—¡Iris! —Me giro con los platos a la voz de Maggie quien me quiere ahorcar con la mirada—. Mesa seis, ¿Qué esperas? Estamos saturados y tu perdiendo el tiempo.
Abro los ojos atónita, ¿acaso no está viendo que apenas puedo mantenerme en pie con los tres platos? Le hago una señal con los ojos para que vea mis manos y parte de mi brazo que lleva la comida, Maggie pone los ojos en blanco y se da la vuelta para cruzar dos puertas blancas la cual lleva a la cocina del restaurante. Resoplo y continúo mi camino a la mesa número tres donde tenía que llevar espaguetis con salsa blanca hace más de media hora, aunque en mi defensa, no tengo la culpa que los cocineros no tengan ganas alguna de trabajar esta noche, estuvieron así durante la tarde también, he de suponer que la razón es porque es Lunes y cuesta comenzar la semana, pero los gritos de mi jefa y de los clientes me los cargo yo.
Recuerdo la primera vez que vine a pedir trabajo al restaurante “Italian flavor And more” aunque no tiene una muy buena reputación por cosas que sucedieron hace unos meses atrás, vaya que si trae muchos clientes todos los días, la mayor parte siempre vienen los sábados y la mayoría son turistas. Llegue a este lugar gracias a Danielle, si, le debo mí puesto de trabajo a ella lamentablemente, en fin, llegue sin experiencia, sin recomendación es decir llegue sin nada que ofrecer, pero me aceptaron luego de hacerme algunas preguntas sobre mi vida y lo más importante me preguntaron si disponía de tiempo suficiente para trabajar todos los días, y lo que querían era una chica libre sin estudios estorbando de por medio, esas fueron sus palabras sin indirectas. En ese momento ya había dejado la universidad así que si, tenía todo el tiempo del mundo.
Mi jefa es Maggie Rizzo, pero ese no es su apellido realmente solo lo tiene para hacer al restaurante más italiano, claro que solo lo saben las persona que trabajamos bajo sus órdenes. No es una mala mujer, tiene cuarenta años cumplidos hace dos semanas, sin embargo cuando se estresa estamos perdidos, sus gritos se escuchan hasta el polo norte.
—Llevamos esperando cuarenta minutos —evito a toda costa gruñir al oír la voz chillante de una de las mujeres de la mesa tres.
—Lo siento, no volverá a ocurrir —digo dejando los platos sobre la mesa con toda prisa y poder regresar a la cocina donde me siento mejor que mirando los reproches de algunos clientes me dirigen.
—Hemos pedido tres sodas baja en calorías, ¿Dónde están? No las veo por ninguna parte —me recrimina la misma mujer quien tiene el cabello rubio casi blanco lacio y largo, sus ojos son de un color verde y resaltan por su sombra y delineador negro, no debe pasar de los cuarenta y cinco o máximo cincuenta años, sus otras dos amigas, creo, permanecen en silencio, no me miran solamente se limitan a observar la comida y comenzar a comer a los segundos.
—Ahora mismo se los traigo —trato de embozar una sonrisa, simplemente no me sale, por tanto no finjo y me doy la vuelta algo enfadada por su tono de voz conmigo.
—No te he dicho que puedas irte —la escucho decir y por ende me detengo.
—¿Qué puedo hacer por usted? —me paso la lengua por mi labio inferior mientras me acomodo el cabello sujetado.
—Te pedí espaguetis con salsa roja, en ningún momento te he pedido con salsa blanca —desliza el plato en la mesa para que este llegue justo en la punta donde me encuentro, agradezco que no se haya caído al suelo, tendría un serio problema si eso sucediera.
No sé qué responder para ser sincera, lo único que deseo ahora es que la tierra me tragase y me escupiera en otra parte del planeta, puedo sentir algunas cuantas miradas sobre mí, el tono que uso la mujer fue suficientemente fuerte como para llamar la atención de varias personas.
Si llega a salir Maggie y viera la escena que se está formando, me echaría sin pensarlo dos veces.
