Capítulo 185
Mis manos temblaron ligeramente a mi lado, y una punzada repentina de dolor se propagó desde mi vientre bajo.

—¿Qué te parece, Olivia? ¿Sorprendida? ¿Impactada? ¿De verdad creías que mi hermano me iba a abandonar? —La voz de Sara, cargada de una satisfacción maliciosa, resonaba como un eco desagradable en mis oídos, haciendo que cada fibra de mi cuerpo se rebelara contra ella.

Sin embargo, los rostros bondadosos y llenos de esperanza de los ancianos Díaz me observaban desde la distancia, inmovilizándome en mi lugar.

Solo cuando la molestia en mi vientre se disipó, levanté la mano y aparté a Sara de mí. Luego, con una sonrisa tensa, coloqué el ramo de flores en el jarrón junto a la cama de David, ignorándola por completo.

Sara intercambió una mirada con Teresa, y ambas salieron juntas de la habitación, dejándonos solos a David y a mí.

David, recostado ligeramente en la cama con una ligera inclinación en el respaldo, levantó una mano con lentitud. Intentaba quitarse la máscara de ox
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