Salgo de la ducha. Me coloco delante del espejo y paso la mano por encima para quitar el vaho. Miro mi tripa, tan plana como hace una semana. Las heridas comienzan a desaparecer, dejando atrás el desagradable incidente.
Me visto con un pequeño camisón de seda, vierto unas gotas de perfume en el cuello y salgo sintiendo la sensualidad emanar por todos los poros de mi piel. Es increíble el poder de un simple trozo de tela.
Hugo me espera tumbado sobre la cama. Una pequeña chispa grilla en sus ojos al verme.
-¿No tendrás frío con eso tan corto?- pregunta mirando el camisón mientras me acerco a él.
-Siempre puedes calentarme.- susurro acercando mis labios a su oído.
Con la otra mano, comienzo a desabrochar los botones de su camisa pero Hugo me frena, sujetándome por la muñeca. Con un hábil movimiento me tumba y se coloca encima de mi.
-Chica mala. Voy a tener que castigarte¿No crees?
-Tienes razón. He sido mala. Castígame.
Puedo nota
Las nubes negras danzan sobre nuestras cabezas junto con una neblina que llena todo el ambiente de humedad. Nos cerramos bien los abrigos y colocamos las bufandas alrededor del cuello.Hoy es uno de esos días en los que el frío te cala hasta los huesos y ya lo llevas encima a todas partes. Puede que me haya vuelto supersticiosa pero mirando el cielo, siento un mal presagio y un escalofrío recorre mi columna.Marta, Tere, mi madre y yo. Ahí vamos las cuatro de compras. Me encanta volver a tener una buena relación con mi madre. Aunque no entienda que quiero dedicarme a la música, lo respeta. Yo por mi parte le muestro todo el cariño que no ha tenido estos últimos años.-Toma.- me tiende Tere algo entre sus dedos.Es una tarjeta de crédito. Es más gorda de los normal y negra, pero lo raro es que impreso en ella está mi nombre.- ¿Esto que es?-Venga Lis, no vayas a rechazarla. Hugo
Tengo el pelo chorreando, el agua resbala por mi cara mezclándose con las lágrimas. Mi hijo va a tener que vivir en un mundo donde en cualquier momento se podrá encontrar con esa imagen ¿Pensará Hugo que lo he engañado? Ahora nos encontramos con todo esto después de pedirme matrimonio y darme la tarjeta de crédito ¿ me pedirá que se la devuelva?Puedo imaginar su duda, lo ha hecho tantas veces que ya ni las recuerdo. Su primera reacción será pensar que miento, pero ya no tengo fuerzas para intentar convencerlo, para tener una agotadora conversación donde le explico todo.Escucho a mi espalda un coche derrapar, durante unos segundos creo que se saldrá de la carretera. O es un inconsciente o un desesperado. Frena al lado de mi coche. Hugo sale de dentro y Roberto por la puerta del copiloto¿Cómo demonios me han encontrado?-¡Lisa!.- grita caminando despacio hacia mi.- apártate, por favor.Levanta las manos a la altura de sus hombros, con las palmas hacia m
Dos años despuésEl tiempo fue pasando y las aguas se fueron tranquilizando. Me alegra poder decir que el programa rectificó con una emotiva carta de tres minutos.Nos fuimos de viaje a Irlanda, sin duda el mejor de mi vida aunque después hemos hecho bastantes más.Me negué a casarme embarazada. Tenía la sensación de que era correr demasiado, como si lo hubiéramos hecho mal, así que después del nacimiento de mi hijo Hugo, nos casamos.Tere vive con nosotros. Durante la luna de miel por fin me armé de valor y le pregunté a Hugo sobre sus padres. Murieron en un accidente y su hermana se fue a vivir con él. La quiero como si fuera de mi propia sangre y cuando llegamos del viaje, tenía las maletas preparadas para irse. Según ella "No quiero ser un estorbo, vosotros necesitáis intimidad" por supuesto me negué.Su lugar está aquí, con nosotros tres, como la gran familia que so
Me levanto como puedo. Haciendo un esfuerzo sobrehumano por no llorar o simplemente desmoronarme esperando que alguien recoja los trozos de mi vida que se desmoronan delante de mis narices. Miro a mi alrededor suplicando que nadie haya. visto nada, que nadie haya sido testigo del brutal abuso que ha sucedido hace apenas unos minutos.Siento muchas cosas pero la que predomina sobre todas ellas es la vergüenza, por no ser fuerte, por no haber podido plantar cara y por la sensación de suciedad que invade todos y cada uno de los poros de mi piel y se, sin lugar a dudas, que esa sensación no se irá aunque me arranque la piel a tiras.Paso los dedos por mi pelo intentando recomponerlo, después, sacudo un poco mi blusa, la estiro y la remeto con mucho cuidado con la esperanza de que esta artificial máscara sea suficiente. Vuelvo la cabeza en busca de un zapato que se perdió durante el forcejeo y mientras los sujeto entre mis dedo
