La pelea había comenzado, y había finalizado con la misma rapidez. Nadie pareció haberse sorprendido cuando el supuesto mejor boxeador de “Todo Miami” lo gano. Duncan Powell termino tendido sobre el ring en menos de dos minutos.
—Sospecho que todo está arreglado —exclamo Selene cruzándose de brazos y resoplando—. Duncan es uno de los mejores, lo he comprobado yo misma con mis ojos, y está bien, Jayden es muy bueno también, pero de todos modos, no dejo de pensarlo y es que todo fue un arreglo para que él ganara —finalizó.
Yo permanecí callada ya que no tenía idea de cómo peleaban ambos boxeadores, por tanto decidí no opinar nada al respecto. Había muchos bullicios en el club de las personas hacia Duncan quien por supuesto parecía avergonzado, este se puso de pie y como todo buen chico aparentemente choco puños con Jayden Scott. Le dedicó una sonrisa y un ligero movimiento de cabeza, antes de bajar del ring y desparecer por completo entre la multitud.
—Para aquellos que apostaron mucho dinero por nuestro mejor boxeador Duncan Powell, debo decirles que han perdido su dinero —habló con el megáfono Richard, ese es el nombre del presentador, lo sé gracias a que Selene que me informaba algunas cosas sobre él para que vaya conociendo este ambito del boxeo y los que estan dentro de él.
—¡Vamos! —Selene me jala del brazo e intenta levantarme del asiento precipitadamente—. Vamos a ver como esta Duncan en el camerino.
Me obliga a levantarme del todo, me tomo el resto del líquido que tenía en mi vaso, luego lo dejo sobre la mesa. Aun no estaba segura de lo que era, pero tenía un sabor dulce tan característico, me agradaba y quería más. No soy una chica de beber alcohol como si de agua se tratara, de hecho lo único que llegue a tomar una bebida que contuviera alcohol fue cerveza, y solo lo he probado a la edad de quince años, cosa que escupí al momento de estar en mi boca.
Nos costó mucho hacernos paso entre la multitud, sentí algunas manos sobre mi trasero, que hizo que sintiera asco. Llegamos finalmente hasta un pasillo oscuro con una luz parpadeante.
—¿Está permitido estar aquí? —pregunto algo dudosa.
—No hay problema, Duncan es un amigo mío —responde Selene restándole importancia.
—Eso no responde a mi pregunta —replico.
Al fin llegamos a una puerta de chapa pintado de rojo que se está desgastando. Yo observo alrededor, no hay nadie deambulando, el sitio era bastante frio, pero cabe destacar que lo mantenían ordenado y limpio. Selene no vaciló un segundo y abrió la puerta, la luz de ese camerino era muy luminosa, lo primero que veo es un espejo mediano colgado en la pared, una cómoda debajo, dos guantes de boxeo tirados en el suelo y un chico con la cabeza entre las manos sentado en un pequeño sillón desgastado.
—¡Duncan! —Selena emite un sonido de chillido y en un instante Duncan levanta la cabeza dejándome ver unos ojos color azules que estaban triste—. Has peleado como un verdadero boxeador —mi amiga me suelta la mano para ir rápidamente hasta el chico.
—Fracase —dijo con su voz un poco grave —, me odio por eso.
—No siempre puedes ganar una pelea, Duncan —dice Selene frotándole suavemente la espalda con la mano.
—Odio perder, y lo sabes.
—Fue arreglado, ¿verdad? —esta pregunta dicha por Selene, provoco la confusión de Duncan.
—¿Qué?
—Sí, ¿arreglaron para que Jayden ganara? —aclaró su pregunta.
Duncan negó con la cabeza encogiéndose de hombros.
—Lamentablemente no.
Los dos se quedan en silencio luego de esas palabras. Hasta que Duncan fija sus ojos en mí. Sonríe, y se coloca de pie, coloca su mano derecha en su estómago mientras se me acerca.
—¿Tú quién eres? —me pregunta al detenerse a unos diez centímetros de mí.
Iba a contestar cuando Selene se me adelanto.
—Ella es mi amiga, Iris —dice con un tono de voz animado ahora—. Iris, él es Duncan, pero ya sabes su nombre, igualmente los presentó.
El chico me extiende la mano y yo hago lo mismo para estrecharla. Se me queda mirando unos largos segundos, hasta que yo carraspeo mi garganta.
—Nunca te había visto por aquí —me dice este aun manteniendo la sonrisa.
—Es porque a decir verdad esto de las peleas no es algo que muera por experimentar —le digo sinceramente.
La sonrisa de Duncan se ensancho.
—Espero verte más seguido por aquí —espeta para luego sonreír con los labios cerrados—. Claro si después de mi fracaso sobre el ring no me echan.
