La semana transcurrió con bastante normalidad para Steve Lonergan, después de su encuentro con la chica en San Francisco el domingo anterior, y del compartir que tuvieron, su vida había vuelto a su rutina normal. Él recordó el incidente varias veces, y se dijo a sí mismo que era por lo extraordinario, lo que no le gustaba era que la imagen de la chica sonriendo lo hacía sentir un poco incómodo.Porque ya se había dicho a sí mismo que no era buena idea estar intimando con alguien, en especial en esas situaciones de peligro y mucha adrenalina porque se podrían generar ciertos sentimientos que podrían confundir a las personas. Y hasta había bromeado consigo mismo con aquello del “viejo verde” cortejando a la jovencita, Lonergan suspiró.No estaba muy seguro ir a San Francisco como hacía casi cada domingo, a disfrutar de esa playa en particular, le gustaba la soledad que había allí en la mañana y el ruido de las olas rompiendo contra los baluartes de piedras en ese lado donde acostumbraba
Lo peor del caso, y lo que más le preocupaba, era que ese día cuando iba a salir a trotar buscó entre sus ropas ese conjunto que casi nunca usaba, porque los hombres se volvían como locos diciéndole piropos, algunos de los bastantes subidos de tono. Por eso ella usaba siempre los pantalones deportivos de algodón un poco anchos y con unas franelas también de algodón, pero holgadas, de manera que sus hermosas líneas corporales y sus atributos no se notaban mucho.Pero esta vez lo había buscado adrede, se lo había colocado y se había admirado al espejo con ojo crítico, y se había dicho a sí misma que ese era el apropiado para deslumbrar a cualquiera, aunque no era cualquiera en el que ella estaba pensando, sino en el hombre adulto que la había salvado, pero lo cierto es que quería lucir, que la viera tan hermosa como era, que la admirara. «¿Por qué? se preguntó a sí misma»Bridgette no envía una explicación racional, pero estaba empeñada en que él la viera bonita, hasta deseable. Y aunq
—Es un auto completamente blindado —le dijo ella al ver la expresión de duda en el rostro de él.Y seguidamente le explicó los aditamentos y cambios que le había enseñado el señor Ryan mientras iban de camino al aeropuerto, también le comentó que su padre le iba a enviar un par de escopetas y también dos fusiles de asalto, un ejemplar de cada uno, para tener en la casa y en el auto.Lonergan se quedó meditando brevemente lo que ella le decía, y había algo en todo eso que no era normal, cualquiera diría que tanto cuidado era una exageración, a menos que…«Ya basta, Lonergan —se dijo a sí mismo— Ya no eres policía»Así era y tenía que asumirlo, sin embargo se había encendido una alarma en su cerebro y eso era difícil de evitar porque se trataba también de supervivencia y eso no se podía soslayar tan fácilmente.—¿Estás segura de que tu padre no trabaja para el gobierno? —le dijo Lonergan tratando de averiguar sin ser demasiado evidente.—Pues no —dijo ella con total convencimiento— Sólo
—Hmmm —dijo ella poniendo mirada como soñadora— Eso te hace más interesante para mí —dijo con arrojo y ruborizándose por completo.Lonergan se quedó con el vaso a medio camino entre la mesa y su boca, la miró con atención y luego él también se ruborizó un poco.—¡Caramba, Bridgette! —alcanzó a decir sorprendido— La verdad no sé qué decir a esoLonergan se quedó sin palabras, solo la miraba y ella le devolvía la mirada sin pestañear casi. De allí hubo un tenso silencio por varios minutos donde sólo se miraban..Bridgette se dió cuenta de que había sido demasiado lanzada, y no porque le diera pena, sino que lo veía como perturbado y como si le faltara resuello para hablar. Suspiró con fuerza antes de hablar de nuevo, sintió un súbito calor al imaginarlo con ropa de deportes.«¡Dios! —pensó— ¿Qué le estaba pasando?»Decidió ponerse un alto a ella misma, no quería parecer que lo estuviera provocando. Por su parte, Steve estaba bastante perturbado, porque tenía que reconocer que la chica
