Cierro la puerta de casa, coloco la llave en la cerradura y le doy media vuelta al pestillo para terminar colocando la silla bajo el pomo pero ni así me siento segura. Me quito el chaquetón, el gorro, los guantes y camino hacia la pequeña cocina mientras saco la cinta del bolso, cuando la sostengo en mis manos veo el temblor de mis dedos porque se lo que hay dentro de este plástico negro. Busco el cuchillo del pan, uno que es muy largo y con dientes.
Me siento en el suelo al lado del colchón y hundo el cuchillo en el lateral intentando hacer un agujero lo suficientemente grande como para esconder la cinta dentro. Cada vez me cuesta más serrar el colchón pero más empeño le pongo hasta que termino sujetando el mango con las dos manos, apretando los dientes y resoplando por el esfuerzo. Me sorprendo gritándole a la nada.
-¿También vas a poder tu conmigo hijo de puta? - no se si se lo digo al colchón o al borracho de anoche pero por fin consigo sentir algo que no sea vergüenza : RABIA .
Suelto el cuchillo en el suelo y me recojo el pelo en una cola, la paso sobre mi hombro izquierdo mientras meso el mechón entre mis dedos procurando serenarme.
El destrozo que he hecho es lo suficientemente grande como para que quepa la cinta. Tapo con las sábanas mi pequeño escondite y me tumbo encima sabiendo el gran secreto que hay justo debajo de mi espalda, ese secreto que es mío y solo mío, que me llevaré a la tumba y si pudiera también al hombre que aparece en ella.
Antes era una persona risueña, siempre tenía algo en mente como ir al super, fregar los platos, recoger algún que otro papelote que siempre iba dejando esparcidos, pero ahora, tumbada en la cama, soy incapaz de pensar en nada. Tengo la mente tan en blanco que casi me deslumbra y tengo que achinar los ojos. Paso las horas tumbada, mirando la pared y me sorprendo a mi misma intentando llorar pero soy incapaz de cambiar mi cara de poker. Las horas pasan y continúo en la misma postura, de lado con las rodillas tocándome el pecho.
Ni he comido ni he cenado pero me prometo que mañana será otro día y me esforzaré por hacerlo mejor.
Suena un mensaje en el móvil
¡ mierda, mi hermano! se me había ido completamente de la cabeza.<¿Dónde te has metido?> y se por su sequedad que está preocupado.
Siempre ha intentando protegerme de todos los males, imagino que el típico hermano mayor.
< Se me fue de la cabeza, perdona. Te aviso cuando tenga un hueco y quedamos. prometido :) > coloco un emoticono al final de la frase solamente para que se imagine que esa es mi sonrisa .
A las nueve de la noche me levanto, me ducho y me visto para ir a trabajar pero antes de salir llamo a un taxi. Espero en casa hasta que el hombre llama para avisarme de que ya ha llegado.
Lección aprendida, no pienso esperar en la calle por la noche. No gracias.
Una vez sentada en el asiento trasero no puedo evitar volver a preguntarme ¿ Por que yo? No soy nada especial. Podría fanfarronear y decir que soy rubia con ojos azules y delgada como un bicho palo o que soy pelirroja con ojos verdes con unos pechos de escándalo pero no, soy castaña, mis ojos son marrones y nunca he sido gorda pero tampoco tengo un cuerpo diez. Puede que al tipo le de igual el cuerpo de la chica, simplemente le gusta ir por ahí destrozando vidas, pues la mía no, desgraciado. Quizás ya esta destrozada y no soy consciente pero soy de las que creen que la mente es un 90% de como nos sentimos así que voy a poner todo de mi parte para superar esto.
Delante de mi hay un gran letrero luminoso en el que pone Holys y ahí trabajo yo, sirviendo bebidas a borrachos asquerosos que no saben todavía que el alcohol mata a ti y a los demás... y no me refiero a que un día se te pare el corazón y ¡ pumba! a la tumba...
Muchos de los clientes habituales que antes consideraba conocidos por los que sentía cierto cariño, ahora simplemente me dan asco, me preguntan constantemente si me ocurre algo, que tengo mala cara, que si estoy triste... y a todos les suelto la misma jodida mentira con la voz más dulce que puedo inventar " creo que estoy pillando gripe, seguro que en unos días estoy mejor" y quiero creerlo. Quiero creer que en unos días estaré mejor pero en el fondo de mi alma, ese lugar en el que las mentiras no pueden llegar, el lugar donde solo existe la verdad aunque te repitas mil veces una mentira, me dice que no estaré mejor en unos días.
Cuando ya casi es la hora de que se termine mi turno se acerca mi jefe Martín, ese es su apellido, pero no se por qué todo el mundo le llama así.
-Lisa, ve detrás y coge cinco o seis cajas vacías de esas de copas y te puedes ir. ¿ Estás bien? ese golpe de la frente tiene mal aspecto eh -me dice mientras pasa un trapo por la barra
-Muchas gracias Martín. No es nada solo que bebimos demasiado... esto... nos subimos a un bordillo intentando hacer no se que.. y bueno.. ya sabes jeje Nos vemos mañana entonces - me coloco mi falsa sonrisa y camino hacia la puerta trasera caminando rápido para que no sienta la mentira como la siento yo rodeándome.
