Capítulo 394
Estar en la familia Díaz me resulta opresivo.

Salí a visitar a mis padres, hacía mucho que no les hablaba bien.

En el cementerio, el sol estaba cubierto por las nubes, y el cielo lucía gris y sombrío, sin la más mínima sensación de que la primavera se acercaba.

Aunque llevaba un abrigo grueso, no dejaba de sentir frío.

—El padre de Carlos falleció, y él ahora es un niño que ya nadie quiere. Se supone que los esposos deberían apoyarse mutuamente, y más aún cuando ambos comparten la misma experiencia.

—Pero yo ya no tengo a nadie en quien apoyarme. Ya no puedo confiar en él, no es el tipo de persona a quien le entregaría mi espalda.

—Papá, mamá, ¿cuál es la mentira más grande que se han dicho el uno al otro?

Tenía un sinfín de quejas sin poder expresar, dejé que las lágrimas corrieran por mis mejillas mientras el viento me golpeaba la cara, doliéndome.

El guardia del cementerio me conocía, me vio triste y me ofreció sus condolencias.

Hace unos días, Carlos se encerró en su ofici
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