He tenido muchas veces que soportar demasiadas cosas por parte de algunos clientes pesados, y aun así lo he dejado pasar y siempre trato de tolerar, cuando en realidad no debería ser así, el sueldo es poco y no lo vale, pero no puedo hacer otra cosa, no tengo experiencia en nada y dudo que me contraten en otro lugar así como así. Por lo tanto me debo de devorar las ganas que tengo justamente en este instante para m****r todo al mismo infierno y devolverle los gritos a esta mujer, necesito mantener el empleo.
—Se lo cambiare —recojo el plato.
—Ya no tengo apetito —replica.
Me rio por lo bajo porque siento ganas de llorar, tengo varias cosas en la cabeza y presiento que colapsare en minutos nada más.
—¿No se cansa de fastidiar a las personas, señora? —una voz detrás de mí hace que me erice la piel, juro reconocer esa voz, pero no estoy completamente segura.
Me quedo quieta en mi lugar, mirando a las tres mujeres delante de mí, mientras tanto siento una presencia masculina detrás de mí, si era quien yo creía, era demasiada casualidad, no podría ser. ¿Cómo es posible? A menos que me esté siguiendo, pero eso no tiene lógica, ¿Por qué lo haría? Ya me estoy imaginando cosas.
—¡Cariño! —Exclama la mujer rubia poniéndose de pie de un salto—. Te estábamos esperando, no comprendo porque nos has citado a este lugar tan horrible, pero me alegro volver a verte.
Me hago a un lado para no estorbar.
—Lamento la tardanza, mamá —habla por segunda vez y entonces lo confirmo, es Jayden Scott.
Él abraza con mucha calidez a su madre aparentemente. Esto me deja completamente desconcertada.
Noto que no ha llegado solo, tiene a un hombre detrás de él vestido de traje y con un auricular en la oreja, sospecho que es un guardaespaldas, pero ¿Por qué uno de los mejores boxeadores necesita guardaespaldas? Jayden lleva puesto una camisa de mangas largas morado, unos vaqueros negro rasgados en las rodillas y me quedo mirando su relajado y sonriente rostro, lo hace lucir magnético. Sus ojos verdes se fijan en mi a los segundos de separarse de su madre, no puedo apartar los míos de él, demasiada coincidencia tenerlo por aquí. No tengo idea que pensar exactamente.
—¿Cómo estás? —me pregunta dejándome todavía más y más desconcertada.
—Yo…mmm…yo —no podía articular ninguna frase completa.
—¿La conoces? —pregunta la mujer mirándome de arriba abajo con la nariz fruncida.
—Solamente de vista —responde Jayden sin desconectar nuestros ojos.
—Bien, dime cariño, ¿para qué nos has citado a tus tías y a mí en este espantoso lugar? Hay tantos restaurantes de cinco estrellas y venimos a parar en este —resoplo mirando al suelo al escucharla hablar de esa manera.
—Nada en especial, he decidió quedarme en Miami un tiempo, ya no me iré a Canadá como lo tenía planeado —comunica él con una ligera sonrisa ahora.
—¿En serio? —Su madre parece no poder creerlo—, es fabuloso, cariño, Amara estará feliz con esa noticia.
La sonrisa de Jayden desaparece en un abrir y cerrar de ojos.
—Prefiero que no se entere, no me interesa que lo sepa.
—Pero ella…
Jayden la interrumpe.
—No vamos a discutirlo aquí.
Entonces los ojos de la madre de Jayden se clavan en mí, frunciendo el ceño.
—¿Y tú qué demonios haces escuchando conversaciones que no te incumben? —me grita.
De verdad necesito que la tierra me trague. Pero por otro lado tiene la razón, no debería estar escuchando conversaciones ajenas.
—Mamá, ya basta —Jayden aprieta la mandíbula—, Te oído gritar desde la otra calle.
