Danilo había colgado el teléfono con un bufido desesperado, más que fastidiado por esa llamada insistente que había recibido de la chica que juraba esperar un hijo suyo. Los "te amo" de Jenny resonaban en sus oídos, cada palabra parecía un martillazo insoportable en sus tímpanos.
Él no había podido evitar colgar la llamada de manera abrupta, sintió que ya había respondido a sus inquietudes y no tenía ganas de seguir escuchándola, sabía que no se iba a librar de ella por mucho tiempo más.
«Pero qué fastidio es esta mujer ¿Qué más quiere? ¿Acaso no se conforma con todo lo que le di?», pensaba Danilo, ofuscado.
Para su infor
Mientras tanto, Callum había llegado a la habitación de Mary con paso apresurado, trayendo consigo una bolsa de uvas frescas que había robado de la cocina sin ser notado en el acto. Mary, al verlo entrar, sintió un calor reconfortante en su presencia, por alguna razón le alegraba la existencia sus visitas. —Callum, buenos días —saludó la joven sonriente, ya con el color de su rostro más recuperado— ¿Esas son uvas? El guardaespaldas asintió con la mirada hacia el suelo y le extendió la bolsa llena de esos jugosos frutos. —Sí, pensé que te gustaría algo diferente —respondió el fortachón hombre, con una leve sonrisa que rara vez mostraba. Mary asintió y tomó una de las brillantes uvas para morderla con gusto y se dispuso a disfrutar del agradable y fresco dulzor que llenó su paladar. —Gracias, Callum, últimamente he notado que detrás de esa seriedad se esconde alguien mucho más humano de lo que pensé jamás —dijo la joven mientras tomaba otra uva para mordisquearla y disfrutar. Callu
Danilo lo exigió a Avery que se apresurara a buscar a su escurridizo guardaespaldas que estaba con su mejor amiga en alguna parte del hospital. Su pecho ardía con una rabia y desesperación desconocidas para él, no entendía por qué sentía como si un fuego lo consumiera por dentro y de manera lenta, torturante, tanto que apretaba los dientes y sus manos casi desarmaban los posa brazos de la silla de ruedas.—¡Vamos, Avery! No quiero que pase más tiempo, encuentra al desgraciado de Callum ahora mismo, hoy sí me va a escuchar —exigió Danilo con firmeza, en su mirada refulgía la tormenta de lo que estaba sintiendo a flor de piel.Por su parte, Avery, sin poder evitar una ligera sonrisa divertida ante los iracundos comentarios de Danilo, intentó responderle con la mayor elocuencia posible:—Claro, señor Danilo, ya verá que no fueron muy lejos, si yo vi que Callum estaba allí en su puesto no hace mucho , antes de hablar con usted —afirmaba y Danilo solo respiraba fuerte.Amo y abogado, los d
Avery asintió, aunque su mirada denotaba cierta chispa de duda, pero Danilo pasó desapercibido ese detalle, seguía mirando a la nada con la determinación de lo que había decidido.—Como usted diga, señor Danilo, solo quería asegurarme de que usted tomaba la decisión correcta, porque puede que no haya vuelta atrás.Danilo volteó hacia arriba a ver con ironía a su abogado.—Mis decisiones siempre son correctas, Avery y esta no va a ser la excepción —aseguró Danilo mientras golpeaba con su puño la palma de su mano—. Estoy seguro de que Lara vendrá a mí, yo iré a ella y podré al fin cumplir mis sueños. Jenny tendrá que comprender que la ayudaré solo por el hijo que espera y qué mejor si se lo demuestro uniendo mi vida a Lara, todo encaja a la perfección.—Bueno, señor, entonces prepárese para la noche, será crucial para usted y para lo que sigue después de eso —replicó Avery, con una sonrisa ligera debajo de sus espesos bigotes.Danilo le indicó a Avery que siguieran hacia su habitación,
El misterioso hombre observaba las cartas con una expresión fuera de serie que hacían a Danilo vibrar de curiosidad, de una especie de miedo por saber lo que decían para él, sabía que el mensaje era exclusivo, luego se dio cuenta de que lo miraba directamente y solo se detuvo a tragar saliva con dificultad.—Veo cada una de las cartas y hay tres cosas muy interesantes aquí para usted, señor Danilo Hernández —comentó el hombre con su suave e intensa voz—. Son tres caminos de amor, muy diferentes entre sí pero que se entrelazan con su persona, cada uno posee su propia intensidad y riesgo.—Continúe, por favor, no me vaya a dejar con la duda ahora, se lo suplico —insistió Danilo, mientras sobaba sus palmas de las manos para apaciguar sus ansias.—¡Cómo no! El primer camino, es el más puro y desinteresado que usted pueda llegar a conocer jamás, un amor que ofrece sinceridad y apoyo incondicional, más allá de lo que pueda usted esperar.El corazón de Danilo se aceleró con esas palabras, to
