezaron a salir de a montones y fue donde perdí de vista a Eider. Sali detrás de los demás y muchos me miraban con molestia. ¿Por qué me miraban de aquella forma? Seguí caminando y por el pasillo recibía varias miradas de desprecio. Una sensación extraña recorría todo mi pecho. Llegue al patio interno que había dentro de aquel gran palacio moderno “La Escuela Fiimburg”. Ese patio estaba lleno de flores al costado de un camino que daba hacia afuera del edificio. Cruce teniendo mi concentración en mis pensamientos. << Soy poderosa >> No podía dejar de sonreír y en pensar en lo que había sucedido, era la primera vez que mostraba lo que sabía hacer. Mire a mi alrededor y a lo lejos estábamos rodeados de bosque, y más a lo lejos pero no tanto del edificio la playa. Varios grupos se encontraban allí afuera dispersos camine sin darles importancia. Y llegue al grupo que se e
Me encontraba en un lugar tan cálido… un espeso líquido que me envolvía y una dulce voz escuchándose a lo lejos… era mi madre… de repente me encontraba en otro sitio… una vela numero 4 sobre un pastel… todo decorado con globos… me mire en el espejo ya no era una niña… y Einar me observaba… El sonido de un pitido que cada vez se hacía más fuerte, abrí mis ojos encontrando con una luz blanca sobre mi rostro. Mi vista al principio borrosa que en segundos se acostumbró. Empecé a observar cada cosa hasta que me percaté que mi cuerpo estaba atado a una camilla. Mi corazón empezó a latir con rapidez. ¿Dónde estaba? ¿y porque estaba atada a una camilla? Varios cables estaban conectados a mi cuerpo, que sobresalían y se dirigían a una máquina. — Itaro ella es demasiado poderosa no podemos dejarla sola… —la voz de mujer se escuchaba no tan lejos de donde me encontraba. — Lo sé solo deberemos enseñarle al igual que los demás… —la
Camine por el estrecho pasillo evitando mirar a las personas que cruzaban por él. Clase de “Normas personas con habilidades”, resople y entre al aula. Encontrándome con dos estudiantes y una señora con lentes, que estaba sentada leyendo un libro. Miré a las personas que estaban allí y mi sonrisa fingida desapareció, puse mis ojos en blanco al ver al soberbio de Brais. El solo sonrió levantando sus pies y apoyándolos sobre una mesa. — ¿Son todos? —pregunto la mujer al percatarse de mi presencia— ejem si creo que si… La mujer hablaba raro y con la voz rasposa algo que era extraño. — Muy bien deberán hacer un trabajo y leer el libro de normas Firewall es la segunda vez que está aquí ejem —dijo la mujer acomodándose los lentes. ¿Acaso tenia la habilidad de hacer todo en cámara lenta? Mire a Brais que parecía querer reírse pero solo sonreía mostrando sus relucientes dientes. — Sus faltas… —dijo la mu
Volví a mirar hacia la ventana que estaba a la cabeza de mi cama, la ventana con forma de circulo que separaba la habitación del exterior. Habían pasado unos días desde que había llegado aquel sitio, había clases donde la mayoría prefería que me quedara a un lado. Algo me parecía absurdo y un mal acto por parte de los profesores responsables. Me mantenía al margen de todo lo que sucedía trataba de pasar el tipo libre encerrada en la habitación. Las visiones eran más seguidas y aparecían solo con mirar a alguien a los ojos. Las pesadillas que tampoco me dejaban descansar y nadie me daba respuestas. Sentía que casi siempre me observada. << Me están poniendo a prueba >> Pero a lo largo de mi corta vida me había acostumbrado a vivir sin utilizar mis habilidades. De repente la puerta de la habitación se abrió y una agitada Eider apareció. — ¡Vamos a que ir a clases! —dijo tratando de recuperar el
Tomé aire como si me hubiese estado ahogando y abrí mis ojos, la luz del sol entraba por una ventana y me había cegado por completo. De pie a mi lado había una mujer y fue en ese momento que tomo mi mano. Un pasillo… el piso estaba empapado de agua… la mujer vestida con un uniforme de color blanco… la enfermera con la mirada sobre unos papeles… ella sin ver el charco… sangre y la mujer desplomada en el suelo… Quite mi mano mi cara de espanto por lo que acababa de ver. — ¡Suélteme! —dije al ver que ella seguía con su mano sobre la mía. Al mirarla a la cara otra vez en mi mente se reproducían esas imágenes. ¿Una caída la había lastimado de aquella forma? ¿O mejor dicho esa caída le iba a provocar algo lamentable? Quería llorar de la desesperación y los nervios que estaba sintiendo en ese instante. Ella se hizo hacia atrás espantada al ver mi reacción, aparte la sabana a un lado y me levante de la cama. Quería irme a casa
Los días pasaban y solo seguía sintiendo el vacío dentro de mi. No era la tristeza o felicidad, era vacío, esa vida vacía que había llevado durante mis años de vida. Observe una vez mirando el paisaje del otro lado de la ventana. No quería salir del cuarto algo que se había vuelto costumbre. ¿Se suponía que iba allí a aprender? Pero nada solo recibía miradas de desprecio y temor por parte de todos. Eider solía llevarme comida a la habitación ya que decía que no era bueno que no comiera. El llamado a la puerta me saco de mis pensamientos, me puse de pie y abrí la puerta. — Eider me pidió que te trajera algo de comida —Brais me miro con una fingida sonrisa extendiendo la bandeja hacia mi— todos están en la práctica faltas tu fantasma. Me quede en silencio y tome la bandeja entre mis manos. — Nadie me quiere en esa estúpida practica —dije dirigiendo mi mirada a la comida. — ¿Y crees que encerrándote aquí lograras a
Una joven… caminando por una calle solitaria… una casa oscura… escaleras… alguien detrás de ella… sangre y un grito ahogado… — ¡Ah! —grite sintiendo la respiración agitada. Miré a mi alrededor y no vi a Eider acostada en su cama. Hasta que ella cruzo por la puerta del baño acercándose a mi con una mirada preocupada. — ¿Te encuentras bien? —solo asentí— hoy me desperté mucho antes que tu… sentí que me observaban… — ¿Qué hora es? —me gire en busca del despertador sobre la mesa de noche. Maldije al ver que no había ningún reloj. — ¡El entrenamiento! ¡sabía que algo teníamos que hacer! —Eider se levantó de la cama y se volvió al baño. Últimamente las pesadillas habían sido mas constantes que de costumbre, lo mas curioso era que las personas que aparecían nunca las había visto en mi vida y lo peor de todo eran las desgracias que veía. Me puse la ropa mas cómoda que tenia y Eider toda arreglada con sus peinados elabo