Me levanto como puedo. Haciendo un esfuerzo sobrehumano por no llorar o simplemente desmoronarme esperando que alguien recoja los trozos de mi vida que se desmoronan delante de mis narices. Miro a mi alrededor suplicando que nadie haya. visto nada, que nadie haya sido testigo del brutal abuso que ha sucedido hace apenas unos minutos.
Siento muchas cosas pero la que predomina sobre todas ellas es la vergüenza, por no ser fuerte, por no haber podido plantar cara y por la sensación de suciedad que invade todos y cada uno de los poros de mi piel y se, sin lugar a dudas, que esa sensación no se irá aunque me arranque la piel a tiras.
Paso los dedos por mi pelo intentando recomponerlo, después, sacudo un poco mi blusa, la estiro y la remeto con mucho cuidado con la esperanza de que esta artificial máscara sea suficiente. Vuelvo la cabeza en busca de un zapato que se perdió durante el forcejeo y mientras los sujeto entre mis dedos como si fuera a romperse en cualquier momento me lo coloco en el pie con el mayor de los cuidados, casi a cámara lenta.
Levanto la barbilla, más para darme un poco de valor y sentirme algo mas entera y salgo del cajero automático a las tres de la mañana, donde minutos antes un hombre ha abusado de mi.
Las calles están desiertas,solo una inconsciente como yo saldría de madrugada a sacar dinero en pleno invierno, maldita seas Lisa.
Me duele todo el cuerpo, no se si por los golpes que ese animal me ha dado hasta que he dejado de pelear o por la brutalidad de la invasión a mi intimidad.
Pensaba que estas cosas solo ocurrían en las películas, quiero decir que si, que a veces ves un caso en las noticias pero jamás piensas que te pueda pasar a ti.
Me falta el aire. Resoplo abriendo la boca intentando que de esta manera entre más aire en mis pulmones.
Grandes gotas de sudor perlan mi frente como si estuviera en la playa en agosto y no en Madrid en pleno Enero.
Sin darme cuenta en algún momento he dejado de caminar y he comenzado a correr, cada vez más deprisa, huyendo de algún invisible peligro.
Entro en casa tomando todas las precauciones que nunca tomo. Cierro los pestillos, coloco la llave en la cerradura y hasta me permito el lujo de colocar una silla del salón bajo el pomo de la puerta.
Voy directa a la ducha apartando la mirada de los espejos y los cristales de la ventanas, incapaz de ver mi rostro, el rostro de una chica indefensa, humillada y golpeada. Me niego a sentirme así.
Tiro la ropa de cualquier manera. Pienso quemarla en cuanto me adecente un poco. Vierto mucho jabón sobre la esponja para después, pasarla por todo mi cuerpo, milímetro a milímetro sin dejar ningún hueco sin limpiar. Tengo la piel colorada de frotarla pero la sensación de suciedad sigue en mi,sus asquerosas manos siguen en mi, su apestoso aliento continúa en mi cuello.
Salgo de la ducha y camino hasta la cocina buscando el estropajo verde, ese que es capaz de arrancar una mancha de ketpchup repegada en un plato después de tres días. Mucho tiempo después, cuando toda la piel está al rojo vivo soy consciente de que esta suciedad no se va a ir, va a ser mi compañera de viaje.
Valentía ¿Qué es? No creo que tenga solo una definición. Un hombre que se enfrenta a un león puede ser valiente y ahí estaba yo, a apenas un metro del espejo intentando ser capaz de caminar hasta el y mirarme. Pasito a pasito, como el bebé que aprende a andar, voy acercándome hasta que veo mi rostro y me odio al mirarlo.
Tengo el cuello amoratado, pequeños arañazos en los brazos y un golpe en la frente bastante feo, el primero que me dio y que consiguió tirarme al suelo. Aprieto los dientes, la mandíbula se me tensa, levanto los puños y golpeo el espejo, lo golpeo hasta que mi rostro no se ve reflejado mientras grito
- ¡Débil, eres débil Lisa!tendrías que haber podido quitarte de encima ese hombre, tendrías que haber podido hacer algo.
No miro las heridas de mis manos, me dan igual. Camino hasta la cama y me tiro encima, me acurruco echa un ovillo para auto compadecerme, para llorar, maldecir, gritar a la almohada hasta quedar exhausta y por fin poder dormir y con un poco de suerte puede que tal vez cuando despierte todo haya sido una terrible pesadilla pero todo eso nunca llega. Soy incapaz de llorar, gritar o maldecir, simplemente permanezco tumbada mirando al infinito, esperando que amanezca.
El sol despunta por el horizonte como si fuera un día normal como otro cualquiera pero no lo es. Me levanto ignorando el dolor que atraviesa todos y cada uno de mis músculos,me visto y salgo de casa dirección al cajero...
Paso delante de él sin siquiera mirarlo, no puedo rememorar lo que hace tan pocas horas ha ocurrido dentro de ese maldito cajero. Entro en la pequeña banca para encontrarme con mi hermano que es el director.