Era ya un nuevo día en el hospital exclusivo de Danilo, en Alta Mira, la brisa matutina se colaba con suavidad a través de las cortinas de la habitación, llegando a casi todo resquicio de aquel hermético lugar, era cálido y reconfortante.Mary, aun pasando las últimas secuelas de su convalecencia, yacía sentada en su cama, con Danilo a su lado, en donde le gustaba estar a él. Ambos se habían acomodado para recibir a los ex compañeros de trabajo y podría decirse, amigos, que ella ya esperaba con ansias.La puerta de madera pintada de blanco se abrió y Angela, seguida de Ricardo, entraron con unas miradas llenas de alivio, tan preocupadas que a simple vista lo demostraban sin haber dicho una sola palabra.Avery los había escoltado y se quedó mirando la escena también. Callum seguía en su puesto, afuera de la habitación, pero su oído desarrollado escuchaba todo.—¡Mary! —exclamó Angela cuando tuvo a su amiga a centímetros, para abrazarla con la mayor delicadeza posible—. Dios mío, nos tu
—O sea que, me están diciendo, que… ¿El tío de Danilo estaba desligado de su familia y no se pronunció hasta que falleció? —prosiguió Carlos—. Tanto tiempo que vivieron en un barrio pobre y ese señor no les soltó ni un centavo… eso es raro.—Prácticamente —respondió Danilo—. Te apuesto que ni mis padres saben de la existencia de ese familiar —comentó Danilo.—Eso es imposible —espetó Carlos, con el ceño fruncido y Mary asintió ante las cuestiones de su hermano.De un momento a otro, el ambiente y buena vibra se había tensado con solo esa cuestión de Carlos, el hermano de Mary. Antes de que Danilo pudiera responder, Avery, que había estado de pie de manera discreta en una esquina de la habitación, hizo un ligero sonido con su voz antes de comenzar a hablar.—Si me permite, señor Danilo —intervino el hombre bigotón—, quizá yo pueda aprovechar este momento para decirle que la cuestión del tío lejano del señor Danilo, fue algo sorpresivo tanto para él como para nosotros, los abogados y ag
Danilo pasó el resto del día sumido en aquella desconocida y perenne ansiedad desde que se había despedido de Mary. Se había alejado para darle su espacio, pero unas fuertes ganas de estar a su lado lo carcomían por dentro. Él siguió en la negación, pensando en que solo era el sentimiento de cariño grande que tenía por ser mejores amigos.Mientras ese sentir lo invadía, intentaba comunicarse con sus padres. Después de varios intentos fallidos, finalmente su madre contestó el teléfono. La voz de ella sonaba distante, indiferente como aquel día no tan lejano en que prácticamente lo echó de la casa.—¿Danilo, sí eres tú? ¿Qué es lo que quieres? —preguntó con pesar en su voz, pero para él, era como una punzada de gélida indiferencia.Danilo tragó saliva, nervioso y se dispuso a hablar.—Hola, mamá, cuánto tiempo —dijo, tratando de mantener la calma—. Solo quería saber cómo están tú y papá.El silencio se hizo por un par de segundos.—Estamos... bien, hijo —la señora se aclaró la garganta,
El grupo de sirvientes-guardaespaldas observaba en silencio mientras el tono de llamada sonaba a lo lejos. Danilo que sentía ese mismo sonido retumbando en su tímpano, sentía el peso de la responsabilidad y la complejidad de la situación, como asfixiándolo, no obstante, se preparó mentalmente para aquella inevitable conversación.El joven sabía que, llamar a Lourdes y a Bryan de regreso, significaría volver a enfrentar a la mujer que había desestabilizado tanto su vida, pero también intentaba ser consciente de que no podía seguir evadiendo esa situación.Mientras tanto, en la sala del mejor hospital de Baja Mira, Lourdes y Bryan estaban sentados, miraban el reloj con impaciencia. Habían pasado horas esperando a causa de Jenny, que esperaba con impaciencia su ultrasonido que la atendieran, en el protocolario chequeo de su embarazo; con decir que, ya hasta había anochecido.Ella misma había exigido que la atendieran antes que a los demás, pero su solicitud arrogante fue ignorada por el