Capítulo 7
Teresa estaba feliz, y la familia disfrutaba de una cena armoniosa cuando ella se levantó para ir a su habitación y regresó con un par de pendientes de zafiro para mí.

Yo, comportándome de manera dócil, acepté los pendientes y los elogié sin parar, hasta que noté que la cara de Sara se oscurecía. Entonces, los coloqué en la mesa frente a Sara.

Todos dirigieron su atención hacia Sara, quien mostraba una expresión de celos apenas contenida.

—Mamá, dáselos a Sara. Parece que a ella también le gustan, y así no me los pedirá más.

Teresa le dio una palmada en el hombro a Sara y volvió a poner los pendientes en mi mano. —No se los daré. Ella es aún joven y no es apropiado que los use.

Sara hizo un puchero y las lágrimas que había estado conteniendo toda la noche finalmente comenzaron a caer.

Al final, no me sentí tan liberada como pensaba. Amaba a Carlos, y ese amor no desaparecería en el momento en que mencionara el divorcio.

Por amor, por primera vez, sentí celos de Sara.

Hacer llor
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