Capítulo 1. Selena

Nadie conocía su pasado, pero, de algún modo, había logrado escalar hasta la cima del mundo corporativo, ella, una mujer con la que todo era misterio.

Y, para generar aún más susceptibilidad, no dirigía cualquier empresa, sino aquella más grande y competitiva del ambiente, aquella tan seductora y difícil: la del perfume.

Era extranjera en ese país, pero aunque el enigma que la rodeaba era atractivo, nadie, nunca, se atrevería a preguntarle a Selena Wolf de dónde venía y cómo era su familia.

Tenía un olfato único para los negocios, de eso no había ninguna duda, y parecía haber devorado, casi literalmente, a toda su competencia.

Por eso mismo, no confiaba en nadie.

Por eso mismo, su última asistente temblaba frente a ella como una hoja, lívida como el papel.

-Susan, había una sola persona en toda la empresa que tenía acceso a la fórmula de mi fragancia en desarrollo… ¿sabes lo que eso significa?

La joven no podía ni mirarla a los ojos.

Selena era alta e imponente, con un cabello castaño claro cuyos brillos rojizos parecían más intensos cuando se enojaba, y un destello dorado cruzaba sus ojos verdes, en un rostro de edad indefinida.

Tartamudeó con terror al tratar de responder:

-Yo… yo no… yo…

Selena se acercó y apretaba la mandíbula, conteniéndose.

A lo largo de su vida pudo tolerar muchas cosas, pero la traición le calaba en los huesos.

-Tú… precisamente tú. Eras la única con acceso… Y eso te costará una fuerte demanda judicial. Pero, sobre todo, has perdido mi confianza, tu trabajo, y cualquier recomendación posible… Arruinaste tu carrera… Dime ¿Ha valido la pena? ¿Te ha pagado bien Chem Group?

Sí. Le habían pagado muy bien por esa bendita fórmula, la misma que su propia jefa usaba y dejaba a los hombres como atontados a su alrededor. La misma que ella había probado y que en su piel olía fatal, por alguna razón.

No entendía por qué la protegía tanto, si era imposible de replicar.

Pero no le diría eso, simplemente porque ahora, cara a cara, esa mujer le daba miedo.

Sólo atinó a disculparse.

-Lo siento, señora Wolf. Fue… un error.

La mujer se cruzó de brazos, apoyando su cadera en el escritorio de caoba labrada. Para Susan esa oficina era horrible. Parecía algo tosca y amaderada. Y todo allí olía a Selena Wolf.

-Un error que te pondrá de patitas en la calle para siempre. Y cuando Chem Group se dé cuenta de que la receta no sirve para que la copien y comercialicen, creerán que los estafaste. No durará mucho ese dinero que obtuviste, así que adminístralo bien. La verdad que ni siquiera me preocuparé en elevar esa demanda contra tí. Ya cavaste tu propia tumba… Sal de mi vista, antes de que me arrepienta…

Susan casi corrió al escapar de la oficina. Juraría que en la feroz mueca de su jefa había visto asomar unos grandes caninos…

Ahora Selena estaba hambrienta. Pero su furia no se había disipado del todo. Si esa fórmula caía en manos de alguien de su pasado con un mínimo de conocimientos en química, podría ponerla en peligro.

Y eso le daba ansiedad.

Así que antes de almorzar, se vistió con ropa deportiva y salió a correr por el enorme parque que estaba cerca del gran edificio central de su empresa, Moon Alchemy.

El parque tenía inmensos y añejos árboles, y eso le transmitía una nostálgica paz.

Corrió para acallar su inquietud, hasta quedar cubierta de sudor y llena de endorfinas.

Regresó a su oficina, y muchos de sus empleados hombres casi babeaban al verla llegar, caminando y moviendo sensualmente su cuerpo voluptuoso y emitiendo esa aura salvaje que los hacía ansiar lo imposible: domar a Selena Wolf, la CEO más temeraria de la región.

Tomó una ducha en el baño adjunto a su despacho, se cambió y pidió su comida habitual.

Cuando llegó, y en la austera soledad de su escritorio, devoró con fruición la jugosa carne, y apenas si tocó la guarnición.

Al día siguiente tendría que empezar a buscar con urgencia nueva asistente, y tratar de rastrear lo que sucediera con la fórmula robada.

No debía filtrarse a ningún medio, aunque debiera gastar una pequeña fortuna en conservar el secretismo.

Incluso si tuviera que ordenar la muerte de alguien: esa receta personal, no podía salir al mundo.

Llamó a la secretaria que temporalmente había quedado a cargo de sus asuntos:

-Carol, ven a mi oficina.

La joven entró con temor. Eso la fastidiaba, ya que se consideraba estricta, pero nunca injusta, y era molesto que siempre le pasara eso: las mujeres allí la envidiaban o temían, en tanto que los hombres apenas si controlaban sus instintos ante ella.

A pesar de que se esforzaba por contener al máximo posible sus feromonas.

No era sencillo trabajar así.

-Deja de temblar, Carol. Tú no hiciste nada, eso me consta.

Ella asintió con un leve suspiro de alivio.

-Sí, señora Wolf, lo siento.

-Está bien. Después de todo, siempre es una revolución cuando despido a alguien. Quedan todos susceptibles. Pero Susan se lo merecía. Traicionó mi confianza. Y ahora necesito que publiques un anuncio para conseguir pronto un reemplazo, no deseo recargarte de tareas.

-Sí, lo haré. Le agradezco la consideración. ¿Quiere que lo redacte de alguna manera en particular?

-No, como siempre. No es necesario nada adicional. Los requisitos habituales… Sin embargo, ésta vez me haré cargo personalmente de las entrevistas. Así que avísales a recursos humanos.

-De acuerdo ¿Algo más?

Selena suspiró. Seguía inquieta.

-No, nada más. Hoy haré una recorrida personalmente por el laboratorio y me retiraré más temprano.

-Como ordene, señora Wolf.

La joven secretaria salió de la oficina.

Su jefa se puso de pie, se puso el elegante blazer y tomó su bolso.

Camino de prisa, haciendo resonar por los pasillos sus zapatos de tacón alto, y llegó enseguida al laboratorio, donde todos parecían trabajar como abejas y hacer anotaciones.

El jefe de departamento le hizo una reverencia y se mordió el labio. Estaba secretamente enamorado de la CEO, y apenas si lo disimulaba en su presencia.

-Señora Wolf, qué agradable visita.

Ella lo miró frunciendo la nariz.

-Buenas tardes, señor Ford… ¿Qué tiene para mí?

-Oh, enseguida le muestro. Pase, pase… por aquí estamos desarrollando la nueva línea masculina… Tome, huela…

Selena olfateó la muestra a la distancia, no necesitaba acercarse para hacerlo.

-No es necesario… No me agrada todavía. Creo que podría añadir alguna nota más… intensa. Tal vez un toque especiado le siente bien… Pruébenlo.

-Sí, como ordene… Y por aquí están las tres fragancias femeninas…

Ella olió el aire.

-La segunda me gusta… La tercera es demasiado dulce… ¿no cree que se parece mucho a la Flower de nuestra competencia? No deseo una demanda por plagio. Encuentre el modo de diferenciarla…

Sin decir nada más, la jefa salió hacia su auto.

Necesitaba con urgencia llegar a su casa y quitarse toda esa elegancia.

También le habría venido bien algo de acción adicional, pero eso hacía años que era un apetito sin saciar, por temor a ser descubierta.

No podía develar a nadie, quién era realmente Selena Wolf.

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