—¡Vamos, Iris! —mi amiga me anima a continuar bebiendo algo que esta vertido en un vaso rojo, algo lo cual no tengo idea de lo que es exactamente, pero aun así obedezco.
Esta noche solamente necesitaba embriagarme hasta no recordar al capullo de mi ex novio, Liam Simmons, maldito hijo de puta, eso es todo lo que es, el muy desgraciado me engaño con nada más ni nada menos con mi mejor amiga, otra traidora más.
La verdad no sé a quién debo culpar más, si a él por meterse con quien se decir se casi mi hermana u ella quien sabia perfectamente lo enamorada que yo estaba de él.
Lo peor de toda la maldita situación es que yo vivía con Liam en su apartamento en el centro de la ciudad, porque no tenía a donde ir, y después de encontrarlo engañándome me pidió miles de disculpas, dándome excusas baratas y rogándome de rodillas, al dejarle muy claro que no iba a perdonarlo ni en un millón de años, sus lágrimas de cocodrilo desaparecieron de inmediato, se dirigió a la habitación y regreso con la mitad de mi ropa entre sus manos para luego lanzármelas a mí y cayendo en el suelo, me echo del apartamento dejándome en la calle a mitad de la medianoche.
Y la parte buena es que tengo una amiga de diez quien no ha dudado en acogerme en su casa en cuanto supo de mi situación y esa esa Selene Miller. Lo irónico de toda mi lamentable situación es que Selene me decía indirectamente a menudo que había algo sospechoso de Liam, así como en otras veces decía lo mismo de Danielle, ahora mi ex enemiga/amiga. Nunca le preste la atención que merecían esas palabras, ahora me arrepiento de eso por completo.
Podría estar recostada en una cama, con un pote de un kilo de helado de chocolate y engordar tranquilamente, pero en vez de eso con Selene decidimos salir a festejar mi soltería, en un club exclusivo donde supuestamente según me ha informado Selene, aquí es donde realizan peleas con boxeadores desconocidos pero buenos a boxeadores reconocidos, cabe destacar que no tenía la menor idea que este lugar existía, hasta ahora.
Aunque solo sea exclusivo no sé porque, todo está oscuro, solamente hay algunas luces de colores en todo el sitio, dos o tres mesas donde la gente bebe, grita al hablar debido a la música y una que otra toqueteándose sin importarles las personas a su alrededor.
—¡Va a comenzar la primera pelea de la noche! —exclama felizmente Selene como una niña a la que la han llevado a la tienda de dulces más grande del país.
Sus ojos verdosos se iluminan, ella es totalmente diferente a mí con respecto tanto a la figura y a la personalidad. Su cabello rojizo cae por sus hombros en ondas bin definidas, es siete centímetros más alta que yo, y pese a que come como si mañana fuera el fin del mundo, no engorda ni un solo kilo. Con respecto a la personalidad es una chica de veintidós años, dulce, cariñoso con quien se lo merece, y agresiva con quien no, pese a eso, a veces suele ser muy tímida hasta el punto de no poder obligarla a decir ni una sola palabra, pero cuando se desata contra alguien, es mejor temer por tu vida.
Con Selene nos conocimos en cuanto yo llegue a Miami en busca de una nueva vida lejos de Alaska. Compartimos cuarto en la universidad, luego ella se mudó a una casa con su prima quien ahora vive en Francia y quedo sola, yo por otra parte me vi en la obligación de abandonar la universidad para buscar trabajo y porque Liam me pidió que vaya a vivir con él, lo cual fue una estupidez, idiotez de mi parte, ahora puedo arrepentirme de eso.
—¡Señores y señoras. Señoritas y “Niños que seguramente no pasan la mayoría de edad”, hoy tenemos algo extraordinario, a alguien quien en sus putas vidas pensaron ver en vivo alguna vez! —habla un hombre de unos cuarenta y pico de años sobre el ring, tiene el cabello con algunas canas visibles y su atuendo conlleva: Una camiseta negra si no me equivoco y pantalones de jeans rasgados en las rodillas —Como ya algunos de ustedes sabrán y seguramente ya han corrido la voz y por ese motivo la mayoría está aquí esta noche, debo decirles que uno de los mejores Boxeador, de Miami, del país entero se tomó un tiempo para poder demostrarles que él mismo puede contra uno de nuestros mejores boxeadores del nuestro club.
Bebo otro sorbo del vaso rojo mientras ojeo la hora en mi celular, apenas iban a ser las once de la noche. Nunca he estado en un lugar donde se dan las peleas, para decir verdad no me llaman la atención en lo más mínimo, pero debo decir que me intrigan ahora mismo.
—Y lo que no saben, estamos hablando de Jayden Scott —dice el hombre sobre el ring a continuación la mayoría de las personas aplauden con ganas y gritan esperando verlo de una buena vez—, alias “El depredador”
¿El depredador? ¿En serio?
