Steve y Bridgette estuvieron compartiendo durante bastante rato, los dos se sentían bastante a gusto el uno con el otro, increíblemente, a pesar de la amplia diferencia de edad entre ellos, tenían muchas cosas en común. De hecho, tenían más cosas en común que antagónicas.Entre otras cosas, a ambos les gustaba el deporte y los ejercicios, y ambos lo practicaban de buena gana todos los días, con excepción de los domingos. También les gustaban los autos, en especial los coches deportivos de marca, y para subrayar el punto, a los dos les encantaban las armas de fuego y disparar, al igual que la cacería. Así que la conversación entre ellos era sumamente fluida y era tan amena que ninguno de los dos se dió cuenta de que eran casi las doce del mediodía y ellos habían estado tomando jugos y comiendo helados y tortas (a los que eran fanáticos también). La primera que se dió cuenta fue Bridgette porque vio la hora pensando que era aún temprano, porque le agradaba mucho conversar con este homb
Lester Cahoon tenía unos sesenta años, o al menos estaba a punto de cumplirlos, pero no los aparentaba para nada, se le veía en buena forma, quizás un tanto “llenito”, pero se veía fuerte y saludable. Su bigote, negro con algunos vellos balncos no era muy grueso pero sí recortado con cuidado, todo en él hablaba de opulencia, dinero y poder.Ahora estaba un poco pálido, miraba a su hija de hito en hito, escudriñando su rostro y sus ojos, tratando de ver más allá de lo aparente, y con una grave sospecha llenándole el corazón.Bridgette se había puesto un poco pálida, pero finalmente decidió contarle la verdad a su padre, en todo caso no había manera de contarlo de forma que pareciera un accidente o una equivocación, aunque esta última idea estaba tomando cuerpo en su mente.—Es que estaba trotando por la playa, papá —trató de darle firmeza a su voz, aunque la intimidaba un poco la severa mirada que tenía su padre— Cuando tres sujetos trataron de agarrarme, yo me defendí como pude pero e
Bridgette se sentó a la mesa de la cocina mientras su madre trabajaba en la comida que iba a hacer para una junta de beneficencia con la que trabajaba de voluntaria, era algo que hacía sólo ocasionalmente, pero le gustaba ayudar a la personas sin hogar y con problemas de adicciones.—No me gusta, hija —le dijo mientras arreglaba las cosas que iba a llevar esa tarde a la reunión de la beneficencia— No me gusta para nada.—¿Puedes decirme por qué, madre? —le preguntó ella, incisiva.La madre de Bridgette era mucho menos que su padre, aún era de muy buen ver y se notaba que había sido una gran belleza cuando era joven, aún era hermosa, y mucho tipos se le acercaban con intenciones románticas, pero ella los alejaba muy sutilmente y a los muy insistentes los cortaba de plano.Ella tomó un gran sorbo de aire para luego suspirar.—Es que es demasiado peligroso que andes armada —dijo volteando a verla a los ojos— ¿Qué tal si se dan cuenta de que andas con un arma, y entonces te disparan?—¡Ay
Steve Lonergan había llegado a su casa hacía más de una hora, tal como se lo había propuesto se puso a leer un libro sobre armaduras y espadas medievales que había conseguido en una librería. Tenía una buena biblioteca con más de cien libros, la mayoría sobre la profesión que había abrazado y el resto eran algunos clásicos y otros que le habían gustado mientras los hojeaba en las librerías que visitaba.Le gustaban los libros de fantasía histórica y algunos parecidos, increíblemente le gustaban los libros de Harry Potter, los había leído completos varias veces. Eso lo hacía cuando quería aislarse del mundo y hasta de su profesión. Se relajaba bastante, al igual que con las películas, no le gustaban demasiado los dramas, sino más bien las de aventuras y acción.Pero esa tarde le costaba un poco concentrarse en la lectura, la imagen de la chica a la que había salvado volvía una y otra vez a su mente. La verdad era que no le disgustaba recordarla, porque por primera vez en la vida conocí
