Tenía que marcharse antes de terminar de comer porque si no acabaría tirando toda la comida al suelo y follandola allí mismo, sobre esa mesa, la forma en que sus labios se movían, esa voz tan familiar, pero que no era de ella, no podía ser ella, Asad jamás permitiría que su jodida arma saliera de esa prisión de oro que creó a su alrededor.— Por favor…— imploró la joven deteniéndolo en su huida — es mi cumpleaños…Algo hizo Click en la mente de Amir al escuchar aquello y perdió por completo la cordura, ya no había forma humana de pararlo, la deseaba, quería fantasear con el cuerpo de Irina y no había nada de malo en ello.Había un debate muy intenso en su cabeza cuando por fin estaba a punto de poseerla. Tenía un cuerpo realmente hermoso, y el sabor que había descubierto entre sus piernas lo había embriagado como el más exclusivo licor, pero embriagado de lujuria y descontrol, de deseo irrefrenable.En el momento exacto en que ella levantó la cadera haciendo que su espalda se arqueara
Amir era incapaz de entender lo que ella le decía con esos botones abiertos de su camisa que lo incitaban a mirarla a seguir deseándola a quererla desnuda de nuevo en su cama.— ¿Podrías…?— él señaló los dos botones de la camisa que quedaban por abrochar y Irina afiló la mirada molesta.— ¿Me estás escuchando?— Si, claro, sigue, pero por favor, abrochate..— Bien como te estaba contando — se abrochó los botones algo molesta — como comprenderás, eso a Asad no le interesa, los pozos de petróleo que tiene, producen cerca del cincuenta por ciento de su fortuna, padre quería que lo sedujera y viajara con él a este país, que consiguiera que confíe en mí lo suficiente como para averiguar todo lo que pudiera de su proyecto, ¿Lo cerca que están de conseguirlo?¿Quienes son sus inversores? Y por supuesto cual es la fórmula ¿Quienes la conocen y trabajan en ella y que tan difícil sería eliminarlos?— Vaya… ¿Y lo sedujiste?— No me ha tocado un pelo, ni siquiera le gustan las mujeres pero, ¿Eso
Amir había hecho cosas de las que le gustaría no tener que hablar con nadie ni recordar para estar en el lugar en el que se encontraba. Cuando escapó de Turquía, tenía muy claro que si su padre lo encontraba, podía pasarle cualquier cosa. Asad no perdonaba la traición, ni siquiera si venía de uno de sus hijos, sobre todo si venía de uno de sus hijos.Era algo que Amir había aprendido desde muy pequeño, la primera vez que le mintió. Aunque Asad no era un hombre agresivo con su familia, aquel día lo fue. Amir no recordaba del todo la edad que tenía, pero sabía que no había cumplido los 10 años todavía.Entró a escondidas por la noche y se comió las fresas que su padre tanto codiciaba y guardaba para él. No comió una ni dos, sino que terminó con todas; en parte porque le gustaban, en parte porque necesitaba vengarse de su padre por haber sacrificado a su caballo favorito tras romperse una pata.Cuando Asad descubrió que sus fresas habían desaparecido, supo rápidamente que había sido él.