—¿Quién lo ha apodado así? —le pregunto a Selene levantando la voz para que me pueda oír.
Ella frunce la nariz negando y luego sonríe.
—El mundo, pues eso es. Un depredador.
La miro sin entender muy bien su respuesta. Sigue sin tener sentido. ¿Por qué depredador? Selene nota mi confusión y coloca una mano sobre mi hombro, tiene una mirada seria.
—Evita cualquier contacto visual con ese tipo.
—¿Por qué? —pregunto con rapidez.
—Según me han dicho algunas lenguas, donde sienta algún tipo de atracción o sienta que lo están mirando de una manera que no le gusta, te puede llevar el diablo —contesta y tras una corta pausa añade—: Lo que tiene de caliente y atractivo lo tiene de malvado, perverso y sinvergüenza.
Asiento encogiéndome de hombros. Me parece algo exagerado de su parte, sin embargo por otro lado tal vez tenga razón así que mejor prevenir que lamentar.
—¿Listos? —Pregunta gritando el hombre con el megáfono en las manos—. Primero presentaremos a nuestro boxeador estrella de todas las noches. Él es decidido, preparado para cualquier pelea que le toca, él es Duncan Powell, alias: “El sexy demoledor” No me pregunten por su apodo, a él simplemente le gusta que lo llamen de esa manera.
En cuanto pronuncio el nombre de Duncan Powell un chico de no más de unos veinticinco años salió entre las multitudes con el torso denudo, una pantalones cortos que le llegan a las rodillas y pasándose una mano por su cabello sedoso y rubio.
—Ahora toca el turno de presentar a él, un chico de veinticuatro años de edad que creció entre sacos de boxeo y sangre, libre como el mismo océano, él es Jayden Scott, alias “EL DEPREDADOR” —los gritos de las personas se hicieron más fuertes, me tape los oídos, creí que en cualquier momento me explotarían los oídos de los alentadores pero fuertes gritos.
Y entonces lo más esperado de la noche como todos dicen apareció también entre la multitud quienes se quedaban sin aliento, usaba una bata de boxeo con capucha negro con los bordes dorados. Al subirse al ring aun para mí su identidad permanecía secreta, la capucha grande cubría la mitad de su rostro, también tenía la cabeza gacha.
Como una de las esperas más largas, las personas en el club comenzaron a pedir que se quitara la parte de arriba y quedara solamente con el torso desnudo al igual que su rival. Al que este enseguida como en cámara lenta se quita la bata. Dejando ver por los reflectores de luz quien lo iluminaban, un chico extremadamente intimidante e irresistible de observar.
La pelea había comenzado, y había finalizado con la misma rapidez. Nadie pareció haberse sorprendido cuando el supuesto mejor boxeador de “Todo Miami” lo gano. Duncan Powell termino tendido sobre el ring en menos de dos minutos. —Sospecho que todo está arreglado —exclamo Selene cruzándose de brazos y resoplando—. Duncan es uno de los mejores, lo he comprobado yo misma con mis ojos, y está bien, Jayden es muy bueno también, pero de todos modos, no dejo de pensarlo y es que todo fue un arreglo para que él ganara —finalizó. Yo permanecí callada ya que no tenía idea de cómo peleaban ambos boxeadores, por tanto decidí no opinar nada al respecto. Había muchos bullicios en el club de las personas hacia Duncan quien por supuesto parecía avergonzado, este se puso de pie y como todo buen chico aparentemente choco puños con Jayden Scott. Le dedicó una sonrisa y un ligero movimiento de cabeza, antes de bajar del ring y desparecer por completo entre la multitud. —Para aqu
A la mañana siguiente sentía una resaca de otro mundo.Lo único que agradezco es que es domingo y no me toca trabajar en el Restaurante de Maggie. Me desperté gracias al sol filtrándose por la ventana que da a la calle, me quedo observando el techo de la habitación en donde me encuentro. No voy a mentir me siento fatal tener que estar molestando en casa ajena, a pesar de que Selene me aclaró una y mil veces que me podría quedar todo el tiempo que sea necesario.¿Cómo es que de la noche a la mañana se fue todo al mismísimo infierno? No me dejo de preguntar una y otra vez, hasta hace dos días estaba de lo más bien viviendo con Liam, teníamos planes para el futuro, cada cosa detallada, no puedo dejar de pensar que mi vida es un total desastre, no tenía casa propia y estoy siento estar estorbando en una ajena, tengo un trabajo en el cual la paga es lo míni
