El grupo de sirvientes-guardaespaldas observaba en silencio mientras el tono de llamada sonaba a lo lejos. Danilo que sentía ese mismo sonido retumbando en su tímpano, sentía el peso de la responsabilidad y la complejidad de la situación, como asfixiándolo, no obstante, se preparó mentalmente para aquella inevitable conversación.El joven sabía que, llamar a Lourdes y a Bryan de regreso, significaría volver a enfrentar a la mujer que había desestabilizado tanto su vida, pero también intentaba ser consciente de que no podía seguir evadiendo esa situación.Mientras tanto, en la sala del mejor hospital de Baja Mira, Lourdes y Bryan estaban sentados, miraban el reloj con impaciencia. Habían pasado horas esperando a causa de Jenny, que esperaba con impaciencia su ultrasonido que la atendieran, en el protocolario chequeo de su embarazo; con decir que, ya hasta había anochecido.Ella misma había exigido que la atendieran antes que a los demás, pero su solicitud arrogante fue ignorada por el
La llegada de Jenny a la mansión Hernández había sido todo, menos grata para quienes residían allí. A penas el auto se había detenido y la puerta se abriera, ella salió rápidamente y se acercó a la entrada con la frente en alto y sus lentes oscuros en pleno día nublado.Al llegar ni siquiera había sido nada cortés en su trato con el mayordomo, mucho menos con los demás sirvientes. Pasó al lado de todos sin siquiera dirigirles la mirada, sus tacones resonaban en el esmaltado piso y su primera parada fue encontrarse cara a cara con Irina, el ama de llaves, la ahora empleada de confianza de Danilo.—Soy la señora de Hernández, ¿dónde encuentro a Danilo? —preguntó con un tono en verdad exigente, como si desde ese mismo instante ya tuviera el control de la mansión y demás bienes, con personas incluidas.Irina, sorprendida por la actitud de la morocha, asintió perpleja y señaló la dirección del despacho de Danilo, donde él se encontraba luego de haber hecho la llamada a Jenny, quizá rehuyen
Los sirvientes observaban silenciosos cómo Jenny salía corriendo por los pasillos de la mansión, con sus ojos hinchados y un sollozo ahogado en su garganta. Los pasos femeninos se escuchaban alejar hacia algún lugar que nadie tenía, ya que ella ni siquiera conocía la mansión, pero ella se perdió en la distancia.Minutos después, Danilo apareció en ese mismo trayecto, pero con el ceño fruncido y una expresión de enojo en su máximo esplendor. Bufaba entre dientes y murmuraba maldiciones para sí mismo, mientras cruzaba el vestíbulo con pasos resonantes y ni siquiera prestaba atención a quienes lo rodeaban.Lourdes, estaba sentada con Irina y Evelyn en el comedor de los sirvientes, mientras sorbía su limonada y con la misma hablaba pestes de Jenny con sus dos confidentes.—Se los juro... esa mujer es el mismo infierno en vida —espetaba con amargura, mientras se cruzaba de piernas, haciendo que su falda se subiera un poco más—. No entiendo cómo el señor Danilo se la fue a topar y encima la
Lourdes se acercó con pasos sensuales hacia Danilo, para desafiarlo con esos intensos ojos que él aunque se negara, no podía ignorar. La joven deslizó sus manos sobre los anchos hombros y se acercó para rozar sus labios, que lo hicieron cerrar los ojos y le fue imposible no corresponder aquello que se volvió un pasional beso, desesperado para ella, indiferente para él.Ella se separó del beso con una mordida en el labio inferior de Danilo, que lo hizo lanzar un quejido de dolor.—Tenemos este momento para los dos, podemos estar juntos —le dijo Lourdes con tono bajo, mientras respiraba fuerte a causa del beso que le robó el aliento.Danilo se tensó ante esas palabras, mientras Lourdes descen
A Lourdes le tomó un buen momento, pero finalmente apartó las manos del rostro de él y asintió a la petición de su amo. Danilo ofreció sus brazos y ella los recibió con pesar.Ambos se abrazaron y lo que amaba Lourdes de él era que siempre la trató como una igual, como pocas personas lo habían hecho en su vida y no podía odiarlo, sino todo lo contrario.Luego de ese emotivo momento, ambos se separaron y sonrieron. Danilo sabía que seguir encerrado con Lourdes en ese cuarto, era una tentación que ya no podía permitirse, así que, dando un paso atrás, se despidió de ella.—Bueno... descansa, Lourdes, tómate una semana, haz lo que quieras &mdash
Lourdes y Jenny se miraron con complicidad por última vez antes de despedirse de manera silenciosa y lo más discreta posible tras ese dramático apretón de manos. Aunque aquella alianza estaba prácticamente hecha, eso no quitaba lo tensas que ambas estaban solo con el hecho de dirigirse la palabra y de sentir la presencia contraria tan cerca, lejos de lo que ambas querían en realidad.Sin una palabra más, Jenny se levantó del cómodo sillón de visitas y sus delgados tacones oscuros resonaron en el eco del pasillo, marchándose hacia alguna otra parte de la mansión, mientras Lourdes, con su habitual frialdad para toda ocasión, se quedó en ese mismo lugar, meditando en lo que acababa de pasar y más decidida que nunca a obtener lo que quería de la manera más discreta posible.Era evidente que el encuentro que tuvo con Danilo solo la había dejado excitada a más no poder. Cerró los ojos para recordar esos labios que le robaban el aliento, su esculpido cuerpo que deseaba tocar entero, la calie
A lo lejos, más allá de los jardines, Danilo había sido sacado de sus conflictos para ver unas sombras que se movían rápidamente en la penumbra, su ojo no podía tener ilusiones, a menos que en el jardín hubiera una especie de estupefaciente, lo cual dudaba mucho.Con el corazón casi en la garganta, tanto por lo que acababa de pasar con Mary, como por lo que acababa de ver, Danilo se adentró en la espesura del enorme jardín, decidido a investigar qué rayos era lo que se ocultaba en su propia mansión.¿Cómo era posible que Avery no le mostrara las afueras del lugar? Hasta ese momento había caído en la cuenta de ese detalle.Danilo continuaba avanzando con lentitud entre los senderos del jardín, el aire gélido rozaba su rostro, mientras él se alejaba del perímetro ya conocido para sumergirse en ese del que no sabía nada aun. Había algo en el ambiente que lo inquietaba, no sabía si era la negrura de la noche o lo que podría encontrarse más adelante, aun así la curiosidad lo devoraba por d
Todos eran más que rápidos, pero en ese momento, Lourdes se había lucido, fue la más rápida en haber reaccionado de la manera en que se movió como un rayo de luz entre las sombras y la alerta confusa del grupo de sirvientes-guardaespaldas.—¡Oigan, esperen soy yo! —gritó Danilo, mientras sentía que su cuello era rodeado y el filo de un objeto punzante le abría la piel del cuello.Aquel frío acero había rozado la piel del joven, ya que Lourdes tenía una mano habilidosa para el combate con arma blanca y una fuerza descomunal en el brazo que lo abrazaba de manera mortífera. Ese filo sin duda lo había cortado apenas, pero fue suficiente para hacer sentir a Danilo un terror y dolor descomunal.—Me van a… matar —logró decir Danilo, incapaz de respirar bien.—¡Aléjense de él, es el señor Danilo! —gritó Avery cuando con su aun funcional vista se dio cuenta a quién habían emboscado y con la misma se llevó las manos a la cabeza casi calva.Los ojos de todos se agrandaron y bajaron sus armas, pe