Amir caminaba junto a Irina por los pasillos del castillo, asegurándose de pasar por los lugares cerrados al público. Tenía algo muy claro: no quería implicarla en lo que ocurría en sus fiestas, la quería muy lejos de las orgias, los bailes y los excesos que sucedían durante esos tres días.Aunque sabía que Irina no era una persona inocente y que, desgraciadamente, había tenido que comerciar con su cuerpo, Amir prefería pensar que, a partir de ahora, podría protegerla de todos y de todo, que podría construir una muralla a su alrededor y que nada ni nadie la rozara, le respirara cerca si pudiera hasta evitaría que la miraran. Todos excepto él, claro.Tardaron poco menos de diez minutos en llegar a la mazmorra donde William estaba encerrado. El hombre no tardó nada en levantar la vista y mirarlos con una sonrisa de oreja a oreja que demostraba que estaban actuando exactamente como esperaba que lo hiciera.—Si estáis aquí los dos, supongo que no debe ser muy malo lo que sucederá conmigo,
Amir examinaba decenas de pensamientos que pasaban por su mente en cuestión de segundos mientras escuchaba hablar al americano, pero hubo uno que se hizo más fuerte que los demás, que pesaba con la fuerza de una enorme losa y parecía amenazar con aplastarlo, la seguridad de Irina, que algo le sucediera a su lado, que ahora que la tenía para él no fuera capaz de protegerla.No, Amir se negaba a perderla, a soltarla ahora que era suya, sin duda daría la vida por ella si hiciera falta.Se adelantó moviéndose con rapidez y antes de que Irina pudiera detenerlo o William verlo venir, llevó una mano a su cuello y lo hizo levantarse, Amir era un hombre grande, pero no parecía que pudiera poseer esa fuerza tan descomunal como la que estaba demostrando en ese instante.La espalda de William impactó con la pared más cercana mientras Amir lo agarraba del cuello apretando lo justo para no ahogarlo del todo, pero lo suficiente como para que sintiera peligrar su capacidad de respirar.— ¡Amir, suélt
— Encárgate de todo — le pidió Amir a aquel hombre algo mayor que lo había asistido antes, ese hombre todavía seguía con su antifaz puesto, aún así, se podía ver la seriedad bajo la máscara, en su comportamiento y en la forma en que se movía o se dirigía a Amir.El enmascarado solo asintió y Amir se giró para caminar con Irina hasta el coche, todavía la llevaba sujeta de la mano, como si al soltarla ella pudiera desvanecerse y alejarse de su lado, como si no pudiera terminar de creer que por fin la tenía con él.— ¿Quién es?— preguntó Irina curiosa una vez Amir le abrió la puerta del coche.Él no contestó al instante, la dejó entrar y cerró la puerta tras ella, caminó alrededor del vehículo para llegar al otro lado y luego se sentó al volante de aquel elegante deportivo de color gris.— Es Sven, mi mayordomo— empezó a explicar mientras se abrochaba el cinturón de seguridad — pero es mucho más que eso, también es mi hombre de confianza— levantó la mirada para observar a Irina — es un
— Póntelo — exigió observándola desde su asiento. Era perfecta, no había visto nada más bonito en su vida y el probador estaba rodeado de espejos, así que podía verla desde todos los ángulos.Irina no tardó en colocarse la lencería haciendo sonreír a Amir porque, ante él, volvía a ser esa adolescente, volvía a ver inocencia en ella, volvía a tener vergüenza y él adoraba esa parte de ella que estaba seguro de que solo salía en su presencia.—Ven aquí — exigió sin dejar de observarla. Su voz era ligeramente más grave y el pantalón le apretaba a causa de la erección que ya ocultaba en el interior.Irina caminó hasta él, quedando de pie frente a Amir, clavando sus enormes y azules ojos en los negros del árabe con esa mirada que verá capaz de derretirlo ¿Sería consciente de todo lo que ble provocaba solo con mirarla así?Amir subió una mano por su muslo derecho, acariciándola e inclinándose para besarlo.— Voy a saborear tu piel todos los días, voy a llenarme de ti todo el tiempo, no te de
Estaba exhausta, extasiada por el placer que acababa de experimentar. Nunca creyó que llegaría ese momento en que disfrutaría haciendo el amor con el hombre al que realmente amaba. Porque era cierto, Irina había entregado su cuerpo muchas veces. Algunas incluso había disfrutado del placer sexual, pero jamás había hecho el amor. Y con él... con él sentía que su corazón quería salirse de su pecho, explotar cada vez que estaban juntos, por lo mucho que lo amaba, por lo mucho que sentía por él. Cuando se encontraba entre sus brazos, Irina sentía que moría y renacía.― Irina... ― Amir acarició ese hermoso rostro había dejado de extrañar en todos esos años sin ella, estaba levemente sonrojada por lo que acababa de suceder entre ellos, y la veía aún más hermosa, despeinada, entregada a él―. Cásate conmigo... cásate conmigo ya. Si ha de ser, mañana como muy tarde, aunque prefiero que sea hoy, sé mi esposa, Irina, se mi esposa y no te separes nunca más de mí.Esas palabras la sacaron de sus di