Cierro la puerta de casa, coloco la llave en la cerradura y le doy media vuelta al pestillo para terminar colocando la silla bajo el pomo pero ni así me siento segura. Me quito el chaquetón, el gorro, los guantes y camino hacia la pequeña cocina mientras saco la cinta del bolso, cuando la sostengo en mis manos veo el temblor de mis dedos porque se lo que hay dentro de este plástico negro. Busco el cuchillo del pan, uno que es muy largo y con dientes.Me siento en el suelo al lado del colchón y hundo el cuchillo en el lateral intentando hacer un agujero lo suficientemente grande como para esconder la cinta dentro. Cada vez me cuesta más serrar el colchón pero más empeño le pongo hasta que termino sujetando el mango con las dos manos, apretando los dientes y resoplando por el esfuerzo. Me sorprendo gritándole a la nada.-¿También vas a poder tu conmigo hijo de puta? - no se si se lo digo al colchón o al borracho de anoche pero por fin consigo sentir algo que no sea vergüen
Siento un peso que impide que pueda moverme encima de mi cuerpo. Giro la cabeza para ver de que se trata. Un hombre a escasos centímetros de mi rostro me sonríe, se pasa la lengua por el labio inferior intentando retener la saliva que se le escapa.-No te resistas encanto, te va a gustar-Saboreo el olor a alcohol que se desprende cada vez que separa los labios.Siento nauseas. Intento golpearle con los brazos pero me los sujeta por encima de la cabeza y no tengo fuerza suficiente. Comienzo a gritar con la esperanza de que alguien me escuche y venga a salvarme. Mueve los dedos de forma nerviosa procurando sujetar mis muñecas con una sola mano. La otra la coloca sobre mi cuello y aprieta.- Como grites te mato, puta -esas cinco palabras han cambiado mi vida.En ese instante supe que mi lucha se había terminado, lo único que podía hacer era dejarle profanarme, humillarme, degradarme hasta que él, y solo él, decidiera que había terminado conmigo.
Marco su numero y lo borro. Dos minutos después vuelvo a marcarlo para volver a borrarlo.En cuanto llegué a casa llamé a Martín para pedirle el número de Hugo. No puedo creerme que lo haya dejado allí tirado. Si no arreglo esto, adiós a mi trabajo.Respiro hondo, marco el número por tercera vez, contengo el aliento y espero.-Diga-contesta con su ya habitual tono alegre.-Hola Hugo, soy yo, Lisa. Siento el desplante de antes-escucho como ríe por lo bajo ¿Es qué este hombre nunca se enfada?-Sabía que me llamarías. No te preocupes, no tiene importancia.- Gracias - respiro aliviada porque este hombre se tome las cosas de tan buen humor -creo que tendríamos que vernos y trabajar un poco.-Cierto. Yo esta noche tengo que estar en la oficina pero si quieres puedes pasarte.Siento unos dedos fríos recorriendo mi cuerpo, avisándome. Una alarma con fluo
El tiempo pasa y poco a poco mi llanto va amainando como una tormenta cuando se queda sin lluvia, para al final, tener un leve hipido que no puedo controlar.Durante todo el proceso, Hugo no se a separado de mi, ni ha hablado, tan solo me mecía entre sus brazos. Unos brazos que me rodeaban, protegiéndome, transmitiéndome la tranquilidad necesaria, la medicina para mi alma que hasta ese momento, pensaba que estaba yerta y sin vida.Pasa un brazo bajo mis rodillas y el otro, por detrás de la espalda, siento como me elevo del suelo y a pesar de la inseguridad, me dejo ir, cierro los ojos, apoyo la cabeza sobre su pecho y me concentro en el latido de su corazón; fuerte y tranquilo.Da unos pocos pasos, abre una puerta, estoy segura que es la que estaba cerrada. Tumba mi cuerpo agotado sobre una cama, sin esperarlo, siento el peso de una manta suave y calentita, que sube hasta mi cuello. Cuando el sueño está a punto de llevarm