Era ya un nuevo día en el hospital exclusivo de Danilo, en Alta Mira, la brisa matutina se colaba con suavidad a través de las cortinas de la habitación, llegando a casi todo resquicio de aquel hermético lugar, era cálido y reconfortante.Mary, aun pasando las últimas secuelas de su convalecencia, yacía sentada en su cama, con Danilo a su lado, en donde le gustaba estar a él. Ambos se habían acomodado para recibir a los ex compañeros de trabajo y podría decirse, amigos, que ella ya esperaba con ansias.La puerta de madera pintada de blanco se abrió y Angela, seguida de Ricardo, entraron con unas miradas llenas de alivio, tan preocupadas que a simple vista lo demostraban sin haber dicho una sola palabra.Avery los había escoltado y se quedó mirando la escena también. Callum seguía en su puesto, afuera de la habitación, pero su oído desarrollado escuchaba todo.—¡Mary! —exclamó Angela cuando tuvo a su amiga a centímetros, para abrazarla con la mayor delicadeza posible—. Dios mío, nos tu
—O sea que, me están diciendo, que… ¿El tío de Danilo estaba desligado de su familia y no se pronunció hasta que falleció? —prosiguió Carlos—. Tanto tiempo que vivieron en un barrio pobre y ese señor no les soltó ni un centavo… eso es raro.—Prácticamente —respondió Danilo—. Te apuesto que ni mis padres saben de la existencia de ese familiar —comentó Danilo.—Eso es imposible —espetó Carlos, con el ceño fruncido y Mary asintió ante las cuestiones de su hermano.De un momento a otro, el ambiente y buena vibra se había tensado con solo esa cuestión de Carlos, el hermano de Mary. Antes de que Danilo pudiera responder, Avery, que había estado de pie de manera discreta en una esquina de la habitación, hizo un ligero sonido con su voz antes de comenzar a hablar.—Si me permite, señor Danilo —intervino el hombre bigotón—, quizá yo pueda aprovechar este momento para decirle que la cuestión del tío lejano del señor Danilo, fue algo sorpresivo tanto para él como para nosotros, los abogados y ag
Danilo pasó el resto del día sumido en aquella desconocida y perenne ansiedad desde que se había despedido de Mary. Se había alejado para darle su espacio, pero unas fuertes ganas de estar a su lado lo carcomían por dentro. Él siguió en la negación, pensando en que solo era el sentimiento de cariño grande que tenía por ser mejores amigos.Mientras ese sentir lo invadía, intentaba comunicarse con sus padres. Después de varios intentos fallidos, finalmente su madre contestó el teléfono. La voz de ella sonaba distante, indiferente como aquel día no tan lejano en que prácticamente lo echó de la casa.—¿Danilo, sí eres tú? ¿Qué es lo que quieres? —preguntó con pesar en su voz, pero para él, era como una punzada de gélida indiferencia.Danilo tragó saliva, nervioso y se dispuso a hablar.—Hola, mamá, cuánto tiempo —dijo, tratando de mantener la calma—. Solo quería saber cómo están tú y papá.El silencio se hizo por un par de segundos.—Estamos... bien, hijo —la señora se aclaró la garganta,
El grupo de sirvientes-guardaespaldas observaba en silencio mientras el tono de llamada sonaba a lo lejos. Danilo que sentía ese mismo sonido retumbando en su tímpano, sentía el peso de la responsabilidad y la complejidad de la situación, como asfixiándolo, no obstante, se preparó mentalmente para aquella inevitable conversación.El joven sabía que, llamar a Lourdes y a Bryan de regreso, significaría volver a enfrentar a la mujer que había desestabilizado tanto su vida, pero también intentaba ser consciente de que no podía seguir evadiendo esa situación.Mientras tanto, en la sala del mejor hospital de Baja Mira, Lourdes y Bryan estaban sentados, miraban el reloj con impaciencia. Habían pasado horas esperando a causa de Jenny, que esperaba con impaciencia su ultrasonido que la atendieran, en el protocolario chequeo de su embarazo; con decir que, ya hasta había anochecido.Ella misma había exigido que la atendieran antes que a los demás, pero su solicitud arrogante fue ignorada por el
La llegada de Jenny a la mansión Hernández había sido todo, menos grata para quienes residían allí. A penas el auto se había detenido y la puerta se abriera, ella salió rápidamente y se acercó a la entrada con la frente en alto y sus lentes oscuros en pleno día nublado.Al llegar ni siquiera había sido nada cortés en su trato con el mayordomo, mucho menos con los demás sirvientes. Pasó al lado de todos sin siquiera dirigirles la mirada, sus tacones resonaban en el esmaltado piso y su primera parada fue encontrarse cara a cara con Irina, el ama de llaves, la ahora empleada de confianza de Danilo.—Soy la señora de Hernández, ¿dónde encuentro a Danilo? —preguntó con un tono en verdad exigente, como si desde ese mismo instante ya tuviera el control de la mansión y demás bienes, con personas incluidas.Irina, sorprendida por la actitud de la morocha, asintió perpleja y señaló la dirección del despacho de Danilo, donde él se encontraba luego de haber hecho la llamada a Jenny, quizá rehuyen
Los sirvientes observaban silenciosos cómo Jenny salía corriendo por los pasillos de la mansión, con sus ojos hinchados y un sollozo ahogado en su garganta. Los pasos femeninos se escuchaban alejar hacia algún lugar que nadie tenía, ya que ella ni siquiera conocía la mansión, pero ella se perdió en la distancia.Minutos después, Danilo apareció en ese mismo trayecto, pero con el ceño fruncido y una expresión de enojo en su máximo esplendor. Bufaba entre dientes y murmuraba maldiciones para sí mismo, mientras cruzaba el vestíbulo con pasos resonantes y ni siquiera prestaba atención a quienes lo rodeaban.Lourdes, estaba sentada con Irina y Evelyn en el comedor de los sirvientes, mientras sorbía su limonada y con la misma hablaba pestes de Jenny con sus dos confidentes.—Se los juro... esa mujer es el mismo infierno en vida —espetaba con amargura, mientras se cruzaba de piernas, haciendo que su falda se subiera un poco más—. No entiendo cómo el señor Danilo se la fue a topar y encima la
Lourdes se acercó con pasos sensuales hacia Danilo, para desafiarlo con esos intensos ojos que él aunque se negara, no podía ignorar. La joven deslizó sus manos sobre los anchos hombros y se acercó para rozar sus labios, que lo hicieron cerrar los ojos y le fue imposible no corresponder aquello que se volvió un pasional beso, desesperado para ella, indiferente para él.Ella se separó del beso con una mordida en el labio inferior de Danilo, que lo hizo lanzar un quejido de dolor.—Tenemos este momento para los dos, podemos estar juntos —le dijo Lourdes con tono bajo, mientras respiraba fuerte a causa del beso que le robó el aliento.Danilo se tensó ante esas palabras, mientras Lourdes descen
A Lourdes le tomó un buen momento, pero finalmente apartó las manos del rostro de él y asintió a la petición de su amo. Danilo ofreció sus brazos y ella los recibió con pesar.Ambos se abrazaron y lo que amaba Lourdes de él era que siempre la trató como una igual, como pocas personas lo habían hecho en su vida y no podía odiarlo, sino todo lo contrario.Luego de ese emotivo momento, ambos se separaron y sonrieron. Danilo sabía que seguir encerrado con Lourdes en ese cuarto, era una tentación que ya no podía permitirse, así que, dando un paso atrás, se despidió de ella.—Bueno... descansa, Lourdes, tómate una semana, haz lo que quieras &mdash