—Lo siento —comenzó a decir él— La verdad es que eso sonó medio comprometedor.—No te preocupes, se entiende lo que quisiste decir —luego no pudo aguantar la risa porque sí que había sonado comprometedor, sucio y sexual.Lonergan la miró, al principio se extrañó pero luego se dió cuenta de cómo ella había interpretado las palabras de él y que por eso le causaba tanta hilaridad, que no pudo aguantarse y él comenzó a reír también. Reían de tal forma que los que pasaban por la calle los miraban y sonreían con ellos, los que estaban en el restaurante los miraban con curiosidad y otros reían solamente con verlos reírse.Cuando ya el estómago les dolía por tanto reír y las lágrimas les brotaban de los ojos, pudieron más o menos controlarse, pero procuraban no mirarse a los ojos, sin embargo fue inevitable, al verse las caras de nuevo las risa los atacó, haciendo que casi perdieran el aliento.—¡Oh, por Dios! —dijo ella— Tenía demasiado tiempo sin reirme de esta manera.Por su parte, Lonerga
—Porque quería impresionarte, quería que me vieras.—Y lo lograste, ese día noté que eras hermosa —un nuevo golpe de rubor en las mejillas femeninas— Pero hoy me dí cuenta de que eres una mujer muy deseable, fantásticamente hermosa y perfecta.—Gracias, de verdad haces que se me salgan los colores —dijo sonriendo.—Lo malo es que me fijé en tí de una manera poco apropiada, tus formas son muy atractivas —dijo él con algo de bochorno.—¿Te gusté? —le preguntó ella sin poder evitar la picardía.—Para ser completamente franco… Sí, definitivamente sí —le dijo.—Gracias por ser sincero conmigo, igual yo siento que puedo ser sincera contigo y confiar en tí —le dijo con los ojos brillantes— Además te debo la vida.—Gracias por confiar en mí —le dijo él con gesto preocupado— Pero no sé si sería bueno que confiaras tanto en mí, hoy me sentí como una especie de patán porque quería admirar tu cuerpo.—Pero eres un hombre sumamente atractivo, Steve —le dijo ella— Las chicas deberían caer rendidas
Ella se le quedó mirando, por lo menos sabía que ella no le era indiferente, porque a medida que pasaban los minutos y las horas compartiendo con Steve Lonergan, Bridgette había ido reconociendo que este hombre la perturbaba, al menos físicamente, en otras palabras: la excitaba. Y reconocer eso hacía que algo en ella fuera cambiando, generando un extraño calor que le llenaba el pecho de ternura.—Me encanta cuando eres sincero conmigo —le dijo— Me haces sentir bien, yo no sé qué va a pasar en el futuro, no puedo prever las cosas, pero si te digo que cuentas con mi confianza y con mi amistad.—Tú también cuentas con mi amistad, Bri —le dijo él con sentimiento en la voz— Con mi sincera amistad.—Gracias, Steve —le dijo con sinceridad— Entonces, ¿nos vamos?—Sí, no me gusta manejar mucho de noche por la autopista —le dijo.—Si pudiera te llevara en mi auto, ¿pero cómo haríamos con el tuyo?—Bueno, entonces me puedes traer mañana para venir a buscarlo.—Me está pidiendo que me quede en Lo
Por eso había sido la duda de si viajaba de nuevo a San Francisco o se quedaba en Los Ángeles, pero había decidido ir e inevitablemente, había sucedido todo esto que lo tenía desconcertado.Decidió olvidarse por ahora del asunto, pero de que necesitaba meditarlo bien, era obvio que sí. Dando un gran suspiro se concentró en la carretera y aceleró, casi al máximo, su potente vehículo.Cuando llegó a su casa eran cerca de las diez de la noche, porque a pesar de todo no había conducido tan rápido como hubiera deseado, y ya de noche condujo aún más lento, nunca le había gustado conducir por las autopistas cuando las luces del día se apagaban.La señora Palmer, una ama de llaves que había contratado lo estaba esperando en la sala de la amplia casa—¿El señor desea comer? — le preguntó solícita— Si lo desea, le puedo calentar la comida, señor Lonergan.—No se preocupe por mí, señora Palmer —le dijo cariñoso— Si lo desea se puede retirar a descansar, ya sabe que no me gusta que se quede despi