—Eso no va a suceder, ya Duncan —interviene Selene enfadada por su comentario—. ¿Seguro que no fue arreglado? —Insiste Selene una vez más —Puedes confiar en mí y decírmelo.
Duncan vuelve a negar con la cabeza resoplando.
—Sé que es difícil de creer que yo pierda, pero esa es la verdad, fracase.
—Aun no lo creo —Selene se cruzó de brazos.
—Pues créelo, entonces —una voz grave desconocida nos llamó la atención a ambos.
Volteo a la puerta detrás de mí para ver al rival de ring de Duncan, Jayden Scott. Tiene la frente sudada, la bata en sus manos, recorro con la mirada su abdomen marcado y clavando los ojos en cicatriz de unos seis o siete centímetros de largo, parece ser una quemadura o algo parecido. Siento un pellizco detrás de mi espalda, haciéndome reaccionar al momento. Fue Selene quien me dirige una mirada de desaprobación. Los tres tenemos la boca cerrada, pero finalmente es Duncan quien rompe el largo e incómodo silencio.
—Buena pelea —se pone delante de Selene y de mí para acercarse a Jayden—. Pero como te he dicho anteriormente, solamente fue suerte —no distingo ni un tono de maldad en su voz.
Jayden sonríe ampliamente, y por un momento me quedo hipnotizada por sus perfectos dientes y su radiante sonrisa genuina. Me resultaba tan serio arriba del ring y por lo que me ha dicho Selene sobre él que no me imaginaba que podía sonreír con facilidad.
—¡Cuando quieras hacemos la revancha! —dice Jayden chocando nuevamente los puños con Duncan.
—¿Qué te parece el sábado próximo? —Sugiere Duncan y añade—: SI es que tienes tiempo en tu agenda.
—Por supuesto —asiente con la cabeza Jayden. Después de decir eso se da la vuelta para marcharse del camerino. Se detiene justo en el marco de la puerta y capto sus ojos verdes esmeraldas, muy lindos —Nos vemos, chicas.
—Tú ganaras el sábado —afirmó Selene a Duncan apenas Jayden se va definitivamente.
Selene continuaba diciéndole y alentando a Duncan, yo por otra parte no dejaba de pensar en esa sonrisa y esos ojos irresistibles.
A la mañana siguiente sentía una resaca de otro mundo.Lo único que agradezco es que es domingo y no me toca trabajar en el Restaurante de Maggie. Me desperté gracias al sol filtrándose por la ventana que da a la calle, me quedo observando el techo de la habitación en donde me encuentro. No voy a mentir me siento fatal tener que estar molestando en casa ajena, a pesar de que Selene me aclaró una y mil veces que me podría quedar todo el tiempo que sea necesario.¿Cómo es que de la noche a la mañana se fue todo al mismísimo infierno? No me dejo de preguntar una y otra vez, hasta hace dos días estaba de lo más bien viviendo con Liam, teníamos planes para el futuro, cada cosa detallada, no puedo dejar de pensar que mi vida es un total desastre, no tenía casa propia y estoy siento estar estorbando en una ajena, tengo un trabajo en el cual la paga es lo míni
Me encantaba venir a la playa aunque no lo hacía muy a menudo, sentir las olas y escuchar como rompe contra la arena era algo tan característico, me producían calma, mucha calma.La playa y la danza eran unas de mis dos cosas favoritas. Las olas, el sol y la brisa era todo lo que necesitaba en este momento. Miro para mis costados sin levantarme de la arena para buscar con los ojos a Selene que se ha ido hace unos minutos a comprar unas sodas, cuando finalmente la logro divisar está caminando en mi dirección con alguien a su lado, me coloco la mano sobre la frente para hacerme sombra y poder deducir quien es, me cuesta algo pero al final logro reconocerlo, es Duncan.Vuelvo mis ojos al mar y disfruto de la vista.—Un placer verte nuevamente —la voz de Duncan me provoca una sonrisa, no sé porque, tal vez por ese tono entre suave y grave que tiene.Levanto la cabeza hacia arriba, Duncan tiene una camisa bla
—¡Iris! —Me giro con los platos a la voz de Maggie quien me quiere ahorcar con la mirada—. Mesa seis, ¿Qué esperas? Estamos saturados y tu perdiendo el tiempo.Abro los ojos atónita, ¿acaso no está viendo que apenas puedo mantenerme en pie con los tres platos? Le hago una señal con los ojos para que vea mis manos y parte de mi brazo que lleva la comida, Maggie pone los ojos en blanco y se da la vuelta para cruzar dos puertas blancas la cual lleva a la cocina del restaurante. Resoplo y continúo mi camino a la mesa número tres donde tenía que llevar espaguetis con salsa blanca hace más de media hora, aunque en mi defensa, no tengo la culpa que los cocineros no tengan ganas alguna de trabajar esta noche, estuvieron así durante la tarde también, he de suponer que la razón es porque es Lunes y cuesta comenzar la semana, pero los gritos de mi jefa y de los clientes me
