Capítulo 2

La pelea había comenzado, y había finalizado con la misma rapidez. Nadie pareció haberse sorprendido cuando el supuesto mejor boxeador de “Todo Miami” lo gano. Duncan Powell termino tendido sobre el ring en menos de dos minutos.

—Sospecho que todo está arreglado —exclamo Selene cruzándose de brazos y resoplando—. Duncan es uno de los mejores, lo he comprobado yo misma con mis ojos, y está bien, Jayden es muy bueno también, pero de todos modos, no dejo de pensarlo y es que todo fue un arreglo para que él ganara —finalizó.

Yo permanecí callada ya que no tenía idea de cómo peleaban ambos boxeadores, por tanto decidí no opinar nada al respecto. Había muchos bullicios en el club de las personas hacia Duncan quien por supuesto parecía avergonzado, este se puso de pie y como todo buen chico aparentemente choco puños con Jayden Scott. Le dedicó una sonrisa y un ligero movimiento de cabeza, antes de bajar del ring y desparecer por completo entre la multitud.

—Para aquellos que apostaron mucho dinero por nuestro mejor boxeador Duncan Powell, debo decirles que han perdido su dinero —habló con el megáfono Richard, ese es el nombre del presentador, lo sé gracias a que Selene que me informaba algunas cosas sobre él para que vaya conociendo este ambito del boxeo y los que estan dentro de él.

—¡Vamos! —Selene me jala del brazo e intenta levantarme del asiento precipitadamente—. Vamos a ver como esta Duncan en el camerino.

Me obliga a levantarme del todo, me tomo el resto del líquido que tenía en mi vaso, luego lo dejo sobre la mesa. Aun no estaba segura de lo que era, pero tenía un sabor dulce tan característico, me agradaba y quería más. No soy una chica de beber alcohol como si de agua se tratara, de hecho lo único que llegue a tomar una bebida que contuviera alcohol fue cerveza, y solo lo he probado a la edad de quince años, cosa que escupí al momento de estar en mi boca.

Nos costó mucho hacernos paso entre la multitud, sentí algunas manos sobre mi trasero, que hizo que sintiera asco. Llegamos finalmente hasta un pasillo oscuro con una luz parpadeante.

—¿Está permitido estar aquí? —pregunto algo dudosa.

—No hay problema, Duncan es un amigo mío —responde Selene restándole importancia.

—Eso no responde a mi pregunta —replico.

Al fin llegamos a una puerta de chapa pintado de rojo que se está desgastando. Yo observo alrededor, no hay nadie deambulando, el sitio era bastante frio, pero cabe destacar que lo mantenían ordenado y limpio. Selene no vaciló un segundo y abrió la puerta, la luz de ese camerino era muy luminosa, lo primero que veo es un espejo mediano colgado en la pared, una cómoda debajo, dos guantes de boxeo tirados en el suelo y un chico con la cabeza entre las manos sentado en un pequeño sillón desgastado.

—¡Duncan! —Selena emite un sonido de chillido y en un instante Duncan levanta la cabeza dejándome ver unos ojos color azules que estaban  triste—. Has peleado como un verdadero boxeador —mi amiga me suelta la mano para ir rápidamente hasta el chico.

—Fracase —dijo con su voz un poco grave —, me odio por eso.

—No siempre puedes ganar una pelea, Duncan —dice Selene frotándole suavemente la espalda con la mano.

—Odio perder, y lo sabes.

—Fue arreglado, ¿verdad? —esta pregunta dicha por Selene, provoco la confusión de Duncan.

—¿Qué?

—Sí, ¿arreglaron para que Jayden ganara? —aclaró su pregunta.

Duncan negó con la cabeza encogiéndose de hombros.

—Lamentablemente no.

Los dos se quedan en silencio luego de esas palabras. Hasta que Duncan fija sus ojos en mí. Sonríe, y se coloca de pie, coloca su mano derecha en su estómago mientras se me acerca.

—¿Tú quién eres? —me pregunta al detenerse a unos diez centímetros de mí.

Iba a contestar cuando Selene se me adelanto.

—Ella es mi amiga, Iris —dice con un tono de voz animado ahora—. Iris, él es Duncan, pero ya sabes su nombre, igualmente los presentó.

El chico me extiende la mano y yo hago lo mismo para estrecharla. Se me queda mirando unos largos segundos, hasta que yo carraspeo mi garganta.

—Nunca te había visto por aquí —me dice este aun manteniendo la sonrisa.

—Es porque a decir verdad esto de las peleas no es algo que muera por experimentar —le digo sinceramente.

La sonrisa de Duncan se ensancho.

—Espero verte más seguido por aquí —espeta para luego sonreír con los labios cerrados—. Claro si después de mi fracaso sobre el ring no me echan.

—Eso no va a suceder, ya Duncan —interviene Selene enfadada por su comentario—. ¿Seguro que no fue arreglado? —Insiste Selene una vez más —Puedes confiar en mí y decírmelo.

Duncan vuelve a negar con la cabeza resoplando.

—Sé que es difícil de creer que yo pierda, pero esa es la verdad, fracase.

—Aun no lo creo —Selene se cruzó de brazos.

—Pues créelo, entonces —una voz grave desconocida nos llamó la atención a ambos.

Volteo a la puerta detrás de mí para ver al rival de ring de Duncan, Jayden Scott. Tiene la frente sudada, la bata en sus manos, recorro con la mirada su abdomen marcado y clavando los ojos en cicatriz de unos seis o siete centímetros de largo, parece ser una quemadura o algo parecido. Siento un pellizco detrás de mi espalda, haciéndome reaccionar al momento. Fue Selene quien me dirige una mirada de desaprobación. Los tres tenemos la boca cerrada, pero finalmente es Duncan quien rompe el largo e incómodo silencio.

—Buena pelea —se pone delante de Selene y de mí para acercarse a Jayden—. Pero como te he dicho anteriormente, solamente fue suerte —no distingo ni un tono de maldad en su voz.

Jayden sonríe ampliamente, y por un momento me quedo hipnotizada por sus perfectos dientes y su radiante sonrisa genuina. Me resultaba tan serio arriba del ring y por lo que me ha dicho Selene sobre él que no me imaginaba que podía sonreír con facilidad.

—¡Cuando quieras hacemos la revancha! —dice Jayden chocando nuevamente los puños con Duncan.

—¿Qué te parece el sábado próximo? —Sugiere Duncan y añade—: SI es que tienes tiempo en tu agenda.

—Por supuesto —asiente con la cabeza Jayden. Después de decir eso se da la vuelta para marcharse del camerino. Se detiene justo en el marco de la puerta y capto sus ojos verdes esmeraldas, muy lindos —Nos vemos, chicas.

—Tú ganaras el sábado —afirmó Selene a Duncan apenas Jayden se va definitivamente.

Selene continuaba diciéndole y alentando a Duncan, yo por otra parte no dejaba de pensar en esa sonrisa y esos ojos irresistibles.

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