Capítulo 388
Carlos, hoy, para asistir a la boda, llevaba un traje negro perfectamente ajustado, cuya confección resaltaba sus hombros anchos y su cintura estrecha, lo que hacía que su rostro atractivo se luciera aún más.

Caminaba hacia mí con una expresión impasible, sus zapatos negros resonando suavemente sobre la alfombra.

No tenía ganas de admirarlo.

Sus labios estaban apretados, y su rostro, serio y frío.

Juan se puso frente a mí, y Carlos lo miró fijamente, diciendo:

—¡Muévete!

Juan, empapado en sudor frío.

Ana lo siguió, golpeando su espalda con el puño:

—¡¿Quién te dio permiso de hablar así de mi hombre?!

Carlos estaba perdiendo la paciencia.

Había tolerado a Ana por el bien de Olivia, pero ella seguía provocándolo una y otra vez.

Su mirada se volvió aún más oscura mientras fijaba sus ojos en Juan, y con voz calmada dijo:

—Llévatela y vete, ninguno de ustedes está a mi altura.

Aunque no dijo palabras directamente insultantes, su tono era mordaz.

—¡Carlos!

No podía permitir qu
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