Me encantaba venir a la playa aunque no lo hacía muy a menudo, sentir las olas y escuchar como rompe contra la arena era algo tan característico, me producían calma, mucha calma.La playa y la danza eran unas de mis dos cosas favoritas. Las olas, el sol y la brisa era todo lo que necesitaba en este momento. Miro para mis costados sin levantarme de la arena para buscar con los ojos a Selene que se ha ido hace unos minutos a comprar unas sodas, cuando finalmente la logro divisar está caminando en mi dirección con alguien a su lado, me coloco la mano sobre la frente para hacerme sombra y poder deducir quien es, me cuesta algo pero al final logro reconocerlo, es Duncan.Vuelvo mis ojos al mar y disfruto de la vista.—Un placer verte nuevamente —la voz de Duncan me provoca una sonrisa, no sé porque, tal vez por ese tono entre suave y grave que tiene.Levanto la cabeza hacia arriba, Duncan tiene una camisa bla
—¡Iris! —Me giro con los platos a la voz de Maggie quien me quiere ahorcar con la mirada—. Mesa seis, ¿Qué esperas? Estamos saturados y tu perdiendo el tiempo.Abro los ojos atónita, ¿acaso no está viendo que apenas puedo mantenerme en pie con los tres platos? Le hago una señal con los ojos para que vea mis manos y parte de mi brazo que lleva la comida, Maggie pone los ojos en blanco y se da la vuelta para cruzar dos puertas blancas la cual lleva a la cocina del restaurante. Resoplo y continúo mi camino a la mesa número tres donde tenía que llevar espaguetis con salsa blanca hace más de media hora, aunque en mi defensa, no tengo la culpa que los cocineros no tengan ganas alguna de trabajar esta noche, estuvieron así durante la tarde también, he de suponer que la razón es porque es Lunes y cuesta comenzar la semana, pero los gritos de mi jefa y de los clientes me
Estaba agotadisíma, lo prometo.El restaurante normalmente cierra a las once de la noche, pero hoy era la excepción.No dejaba de recibir mensajes de texto por parte de Selene para preguntarme cuando volveré, y otros dos mensajes por parte de Liam, quien decía querer verme y que si no respondía vendría justamente al restaurante, algo que no quiero por nada del mundo, pero decidí no responderle de igual forma, por una de dos razones, tenía a decenas de personas por atender. Tania estaba tan abrumada como yo, iba de aquí para allá con platos y vasos, su ojos me suplican ayuda cuando yo estoy igual que ella. Tania es otra de las camareras del restaurante.Al cruzar la puerta de la cocina me apoyo contra la pared y respiro profundamente, mis pies no daban para más. Me moría de sed, tenía más calor de lo habitual y me urgía una buena ducha de agua fr&i
Me toma unos segundos procesar lo sucedido, Liam en el suelo con su nariz rota y con sangre, ni siquiera vi cuando Jayden lo ha golpeado.No logro poder mover un solo músculo, permanezco inmovil contra la pared.Repentinamente Liam se coloca de pie enfadado, apesar de que estabamos en plena oscuridad, podía notar en sus ojos la rabia contenida. Entonces este se ataca a Jayden ciegamente.—¡Basta! —grito cuando ambos comienzan a golpearse entre sí, ninguno parece querer escucharme.Pese que Jayden es un boxeador estrella y muy bueno, Liam también tiene lo suyo, su cuerpo es mucho menos delgado sí, pero su agilidad le hace competencia a la fuerza y habilidad de Jayden.—Por favor, ya dejen de pelear —mi voz era de puro pánico, quería intervenir, pero ambos están tan cegados por una ira indescifrable que su pelea se basa en puños, golpes en el estómago
—¿Y tú guardaespaldas? —pregunte rompiendo el silencio, él me mira algo extrañado y luego como si recordara se sonríe.—Supongo que se ha tomado la noche libre —responde—, es nuevo en esto de estar cuidando a una persona, el chico tiene entrenamiento mas no sabe cómo ejecutarlo.—¿Por qué un Boxeador necesita un Guardaespaldas? —me atrevo a preguntar, por curiosidad tan sololamente.—Te sorprenderías la razones, bonita —se limita a decir—. De igual manera, no lo necesito la mayor parte del tiempo.Me decido a no seguir preguntándole cosas que no me incumben por el momento. Luego pienso en su última palabra y ahí si es que replico algo.—Iris —exclamo.Jayden arquea una ceja sin comprender mi repentino cambio de tema y vuelve a inclinar su cabeza a un costado fr
Después de haber procesado todo lo de esta mañana, tuve que forzarme a darme una ducha, relajar mi cuerpo y mente para luego irme a trabajar, sabiendo el largo día que me esperaba.Selene no dejaba de soltar maldiciones hacía Jayden por meterme en estos escándalos de mentiras pues yo no era novia de Jayden, y ya me estaban involucrando con él. Aunque lo defendí diciendo que él no lo habría previsto, y esto la enojo, me salí de la casa un poco mal por haber terminado el desayuno en una pelea.Pese a que el restaurante queda a unos kilómetros de distancia, no me tomo el autobús por esta vez. He preferido irme caminando, y pasar fugazmente por la playa a observar lo que tanto me encanta, las olas romper en la orilla.Llego al restaurante que por supuesto aun permanecía cerrado, todavía no marcaba ni las once y media del mañana. El silencio dentro era una de las