Estaba agotadisíma, lo prometo.El restaurante normalmente cierra a las once de la noche, pero hoy era la excepción.No dejaba de recibir mensajes de texto por parte de Selene para preguntarme cuando volveré, y otros dos mensajes por parte de Liam, quien decía querer verme y que si no respondía vendría justamente al restaurante, algo que no quiero por nada del mundo, pero decidí no responderle de igual forma, por una de dos razones, tenía a decenas de personas por atender. Tania estaba tan abrumada como yo, iba de aquí para allá con platos y vasos, su ojos me suplican ayuda cuando yo estoy igual que ella. Tania es otra de las camareras del restaurante.Al cruzar la puerta de la cocina me apoyo contra la pared y respiro profundamente, mis pies no daban para más. Me moría de sed, tenía más calor de lo habitual y me urgía una buena ducha de agua fr&i
Me toma unos segundos procesar lo sucedido, Liam en el suelo con su nariz rota y con sangre, ni siquiera vi cuando Jayden lo ha golpeado.No logro poder mover un solo músculo, permanezco inmovil contra la pared.Repentinamente Liam se coloca de pie enfadado, apesar de que estabamos en plena oscuridad, podía notar en sus ojos la rabia contenida. Entonces este se ataca a Jayden ciegamente.—¡Basta! —grito cuando ambos comienzan a golpearse entre sí, ninguno parece querer escucharme.Pese que Jayden es un boxeador estrella y muy bueno, Liam también tiene lo suyo, su cuerpo es mucho menos delgado sí, pero su agilidad le hace competencia a la fuerza y habilidad de Jayden.—Por favor, ya dejen de pelear —mi voz era de puro pánico, quería intervenir, pero ambos están tan cegados por una ira indescifrable que su pelea se basa en puños, golpes en el estómago
—¿Y tú guardaespaldas? —pregunte rompiendo el silencio, él me mira algo extrañado y luego como si recordara se sonríe.—Supongo que se ha tomado la noche libre —responde—, es nuevo en esto de estar cuidando a una persona, el chico tiene entrenamiento mas no sabe cómo ejecutarlo.—¿Por qué un Boxeador necesita un Guardaespaldas? —me atrevo a preguntar, por curiosidad tan sololamente.—Te sorprenderías la razones, bonita —se limita a decir—. De igual manera, no lo necesito la mayor parte del tiempo.Me decido a no seguir preguntándole cosas que no me incumben por el momento. Luego pienso en su última palabra y ahí si es que replico algo.—Iris —exclamo.Jayden arquea una ceja sin comprender mi repentino cambio de tema y vuelve a inclinar su cabeza a un costado fr
Después de haber procesado todo lo de esta mañana, tuve que forzarme a darme una ducha, relajar mi cuerpo y mente para luego irme a trabajar, sabiendo el largo día que me esperaba.Selene no dejaba de soltar maldiciones hacía Jayden por meterme en estos escándalos de mentiras pues yo no era novia de Jayden, y ya me estaban involucrando con él. Aunque lo defendí diciendo que él no lo habría previsto, y esto la enojo, me salí de la casa un poco mal por haber terminado el desayuno en una pelea.Pese a que el restaurante queda a unos kilómetros de distancia, no me tomo el autobús por esta vez. He preferido irme caminando, y pasar fugazmente por la playa a observar lo que tanto me encanta, las olas romper en la orilla.Llego al restaurante que por supuesto aun permanecía cerrado, todavía no marcaba ni las once y media del mañana. El silencio dentro era una de las
—¡Olvídalo! —Hablo con la suficiente firmeza para que pueda captar el mensaje de que de verdad no quiero si quiera tenerlo cerca de mí—. Olvídate que existo, y déjame en paz de una vez por todas.No consigo que mueva un solo pie, se queda plantado a unos pasos de la puerta principal, me fijo en sus nudillos que los tiene por completo destrozados.—¿De verdad crees por un segundo que puedes olvidarme con ese imbécil? —frunce el ceño.—Vete, no voy a hablar contigo de Jayden ni de nadie —ignoro su pregunta, lo necesito lejos ya.—Contéstame —me exige Liam elevando el tono de voz.—Ya te he dicho que no voy hablar contigo, quiero que te vayas ahora mismo —replico con fuerza.—Vaya que si eres muy ingenua —resoplo al ver que no cederá a irse fácilmente, luego añade—, el chico es un