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Capítulo 2. ¡Es imposible!

Toda su vida había perseguido una utopía. Una obra maestra que fuera su mejor creación.

Era joven, pero ambicioso y lleno de vigor, luego de todo lo que había sufrido.

No encajaba en el mundo que lo rodeaba y eso probablemente podría adjudicárselo a su orfandad.

Crecer en ese orfanato horrible, sufriendo además el acoso de sus compañeros por tener un aspecto pálido y débil, lo había vuelto más reservado.

Sabía que era diferente a los demás, podía sentirlo en lo más hondo de su ser.

Pero, al llegar a la adolescencia, ya no le importó. Y todo cambió.

Ahora era alto y bien formado de ojos y cabello profundamente negros, así que pronto dejaron de molestarlo tanto, lo suficiente como para sumergirse en sus propios intereses y aficiones, empezando por la química. 

Pronto se dio cuenta de que debía explotar además esas cualidades de líder nato que los deportes despertaron en él, y también estudió una carrera empresarial.

Siempre curioso, siempre buscando más.

Por sobre todo, anhelante de poder.

De su primera infancia no albergaba ningún recuerdo consciente. Tan sólo fragmentos confusos que se colaban en sus sueños.

Tan sólo un rostro maternal nublado y una sensación de desgarradora separación.

Gabriel Reyes era el nombre con el que había crecido, desconociendo cuál era el verdadero.

Ingeniero químico, aficionado al deporte de riesgo y empresario incipiente, buscaba el impulso perfecto para llevar adelante todas sus ambiciones.

Y ese impulso perfecto llegaría al revisar los anuncios en busca de un empleo mejor del que tenía, en alguna empresa más reconocida. 

Un empleo que lo acercara a las "grandes ligas" de los negocios.

Entonces lo vio, Moon Alchemy tenía un puesto libre, y eso era perfecto para él.

Gabriel se puso su mejor traje, se subió a su auto modesto y condujo al edificio más imponente del centro de la ciudad, donde tendría una entrevista decisiva.

No estaba acostumbrado a ser el subordinado de nadie, por eso siempre había sido independiente. 

Mientras iba en su vehículo no pudo evitar rememorar sus intentos por encajar en el sistema, y lo difícil que le había sido trabajar durante los últimos diez años, por su carácter, que algunos empleadores calificaron desde "difícil" hasta "insoportable".

Sonrió sardónicamente. Todos habían sido jefes incompetentes que no merecían darle ni una mísera orden.

Pero ¿Por qué le era tan difícil controlar sus impulsos? Las múltiples sesiones de terapia con su psiquiatra no habían conseguido demasiados resultados.

Sin embargo, esta vez, su meta era clara: tenía la oportunidad de alcanzar más que la fútil satisfacción de sus necesidades básicas. 

Esta vez, tenía un plan.

Uno que pareció desmoronarse apenas cruzó la puerta de la oficina de Selena Wolf. 

La mujer había llegado temprano como siempre, a pesar de que su noche había resultado algo inquieta. Solía suceder en esa época del mes.

Apenas entró a Moon Alchemy, todos a su alrededor parecieron activarse de pronto. Ella sonrió de lado.

Al llegar a su piso, saludó a la joven Carol, que estaba allí con sus ojos saltones aún aterrados y resopló quedamente con fastidio. 

-Buen día, Carol. Tráeme un café, negro… y doble. Y los currículos de las candidatas al puesto de asistente. Quiero empezar de inmediato.

Le respondió con voz temblorosa:

-Enseguida, señora Wolf, pero…

Selena se giró de golpe.

-¿Pero…?

-Yo… olvidé aclarar que el puesto era para una mujer… y…

La jefa se cruzó de brazos, al borde de perder la paciencia.

-¿Y?

-Se… se presentó también un hombre. Yo sé que usted prefiere…

La fulminó con la mirada 

-Da igual, lo entrevistaré también. Últimamente es difícil encontrar personal capacitado, quizá resulte competente. De todas formas… Ponlo al final de la lista.