—¡Iris! —me vuelvo atrás y visualizo a Maggie en la puerta de la cocina, me indica con una mano para acercarme, lo cual no lo dudo y voy hasta ella, ya necesitaba escapar—, ¿Qué haces con el plato en la mano aun?
—Salsa roja —digo únicamente.
Maggie niega con la cabeza y cerrando los ojos responde:
—¿Acaso no oyes cuando te piden una orden?
Cuando estaba por abrir la boca para poder defenderme, la que abre la boca es Maggie tanto sus ojos miran sobre mi hombro.
—¿Acaso él es…él es Jayden Scott? —Balbucea mi jefa con un brillo especial en sus ojos—. ¿Qué hace aquí? Dios, necesito una foto.
No me había dado cuenta pero, las personas en el restaurante han dejado de comer simplemente por estar mirando a Jayden, como Maggie quien por suerte ha dejado de gritarme por el mismo motivo.
Esta será una larga, larga noche.
Estaba agotadisíma, lo prometo.El restaurante normalmente cierra a las once de la noche, pero hoy era la excepción.No dejaba de recibir mensajes de texto por parte de Selene para preguntarme cuando volveré, y otros dos mensajes por parte de Liam, quien decía querer verme y que si no respondía vendría justamente al restaurante, algo que no quiero por nada del mundo, pero decidí no responderle de igual forma, por una de dos razones, tenía a decenas de personas por atender. Tania estaba tan abrumada como yo, iba de aquí para allá con platos y vasos, su ojos me suplican ayuda cuando yo estoy igual que ella. Tania es otra de las camareras del restaurante.Al cruzar la puerta de la cocina me apoyo contra la pared y respiro profundamente, mis pies no daban para más. Me moría de sed, tenía más calor de lo habitual y me urgía una buena ducha de agua fr&i
Me toma unos segundos procesar lo sucedido, Liam en el suelo con su nariz rota y con sangre, ni siquiera vi cuando Jayden lo ha golpeado.No logro poder mover un solo músculo, permanezco inmovil contra la pared.Repentinamente Liam se coloca de pie enfadado, apesar de que estabamos en plena oscuridad, podía notar en sus ojos la rabia contenida. Entonces este se ataca a Jayden ciegamente.—¡Basta! —grito cuando ambos comienzan a golpearse entre sí, ninguno parece querer escucharme.Pese que Jayden es un boxeador estrella y muy bueno, Liam también tiene lo suyo, su cuerpo es mucho menos delgado sí, pero su agilidad le hace competencia a la fuerza y habilidad de Jayden.—Por favor, ya dejen de pelear —mi voz era de puro pánico, quería intervenir, pero ambos están tan cegados por una ira indescifrable que su pelea se basa en puños, golpes en el estómago
—¿Y tú guardaespaldas? —pregunte rompiendo el silencio, él me mira algo extrañado y luego como si recordara se sonríe.—Supongo que se ha tomado la noche libre —responde—, es nuevo en esto de estar cuidando a una persona, el chico tiene entrenamiento mas no sabe cómo ejecutarlo.—¿Por qué un Boxeador necesita un Guardaespaldas? —me atrevo a preguntar, por curiosidad tan sololamente.—Te sorprenderías la razones, bonita —se limita a decir—. De igual manera, no lo necesito la mayor parte del tiempo.Me decido a no seguir preguntándole cosas que no me incumben por el momento. Luego pienso en su última palabra y ahí si es que replico algo.—Iris —exclamo.Jayden arquea una ceja sin comprender mi repentino cambio de tema y vuelve a inclinar su cabeza a un costado fr
Después de haber procesado todo lo de esta mañana, tuve que forzarme a darme una ducha, relajar mi cuerpo y mente para luego irme a trabajar, sabiendo el largo día que me esperaba.Selene no dejaba de soltar maldiciones hacía Jayden por meterme en estos escándalos de mentiras pues yo no era novia de Jayden, y ya me estaban involucrando con él. Aunque lo defendí diciendo que él no lo habría previsto, y esto la enojo, me salí de la casa un poco mal por haber terminado el desayuno en una pelea.Pese a que el restaurante queda a unos kilómetros de distancia, no me tomo el autobús por esta vez. He preferido irme caminando, y pasar fugazmente por la playa a observar lo que tanto me encanta, las olas romper en la orilla.Llego al restaurante que por supuesto aun permanecía cerrado, todavía no marcaba ni las once y media del mañana. El silencio dentro era una de las
