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Amy caminaba de un lado a otro en el pasillo del hospital, esperaba a que le dijeran información sobre John. —¿Usted es la esposa de John Miller? Amy pensó en su respuesta. —No, no soy la esposa de John Miller —dijo con frialdad—. Solo una conocida. —Entiendo. —¿Cómo está? —Solo podremos hablar con su familiar. —No tiene familiares, es huérfano, así que yo soy lo único que tiene. —El señor está bien, se repondrá, fue estabilizado. Amy respiró profundo, liberándose del miedo. —¿Puedo verlo? Por favor. —Sí, puede verlo, sígame. La mujer la dirigió hasta una habitación. Amy la siguió. Al entrar, Amy vio a John, en la cama, estaba recostado, con los ojos cerrados, lucía tan frágil, que se conoció al instante, sus ojos se aguaron, pero sintió un nudo que le impedía llorar o hablar, se acercó un poco más. No era Kenneth, de eso estaba segura, y sintió dolor de saber que, a ese hombre, no lo conocía, aunque hubiese estado tan cerca de ella como ningún hombre en su vida. Él abri
John se empeñó en salir del hospital, lo obligaron a firmar una carta responsiva de que, si algo ocurría, él tendría la responsabilidad. Salió del hospital, aun escuchando las palabras de Rosaleen. —Ahora debes dejar de pensar con el fuego en tu mente, debes pensar con calma, Amy te ama. —No, Amy amaba a Kenneth, para ella ahora solo soy el recuerdo más doloroso de su vida. —John, no pierdas la esperanza, no cometas locuras. —No me mataré, Rosaleen, no, hasta limpiar el nombre de mi hermano que ensucie con este gran error. John salió de ahí, Rosaleen no pudo detenerlo. «Ojalá que su historia terminé tan bien como alguna vez logré terminar la mía», reflexionó, lágrimas surcaron su rostro al recordarlo. Casi al amanecer, Khan y Amy subieron al yate, la tormenta terminó. Amy miró de lejos la isla, cuando el barco zarpaba, pensó en John, en Kenneth, los hombres que amó se quedaban ahí, ella y su corazón roto se iban. «John, Kenneth, no hice ningún mal, solo amar, solo entregar to
Fedora estaba tan feliz. Pronto planeó la comida donde presentaría a su hija, solo invitó a los Lang a la comida. Ella llamó a Kenneth muchas veces, pero el silencio la angustió. —Es raro que tu hermano no me responda el teléfono —aseveró Fedora. —Madre, te olvidas de que Kenneth y Amy están de luna de miel, quizás están ocupados en pronto hacerte abuela —dijo Lorraine Fedora río. —¡Ojalá! Nada más me gustaría que ver a un niño feliz por nuestros jardines. —¡Cómo bebé Owen! Lo extraño, madre, a él y a Olivia —dijo Lorraine, pero Olivia estaba en un departamento de Fedora. No podía estar bajo el mismo techo que Bruce. —Lo sé, lamento que tengas que volver a ver a Bruce. —Espero que pronto mi hermana lo sepa todo y Bruce se aleje de nosotros —dijo Lorraine Cuando Amy despertó, miró esa habitación, estaban en un hotel, la tormenta volvió y habían retrasado su vuelo a Edimburgo. Pensó en todo lo ocurrido, a veces deseaba que todo fuera un simple sueño, pero no era así. «Kenneth
Fedora se acercó, estaba asustada—¡¿Qué es lo que has dicho?! ¡¿Dónde está Kenneth?! ¡¿Dónde está mi Kenneth?La mujer se acercó y tomó a Amy de los hombros—¡Dime que no es cierto, Amy! ¡Dime que mi hijo está vivo! —exclamó llorando.—¡Lo siento tanto! —exclamó—. Kenneth murió.Fedora se alejó, miró a John, era el vivo recuerdo de su hijo.—¿Cómo sé... mató?—Sé suicidó, lo siento tanto —dijo Amy rompiendo en llanto.Fedora temblaba, no podía más, cuando alzó la mirada se encontró con Julia Lang.—¡Maldita! ¡Tú lo mataste! —gritó y se abalanzó contra la mujer, dándole una bofetada y zarandeándola.Julia gritó, Jeremy intervino, solo por su bebé. Mientras Claudette trataba de calmar a Fedora, quien de pronto cayó al suelo desmayado.Lorraine gritó, pero John la cargó y la llevó adentro.Dave Lang abrazó a su hija.—Amy, ¿Qué es lo que ha pasado? ¿Cuándo ocurrió tal desgracia, hija?—¡Ay, papá!Amy se abrazó a su padre con fuerzas, tratando de buscar un poco de consuelo.Cuando John v