Y entró a su oficina sin agregar nada más. 

Era cierto. No le gustaba tener asistentes hombres porque sus experiencias no habían sido buenas al inicio de su carrera empresarial. Tal como el señor Ford, en el laboratorio, más de una vez, cuando se acercaban estos días, en esa fase lunar, las cosas… podían ponerse algo tensas.

Se tomó su café en silencio y comenzó las entrevistas.

Hasta ahora, de las seis jóvenes sólo una parecía más preparada para el puesto.

Marcó con un resaltador su nombre, y le pidió a Carol:

-Que entre ahora el señor… Reyes. 

Cuando Gabriel cruzó el umbral, tuvo la sensación de que el suelo temblaba bajo sus pies. Desde que había llegado a ese lugar, lleno de aromas difusos de fragancias artificiales, había uno que resaltaba en todos lados,  pero en ese piso era particularmente intenso. Un perfume cítrico, con notas de azahar y de madera oriental… tal vez sádalo. Uno que lo hizo casi sentir cómo su boca salivaba de más con ansiedad.

Pero allí, frente a la señora Wolf, fue como una ráfaga que lo golpeó en el rostro y debió aferrarse al picaporte de la puerta para no correr y hundirse en ese cuello terso para poder aspirar con profundidad.

Era desconocido, irreal y sabía de algún modo que no se trataba de un perfume artificial.

Ese aroma era de la propia Selena.

Una mujer que se crispó al verlo, y en cuyos ojos él creyó ver un brillo dorado que se desvaneció. A lo mejor alucinaba. Las noches en vela, creando, le jugaban una mala pasada.

Sin embargo, ambos estaban en un sospechoso silencio.

"¡No puede ser! ¿Es él?"

"Tranquilízate, Maia"

"¿Es que acaso no lo sientes? ¡Es él!"

"¡Silencio! Podría detectarte…"

"No lo creo… es él, pero… parece humano… ¿Verdad?..."

"Eso parece… pero después de esa noche… Ambas sabemos que hay criaturas que no conocemos"

"Quiero olerlo de cerca…"

"Imposible. Mantén la distancia y no vuelvas a sobresaltarte. Creo que te vio…"

"De acuerdo. No haré nada… Tú contrátalo"

"¿Estás loca? No podemos tenerlo cerca"

"Contrátalo. O saldré… No permitiré que lo alejes…"

"Veremos…"

-Tome asiento, señor Reyes. Seré directa.

Él pudo sentir su pulso acelerarse a medida que se acercaba. 

Era de apetitos fogosos y deseos intensos, pero esto ya rayaba en lo fantástico. No podía dejar de mirar esos ojos hipnóticos, dilatar sus fosas nasales y sentir como si una bestia desconocida se agitara en su interior.

Estaba por arruinar su propio plan, echando todo por tierra con tal de… sentirla.

Tragó saliva intentando recomponerse, o arruinaría su oportunidad, pero pareció peor. El olor era tan poderoso, que lo saboreó en su lengua.

Si pudiera… morder esos labios…

Selena carraspeó.

-Su currículum es impecable. Pero me temo que no estamos buscando personal para el área del laboratorio. Allí no tenemos vacantes. Puede que usted se haya confundido, pero sólo busco un asistente que se encargue de mi agenda, siga mis órdenes, y ese tipo de cosas. Tengo la sensación de que usted esperaba algo más.

Tras unos segundos que para Gabriel se estiraron como minutos, él logró responder, volviendo a sus cabales.

Le sonrió, se acomodó en su asiento y habló con una calma que estaba lejos de sentir:

-Soy consciente de los requerimientos del puesto, señora Wolf. Es precisamente lo que estoy buscando en este momento. Aunque estoy desarrollando mis propios proyectos en el área del perfume, y estoy formado en química, ahora quisiera aprender más sobre el funcionamiento de una empresa de estas características y, siguiendo su trayectoria, sé que no hay mejor maestra que usted…

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