—¡Olvídalo! —Hablo con la suficiente firmeza para que pueda captar el mensaje de que de verdad no quiero si quiera tenerlo cerca de mí—. Olvídate que existo, y déjame en paz de una vez por todas.No consigo que mueva un solo pie, se queda plantado a unos pasos de la puerta principal, me fijo en sus nudillos que los tiene por completo destrozados.—¿De verdad crees por un segundo que puedes olvidarme con ese imbécil? —frunce el ceño.—Vete, no voy a hablar contigo de Jayden ni de nadie —ignoro su pregunta, lo necesito lejos ya.—Contéstame —me exige Liam elevando el tono de voz.—Ya te he dicho que no voy hablar contigo, quiero que te vayas ahora mismo —replico con fuerza.—Vaya que si eres muy ingenua —resoplo al ver que no cederá a irse fácilmente, luego añade—, el chico es un
Al llegar al club, Duncan intenta encontrar un espacio libre en la calla para poder estacionarse.Habían muchos autos por todas partes, algunos haciendo difícil que otros autos puedan pasar, la mayoría están obstruyendo la mitad de la calle que no deberían.Una vez estacionado, bajamos del auto y nos dirijamos a la entrada del club, afuera de este tenía un cartel rojo neón, con las letras CDBM, letras las cuales no me había fijado antes y las cuales no tengo la menor de idea de su significado. La oscuridad de la noche lo hace resaltar más de lo normal.Un guardia de seguridad le pide algo a Duncan, no porque no lo conociera, evidentemente lo hace, sino por otra razón. Mientras tanto Selene y yo nos adentramos al lugar rápidamente, más bien era Selene quien me empujó para que así lo hiciera.—Debo irme, pero las veo más tarde, princesas —dic
Me paso la lengua por los labios nerviosa.Siento mi pecho bajar y subir por su cercanía.Podía escuchar mi corazón latiéndome fuertemente al igual que sentir la respiración de Jayden en mi rostro.Mis ojos no se despagan de los suyos.—Tengo que decirte algo —murmura, mirando mi boca—. Más bien pedirte perdón por lo que haré.Y entonces su boca atrapa la mía repentinamente. Mantengo los ojos abiertos sin saber cómo reaccionar, pero automáticamente correspondo a su beso cerrando los ojos.Me besa con suavidad para luego aumentar la velocidad, siento cosquillas en mi estómago y como mi cuerpo se eriza ante su contacto. Jayden pasa sus manos por mi cintura y yo las mías por su cuello, giro un poco la cabeza a un costado. Nuestras lenguas se encuentran y ambas juegan como si estuvieran esperando este momento mucho antes de conocernos. No
Al salir del club, a unos pocos metros visualizo a Selene y esta se apresura a llegar a mí, tiene el celular pegado a su oído. Por lo que puedo escuchar está hablando con su madre y no parece muy contenta.—Era la televisión ya te lo he repetido un millón de veces —Selene pone los ojos en blanco y me toma del brazo para comenzar a caminar por unas calles que no reconozco. Duncan viene detrás de nosotras aun en Bata y sudado—. No te preocupes, mamá. Te llamare cuando termine de ver la película de acción.Selene deja escapar un suspiro y cuelga el celular, lo bloquea y se lo guarda.Aun no me puedo creer que haya perdido el mío, ojala pudiera volver y revisar casa centímetro del Club. Pero ya se claramente que no lo voy a volver a recuperar. No me quedara de otra que comprarme uno nuevo.—¿Alguien me puede explicar lo que acaba de pasar? —