John fue llevado hasta una celda, luego de que le tomaran todos sus datos. No se sentía orgulloso, las lágrimas corrieron por su rostro, estaba en una celda fría, sola, y lúgubre.Tragó salía conteniendo sus emociones. Se sentó en el suelo, estaba agotado, estaba destruido.No pensó en nada, lo evitó, contaba números al azar, del uno al mil, de cinco mil a ocho mil, pensaba en colores; blanco, azul, rojo, lo que sea, para evitar llorar, para evitar pensar en que había destruido su vida y la de muchas personas más, por algo tan estúpido.Escuchó unos pasos, pero ni siquiera quiso alzar la vista.—Tiene solo diez minutos, no más —dijo un guardia.Pero, John se negó a mirar, quien fuera, no le importaba, no quería ver a nada, ni a nadie, solo en el mundo, supo que no tendrá quien se ocuparía de él.—¿Qué pensabas hacer con Julia?Esa voz lo estremeció, cuando levantó la vista, encontró a Amy Lang, la mirada de John se ablandó, se levantó, y se acercó a los barrotes, observó como ella casi
Amy llegó a casa, escuchó los gritos de su padre y se detuvo.—¡Quiero que esa malagradecida! ¡Qué es mujerzuela salga de mi casa, ahora mismo!Claudette lloraba sin parar.Julia estaba frente a Jeremy, quien tenía una mano alzada a punto de pegarle.—Agradece que llevas a ese niño en el vientre, de lo contrario no te quedaría rostro para salir a la calle. ¡Arribista! ¡Mujerzuela!—¡Jeremy!—Escúchalo bien, me largo, cuando ese niño nazca, haré pruebas de paternidad si no es mío, juro que te mataré, te borraré ese bello rostro y nunca podrás salir de nuevo a la calle. Pero, si es mío, te lo quitaré.—¿Dejarás a tu hijo sin una madre?Él sonrió.—Lo prefiero sin una madre a que esté con una zorra como tú.Jeremy salió de prisa.—Ah, tienes las llaves del departamento aquí en Edimburgo, si te echan como un perro, tal como lo mereces, vivirás ahí hasta parir al bebé.Jeremy salió de prisa.Bajó las escaleras y Claudette intentó detenerlo.—Su hija sabe donde debe quedarse, ella firmó un p
John observó a Olivia, se veía tan triste y lamentó verla tan mal. —¿A dónde irás al llegar a Lorf? Ella le miró con temor, en realidad ni ella lo sabía. —No sé. —¿De qué huyes? ¿De quién huyes? Ella bajó la mirada. —De un hombre cruel que piensa que, porque soy mujer y estoy en el peor momento de mi vida, puede hacer conmigo lo que sea. Las lágrimas corrieron por su rostro. John la miró con dolor. Tomó su mano. —Déjame ayudarte. Si no tienes a donde ir, tengo mi casa en Lorf, sí, suena a locura, puedo ofrecerte quedarte en mi casa y yo me quedo en otra parte. Ella estuvo a punto de negarse, pero vio a su pequeño bebé, no tenía a donde ir, no tenía dinero, ni nada más. —Gracias, sí. John asintió despacio. Pronto bajaron del tren y tomaron el ferry a la isla. John miró atrás con una nostalgia que consumía en su rostro. —¿Estás bien? ¿Parece que dejas mucho aquí? John sonrió. —Sí, dejo mi alma y mi corazón en Edimburgo, todo se queda ahí. —¿Mal de amores? John sonrió co
Rhys despertó, se levantó del suelo, miró tan horrible escena y corrió a salvar a Lorraine, la sacó del agua y luchó por reanimarla, los empleados corrieron y llamaron a una ambulancia. Bruce salió corriendo, a toda prisa. Huyendo como un cobarde. —¡Deténganlo, es un asesino! ¡Él la empujó! —gritó Rhys, pero se había marchado. Cuando John bajó, Olivia le dijo que lo habían llamado, él estuvo por devolver la llamada, cuando entró una nueva llamada que él respondió. —¡Fedora! ¿Qué ha pasado? —exclamó asustado al escuchar su voz. Olivia se tensó, creyó lo peor, caminó y miró aquella fotografía, entonces lo supo todo, era una foto de Fedora y John, aunque ella no sabía que en realidad era Kenneth. —¡¿Qué dices?! ¿Cómo está? Iré a Edimburgo. Olivia miró a John cuando colgó la llamada. —¡Debo irme! —exclamó ella asustada John la miró atónito. —¿De que hablas, Olivia? Yo debo ir a Edimburgo, mi hermana Lorraine tuvo un accidente, está muy grave —dijo con la voz rota. Olivia abrió o