Capítulo 180
Ana seguía hablando al otro lado del teléfono, pero sus palabras se volvieron distantes, como si provinieran de otra dimensión.

El celular resbaló de mi mano, y el tiempo pareció ralentizarse en ese instante.

De manera automática, me dirigí a mi estudio. Allí, sobre el escritorio, los documentos y expedientes que había revisado durante las noches recientes se apilaban desordenadamente. Una sensación de amargura comenzó a invadirme, creciendo poco a poco.

Sin pensarlo, tomé esos papeles, cada hoja que había leído con dedicación, y las lancé al aire con rabia contenida.

Las hojas cayeron lentamente, algunas rozaron mi cuerpo y se posaron a mi alrededor.

Me desplomé en el suelo, sin fuerzas, rodeada por el caos que yo misma había creado. Una mezcla de cansancio y frustración me llevó a quedarme acostada sobre aquel mar de hojas en blanco, mirando al techo, sin entender absolutamente nada.

¿Por qué?

¿Qué es lo que quiere Carlos?

¿Por qué me hace esto?

Todo se reducía siempre a Sar
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