-¡Hermanito!-le llamo cuando lo veo intentando tirar de mis labios para que formen una sonrisa que ni de lejos siento -quiero hablar contigo ¿podemos ir a tu despacho?
-Claro Lisa, pasa ¿ocurre algo?-arruga la frente intuyendo que algo no anda bien y eso me preocupa
--Nada, nada ¿tiene que pasar algo para que quiera verte? - coloco una mano sobre su hombro pensando si él sería capaz de hacer algo así...
Entramos en su despacho y cuando va a sentarse en su enorme sillón de ejecutivo saco mi móvil como si estuviera en silencio y hubiera recibido un mensaje o una llamada.
-Disculpa ¿puedo hacer una llamada? es importante - asiente con la cabeza y aprovecho para salir de su despacho.
Camino hacia la otra habitación, esa que contiene la cámara de seguridad del banco y del cajero... para coger esa grabación que jamás nadie debe ver.
Nadie tendría que contemplar ese acto tan atroz y no lo voy a permitir, no voy a ser ninguna víctima a los ojos de los demás, nadie me va a mirar con pena, NADIE. Saco la cinta, la meto en mi bolso y vuelvo al despacho.
-Quería preguntarte si comemos juntos mañana - no había preparado ninguna excusa y esta tontería es la primera que se me ha ocurrido.
-Por supuesto pero ¿no te pasa nada, segura?-se acerca despacio a mi, mirando fijamente el golpe de la frente. Mierda, no había pensado en eso.
-¿Lo dices por esto? jaja estaba anoche con Marta, bebimos demasiado y ¡paff, al suelo! -creo que lo he solventado bastante bien por que cambia un poco la cara intentando reprimir una sonrisa - bueno nos vemos mañana entonces.
Salgo de la sucursal y por primera vez desde la última horas siento que he hecho algo bien, que he peleado por lo que quería y he ganado.
Cierro la puerta de casa, coloco la llave en la cerradura y le doy media vuelta al pestillo para terminar colocando la silla bajo el pomo pero ni así me siento segura. Me quito el chaquetón, el gorro, los guantes y camino hacia la pequeña cocina mientras saco la cinta del bolso, cuando la sostengo en mis manos veo el temblor de mis dedos porque se lo que hay dentro de este plástico negro. Busco el cuchillo del pan, uno que es muy largo y con dientes.Me siento en el suelo al lado del colchón y hundo el cuchillo en el lateral intentando hacer un agujero lo suficientemente grande como para esconder la cinta dentro. Cada vez me cuesta más serrar el colchón pero más empeño le pongo hasta que termino sujetando el mango con las dos manos, apretando los dientes y resoplando por el esfuerzo. Me sorprendo gritándole a la nada.-¿También vas a poder tu conmigo hijo de puta? - no se si se lo digo al colchón o al borracho de anoche pero por fin consigo sentir algo que no sea vergüen
Siento un peso que impide que pueda moverme encima de mi cuerpo. Giro la cabeza para ver de que se trata. Un hombre a escasos centímetros de mi rostro me sonríe, se pasa la lengua por el labio inferior intentando retener la saliva que se le escapa.-No te resistas encanto, te va a gustar-Saboreo el olor a alcohol que se desprende cada vez que separa los labios.Siento nauseas. Intento golpearle con los brazos pero me los sujeta por encima de la cabeza y no tengo fuerza suficiente. Comienzo a gritar con la esperanza de que alguien me escuche y venga a salvarme. Mueve los dedos de forma nerviosa procurando sujetar mis muñecas con una sola mano. La otra la coloca sobre mi cuello y aprieta.- Como grites te mato, puta -esas cinco palabras han cambiado mi vida.En ese instante supe que mi lucha se había terminado, lo único que podía hacer era dejarle profanarme, humillarme, degradarme hasta que él, y solo él, decidiera que había terminado conmigo.