Esa misma tarde Bridgette estaba regresando de las oficinas donde trabajaba, ella estaba reuniendo dinero para abrir una tienda propia o una oficina de administración para empresas, y mientras trabajaba en una administradora en el centro de San Francisco.Cuando llegó a la casa vió un soberbio auto deportivo negro en el frente de la casa de su mamá. Por un momento pensó que alguien los estaba visitando, pero eso sería raro porque a ellas no las visitaba casi nadie y de sus conocidos en la ciudad nadie tenía, no en sueños un auto como ese.El único que podría tener un auto así sería su padre, pero él siempre llegaba en taxi o si acaso en un auto rentado, porque normalmente él viajaba en su avión privado.Quizás era alguien que estaba visitando a otras personas y había estacionado el sitio allí por equivocación.Dejó de hacer elucubraciones y se dirigió derecho a su casa, abrió la puerta y entró.—Hola, Mamá —dijo entrando en la sala— Hoy vine más temprano por…—Se quedó callada de pront
La semana transcurrió con bastante normalidad para Steve Lonergan, después de su encuentro con la chica en San Francisco el domingo anterior, y del compartir que tuvieron, su vida había vuelto a su rutina normal. Él recordó el incidente varias veces, y se dijo a sí mismo que era por lo extraordinario, lo que no le gustaba era que la imagen de la chica sonriendo lo hacía sentir un poco incómodo.Porque ya se había dicho a sí mismo que no era buena idea estar intimando con alguien, en especial en esas situaciones de peligro y mucha adrenalina porque se podrían generar ciertos sentimientos que podrían confundir a las personas. Y hasta había bromeado consigo mismo con aquello del “viejo verde” cortejando a la jovencita, Lonergan suspiró.No estaba muy seguro ir a San Francisco como hacía casi cada domingo, a disfrutar de esa playa en particular, le gustaba la soledad que había allí en la mañana y el ruido de las olas rompiendo contra los baluartes de piedras en ese lado donde acostumbraba
Lo peor del caso, y lo que más le preocupaba, era que ese día cuando iba a salir a trotar buscó entre sus ropas ese conjunto que casi nunca usaba, porque los hombres se volvían como locos diciéndole piropos, algunos de los bastantes subidos de tono. Por eso ella usaba siempre los pantalones deportivos de algodón un poco anchos y con unas franelas también de algodón, pero holgadas, de manera que sus hermosas líneas corporales y sus atributos no se notaban mucho.Pero esta vez lo había buscado adrede, se lo había colocado y se había admirado al espejo con ojo crítico, y se había dicho a sí misma que ese era el apropiado para deslumbrar a cualquiera, aunque no era cualquiera en el que ella estaba pensando, sino en el hombre adulto que la había salvado, pero lo cierto es que quería lucir, que la viera tan hermosa como era, que la admirara. «¿Por qué? se preguntó a sí misma»Bridgette no envía una explicación racional, pero estaba empeñada en que él la viera bonita, hasta deseable. Y aunq
—Es un auto completamente blindado —le dijo ella al ver la expresión de duda en el rostro de él.Y seguidamente le explicó los aditamentos y cambios que le había enseñado el señor Ryan mientras iban de camino al aeropuerto, también le comentó que su padre le iba a enviar un par de escopetas y también dos fusiles de asalto, un ejemplar de cada uno, para tener en la casa y en el auto.Lonergan se quedó meditando brevemente lo que ella le decía, y había algo en todo eso que no era normal, cualquiera diría que tanto cuidado era una exageración, a menos que…«Ya basta, Lonergan —se dijo a sí mismo— Ya no eres policía»Así era y tenía que asumirlo, sin embargo se había encendido una alarma en su cerebro y eso era difícil de evitar porque se trataba también de supervivencia y eso no se podía soslayar tan fácilmente.—¿Estás segura de que tu padre no trabaja para el gobierno? —le dijo Lonergan tratando de averiguar sin ser demasiado evidente.—Pues no —dijo ella con total convencimiento— Sólo