Hugo
Hay una entrada muy amplia y bien iluminada y unas grandes escaleras de mármol pegada a la pared. Pero ningún mueble ni cortina que te haga pensar que aquí vive alguien.
Subo poco a poco a la planta superior. Joder, debería haberme quitado los zapatos. La goma suena con cada paso que doy, y aunque normalmente sería un sonido que pasaría desapercibido, aquí y ahora es muy peligroso.
Al final de las escaleras hay una puerta abierta que da a una especie de recibidor en el que veo tres puertas más.
-¡Hugo!- grita Lisa desde una de ellas.- ¡ Vete, está en la casa, vete!
En estos momento me da igual. Podría estar el mismísimo diablo esperándome, pero nunca me iría sin ella. Cuando llega tu hora, llega.
Salgo disparado hacia la puerta de la que creo que ha salido el sonido.
-¿Lisa?.- susurro.-¿Estás bien?
No escucho su contes
Su cuerpo tiembla por toda la ira contenida. Pequeños mechones de pelo engominado caen sobre su frente.El odio. Que sentimiento tan destructivo. Aquí y ahora, en este mismo momento, solo siento lástima por este pobre desgraciado que una noche de borrachera decidió sacar fuera el monstruo que tenía escondido.Tira a Hugo hacia un lado clavándole el cuchillo en el costado. Por lo menos no se ensaña con él.Corre hacia mi, gritando, loco de rabia.Me agarra con violencia empujándome hacia atrás, pierdo el equilibrio y caemos por las escaleras. En el último momento consigo girarme lo justo para que el primer impacto se lo lleve él.No se en que momento dejo de sentir los golpes de los escalones sobre mi cuerpo, pero lo agradezco.Abro los ojos. Estoy en una habitación, quizás es el cielo, no lo se. Todo está iluminado con una luz blanquecina. No consigo encontrar la fuente por más que la busco.Me levanto sorprendida porque no siento n
HugoTraumatismo craneoencefálico. Ese es el diagnóstico que me da el médico que la atiende. Como si entendiera su jerga, me lo explica de un modo extremadamente frío y profesional.Dos días han pasado desde lo ocurrido en casa de Daniel. Parece una eternidad. No soy capaz de moverme del hospital, me cambio y me ducho aquí gracias a que las enfermeras se han apiadado de mi. Duermo sobre la silla, con la mano de Lisa entre las mías.La máquina conectada a ella comienza a pitar. Es su corazón, los latidos cada vez son más rápidos. Llamo corriendo a un médico para que la atienda. No se que está pasando ni que hacer para ayudarla.Salgo al pasillo cuando me piden amablemente que salga, entre empujones, porque me niego a irme, y apoyo las manos y la frente sobre la pared fría.-¿Qué ocurre?- pregunta Roberto que aun sigue aquí.Él es solo su guardaespaldas. Se
Salgo de la ducha. Me coloco delante del espejo y paso la mano por encima para quitar el vaho. Miro mi tripa, tan plana como hace una semana. Las heridas comienzan a desaparecer, dejando atrás el desagradable incidente.Me visto con un pequeño camisón de seda, vierto unas gotas de perfume en el cuello y salgo sintiendo la sensualidad emanar por todos los poros de mi piel. Es increíble el poder de un simple trozo de tela.Hugo me espera tumbado sobre la cama. Una pequeña chispa grilla en sus ojos al verme.-¿No tendrás frío con eso tan corto?- pregunta mirando el camisón mientras me acerco a él.-Siempre puedes calentarme.- susurro acercando mis labios a su oído.Con la otra mano, comienzo a desabrochar los botones de su camisa pero Hugo me frena, sujetándome por la muñeca. Con un hábil movimiento me tumba y se coloca encima de mi.-Chica mala. Voy a tener que castigarte¿No crees?-Tienes razón. He sido mala. Castígame.Puedo nota
Las nubes negras danzan sobre nuestras cabezas junto con una neblina que llena todo el ambiente de humedad. Nos cerramos bien los abrigos y colocamos las bufandas alrededor del cuello.Hoy es uno de esos días en los que el frío te cala hasta los huesos y ya lo llevas encima a todas partes. Puede que me haya vuelto supersticiosa pero mirando el cielo, siento un mal presagio y un escalofrío recorre mi columna.Marta, Tere, mi madre y yo. Ahí vamos las cuatro de compras. Me encanta volver a tener una buena relación con mi madre. Aunque no entienda que quiero dedicarme a la música, lo respeta. Yo por mi parte le muestro todo el cariño que no ha tenido estos últimos años.-Toma.- me tiende Tere algo entre sus dedos.Es una tarjeta de crédito. Es más gorda de los normal y negra, pero lo raro es que impreso en ella está mi nombre.- ¿Esto que es?-Venga Lis, no vayas a rechazarla. Hugo