Marco su numero y lo borro. Dos minutos después vuelvo a marcarlo para volver a borrarlo.En cuanto llegué a casa llamé a Martín para pedirle el número de Hugo. No puedo creerme que lo haya dejado allí tirado. Si no arreglo esto, adiós a mi trabajo.Respiro hondo, marco el número por tercera vez, contengo el aliento y espero.-Diga-contesta con su ya habitual tono alegre.-Hola Hugo, soy yo, Lisa. Siento el desplante de antes-escucho como ríe por lo bajo ¿Es qué este hombre nunca se enfada?-Sabía que me llamarías. No te preocupes, no tiene importancia.- Gracias - respiro aliviada porque este hombre se tome las cosas de tan buen humor -creo que tendríamos que vernos y trabajar un poco.-Cierto. Yo esta noche tengo que estar en la oficina pero si quieres puedes pasarte.Siento unos dedos fríos recorriendo mi cuerpo, avisándome. Una alarma con fluo
El tiempo pasa y poco a poco mi llanto va amainando como una tormenta cuando se queda sin lluvia, para al final, tener un leve hipido que no puedo controlar.Durante todo el proceso, Hugo no se a separado de mi, ni ha hablado, tan solo me mecía entre sus brazos. Unos brazos que me rodeaban, protegiéndome, transmitiéndome la tranquilidad necesaria, la medicina para mi alma que hasta ese momento, pensaba que estaba yerta y sin vida.Pasa un brazo bajo mis rodillas y el otro, por detrás de la espalda, siento como me elevo del suelo y a pesar de la inseguridad, me dejo ir, cierro los ojos, apoyo la cabeza sobre su pecho y me concentro en el latido de su corazón; fuerte y tranquilo.Da unos pocos pasos, abre una puerta, estoy segura que es la que estaba cerrada. Tumba mi cuerpo agotado sobre una cama, sin esperarlo, siento el peso de una manta suave y calentita, que sube hasta mi cuello. Cuando el sueño está a punto de llevarm
Llegamos a Bhuda cuarenta y cinco minutos después. Hemos tenido que esperar a que Antonio se arreglara...Es la primera vez que lo veo, pero si tuviera que apostar diría que no es el tipo de mi amiga, a ella le gustan Adonis salidos de revistas de moda, y este chico es de lo más corrientillo tirando a feo...Cejas depiladas, crema por toda la cara y pantalones pitillos. No se que le ha visto Marta, rubia, ojos azules y delgadísima.Lo primero que hago al llegar es buscar a Hugo. Está en la barra, mirando hacia la puerta.Me recibe con su simpatía de siempre-Que guapa estas- afirma mientras coloca un beso en mi mejilla.-Gracias -musito avergonzadaMe giro en busca de Marta pero no está, al final la localizo en una íntima mesa para dos.-Me acaban de dar plantón- bromeo señalando hacia mi amiga.-Entonces es una suerte que esté yo aquí -continúa con mi broma - me alegra que estés mejor .Sabía que tenía que llegar el espinos
-¡Estas loco!-balbuceo con agua en la boca .Apoyo mis brazos sobre sus hombros, intentando hundirle pero no se deja, sabe mantenerse a flote bastante bien.Cuando decide que el juego se ha terminado rodea mi cuerpo entre sus brazos, sintiendo todos sus músculos contra mi piel y nos hace a los dos una pequeña ahogadilla. Podría haberme sentido encerrada, atrapada en esa jaula dura y fibrosa pero no es así, la dulzura y ternura con la que me trata provoca que quiera esos brazos tocándome, acariciándome, haciéndome sentir de nuevo.Nado hasta el bordillo de una forma un tanto ortopédica, se nadar pero, no soy ninguna lumbreras.Hugo me sigue, nadando a mi vera, riéndose, no se si por mi forma de intentar mantenerme a flote o por las pintas que debo tener.- Vamos a secarnos antes de que te resfríes -dice mientras me tiende una mano para ayudarme a salir.-No se si te h
Cuando abro los ojos, lo primero que veo son las ascuas rojizas de la chimenea que todavía desprende un ligero calor.Siento como mi cabeza sube y baja con la lenta respiración de Hugo.-Buenos días bella durmiente- saluda mientras se incorpora y yo, con él.-Buenos días- murmuro aun adormilada.-No sabia que una preciosidad como tu podía roncar-bromea.-Yo no ronco - afirmo arrugando las cejas.-Si lo haces .Se levanta de un salto. Escucho su risa baja;esa que puede hacer que olvide mis peores pesadillas.La puerta de la calle suena. Una mujer de mediana edad aparece en el umbral.-Buenos días señor - saluda formalmente.-Buenos días Leti, no me llames señor,ese era mi padre, esta es Lisa.-Encantada de conocerla Leti - camino hasta ella para darle un par de besos.- Igualmente señorita-dice de forma amigable con una incipiente sonrisa en el rostro.-Lisa por favorCabecea un par de veces y sale di
Han dispuesto toda la planta repleta de mesas, en los extremos unas barras para pedir bebidas, también hay dos grandes balcones adornados con el máximo gusto para los que quieran salir a fumar.Nos recibe un hombre mayor muy amable, que va recogiendo los abrigos para llevarlos al guardarropa. Hugo sigue sin hablarme. No entiendo nada, ha sido tan atento y tierno que no comprendo este cambio de actitud, a menos... que se haya arrepentido de invitarme..-¿Quieres algo de beber?-pregunta con un tono indiferente. Su cara una mascara con la mandíbula rígida.- Lo que quieras, gracias- musito algo acobardada por su actitud.Camina hacia la barra donde varios camareros esperan que los invitados hagan sus peticiones. Pocos minutos después reaparece con dos copas de champan. Me tiende una de las copas.-Gracias.-No hay de que.Una mujer que bien podría tener la edad de mi abuela sujeta un micrófono, imagino que es la anfitriona. Ll