Capítulo 395
El estado de salud de Carlos no es nada bueno.

Cuando me vio llegar, me miró con calma, pero no pude leer ninguna emoción en su rostro.

Se recostó tranquilamente en la cabecera de la cama, como si todo lo que sucediera en el mundo no le afectara, sumido en una paz que parecía perfecta.

—Carlos. —Lo llamé, colocando el termo sobre la mesa mientras hablaba. —Mi mamá te preparó sopa para recuperarte.

La muerte de David casi lo había debilitado por completo. El informe médico, grueso como un libro, estaba sobre la mesa junto a su cama, lleno de letras pequeñas y desordenadas. Solo le eché un vistazo rápido antes de colocar el termo sobre él.

—¿No vas a ver?

Habló con voz rasposa y débil, respirando con dificultad.

—¿Qué voy a ver?

El papel bajo el termo ya estaba arrugado, lo miré con indiferencia y respondí:

—Tu salud está en manos de los médicos.

Pausé un momento, sonriendo ligeramente mientras lo miraba:

—Y también en manos de tu madre.

Me levanté y, como una esposa ejemplar
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