Tengo el pelo chorreando, el agua resbala por mi cara mezclándose con las lágrimas. Mi hijo va a tener que vivir en un mundo donde en cualquier momento se podrá encontrar con esa imagen ¿Pensará Hugo que lo he engañado? Ahora nos encontramos con todo esto después de pedirme matrimonio y darme la tarjeta de crédito ¿ me pedirá que se la devuelva?Puedo imaginar su duda, lo ha hecho tantas veces que ya ni las recuerdo. Su primera reacción será pensar que miento, pero ya no tengo fuerzas para intentar convencerlo, para tener una agotadora conversación donde le explico todo.Escucho a mi espalda un coche derrapar, durante unos segundos creo que se saldrá de la carretera. O es un inconsciente o un desesperado. Frena al lado de mi coche. Hugo sale de dentro y Roberto por la puerta del copiloto¿Cómo demonios me han encontrado?-¡Lisa!.- grita caminando despacio hacia mi.- apártate, por favor.Levanta las manos a la altura de sus hombros, con las palmas hacia m
Dos años despuésEl tiempo fue pasando y las aguas se fueron tranquilizando. Me alegra poder decir que el programa rectificó con una emotiva carta de tres minutos.Nos fuimos de viaje a Irlanda, sin duda el mejor de mi vida aunque después hemos hecho bastantes más.Me negué a casarme embarazada. Tenía la sensación de que era correr demasiado, como si lo hubiéramos hecho mal, así que después del nacimiento de mi hijo Hugo, nos casamos.Tere vive con nosotros. Durante la luna de miel por fin me armé de valor y le pregunté a Hugo sobre sus padres. Murieron en un accidente y su hermana se fue a vivir con él. La quiero como si fuera de mi propia sangre y cuando llegamos del viaje, tenía las maletas preparadas para irse. Según ella "No quiero ser un estorbo, vosotros necesitáis intimidad" por supuesto me negué.Su lugar está aquí, con nosotros tres, como la gran familia que so
Me levanto como puedo. Haciendo un esfuerzo sobrehumano por no llorar o simplemente desmoronarme esperando que alguien recoja los trozos de mi vida que se desmoronan delante de mis narices. Miro a mi alrededor suplicando que nadie haya. visto nada, que nadie haya sido testigo del brutal abuso que ha sucedido hace apenas unos minutos.Siento muchas cosas pero la que predomina sobre todas ellas es la vergüenza, por no ser fuerte, por no haber podido plantar cara y por la sensación de suciedad que invade todos y cada uno de los poros de mi piel y se, sin lugar a dudas, que esa sensación no se irá aunque me arranque la piel a tiras.Paso los dedos por mi pelo intentando recomponerlo, después, sacudo un poco mi blusa, la estiro y la remeto con mucho cuidado con la esperanza de que esta artificial máscara sea suficiente. Vuelvo la cabeza en busca de un zapato que se perdió durante el forcejeo y mientras los sujeto entre mis dedo
Cierro la puerta de casa, coloco la llave en la cerradura y le doy media vuelta al pestillo para terminar colocando la silla bajo el pomo pero ni así me siento segura. Me quito el chaquetón, el gorro, los guantes y camino hacia la pequeña cocina mientras saco la cinta del bolso, cuando la sostengo en mis manos veo el temblor de mis dedos porque se lo que hay dentro de este plástico negro. Busco el cuchillo del pan, uno que es muy largo y con dientes.Me siento en el suelo al lado del colchón y hundo el cuchillo en el lateral intentando hacer un agujero lo suficientemente grande como para esconder la cinta dentro. Cada vez me cuesta más serrar el colchón pero más empeño le pongo hasta que termino sujetando el mango con las dos manos, apretando los dientes y resoplando por el esfuerzo. Me sorprendo gritándole a la nada.-¿También vas a poder tu conmigo hijo de puta? - no se si se lo digo al colchón o al borracho de anoche pero por fin consigo sentir algo que no sea vergüen