No se por que guardan las cajas en este callejón. Nunca me había dado miedo hasta ahora y aunque no me gusta regodearme en la mierda, me permito el lujo de sentir miedo y frustrarme. Me repito una y otra vez que es normal que me sienta así, que no va a pasarme nada. Es como si te tocara dos días seguido la lotería, eso es imposible ¿no? puede que imposible no, quizás un cero coma uno por cierto pero puede pasar... Con cada pensamiento que me viene a la cabeza me voy poniendo más nerviosa e intento correr más.
-¿ Perdone? -Siento una mano sobre mi hombro y antes de darme la vuelta y ver quien es, mi primer instinto es correr y salir de ahí cuanto antes. Así que eso hago.
Doy un paso hacia delante y choco con las cajas que había ido colocando, me tropiezo y caigo sobre ellas. Ignoro el dolor de mi rodilla al golpearme con la esquina de la caja y sigo intentando ponerme de pie.
- ¿Estás bien? siento haberte asustado -sonríe un hombre mientras me tiende una mano.
Ahora veo su rostro y definitivamente no es un borracho o al menos no lo parece. Va bien vestido aunque solo veo un chaquetón de tres cuartos gris y una bufanda a juego.
- No me has asustado -le espeto siendo más brusca de lo que quizás se merezca.
-Ya veo que no...-suelta con una sonrisilla de suficiencia a la vez que me tiende una mano para ayudarme a que me levante.
Acepto su mano con algo de reticencia. Tiene las manos grandes y suaves, sujeta la mía con delicadeza. Me incorporo y siento mi corazón a mil ¿Miedo? no creo que este hombre vaya hacerme daño, al contrario, está ayudándome.
-Vaya golpe más feo tienes en la frente -dice señalandome.
-¿Si? Vaya no me había dado cuenta - ironizo por su ridículo comentario o porque estoy hasta las narices de que me pregunten por el golpe - bueno, ¿Qué necesita?
- Dentro de dos semanas es el cumpleaños de un amigo y me gustaría alquilar el local - ha cambiado la pose de simpatía por la de negocios y ahora saca una agenda mostrándome el día del cumpleaños - Por cierto, me llamo Hugo.
-Esos temas con el jefe, Hugo. Buenas noches -corto de raíz. No voy a tener ninguna charla con un desconocido en un callejón a las tantas de la noche
Doy media vuelta y lo dejo ahí plantado.Siento un peso que impide que pueda moverme encima de mi cuerpo. Giro la cabeza para ver de que se trata. Un hombre a escasos centímetros de mi rostro me sonríe, se pasa la lengua por el labio inferior intentando retener la saliva que se le escapa.-No te resistas encanto, te va a gustar-Saboreo el olor a alcohol que se desprende cada vez que separa los labios.Siento nauseas. Intento golpearle con los brazos pero me los sujeta por encima de la cabeza y no tengo fuerza suficiente. Comienzo a gritar con la esperanza de que alguien me escuche y venga a salvarme. Mueve los dedos de forma nerviosa procurando sujetar mis muñecas con una sola mano. La otra la coloca sobre mi cuello y aprieta.- Como grites te mato, puta -esas cinco palabras han cambiado mi vida.En ese instante supe que mi lucha se había terminado, lo único que podía hacer era dejarle profanarme, humillarme, degradarme hasta que él, y solo él, decidiera que había terminado conmigo.
Marco su numero y lo borro. Dos minutos después vuelvo a marcarlo para volver a borrarlo.En cuanto llegué a casa llamé a Martín para pedirle el número de Hugo. No puedo creerme que lo haya dejado allí tirado. Si no arreglo esto, adiós a mi trabajo.Respiro hondo, marco el número por tercera vez, contengo el aliento y espero.-Diga-contesta con su ya habitual tono alegre.-Hola Hugo, soy yo, Lisa. Siento el desplante de antes-escucho como ríe por lo bajo ¿Es qué este hombre nunca se enfada?-Sabía que me llamarías. No te preocupes, no tiene importancia.- Gracias - respiro aliviada porque este hombre se tome las cosas de tan buen humor -creo que tendríamos que vernos y trabajar un poco.-Cierto. Yo esta noche tengo que estar en la oficina pero si quieres puedes pasarte.Siento unos dedos fríos recorriendo mi cuerpo, avisándome. Una alarma con fluo
El tiempo pasa y poco a poco mi llanto va amainando como una tormenta cuando se queda sin lluvia, para al final, tener un leve hipido que no puedo controlar.Durante todo el proceso, Hugo no se a separado de mi, ni ha hablado, tan solo me mecía entre sus brazos. Unos brazos que me rodeaban, protegiéndome, transmitiéndome la tranquilidad necesaria, la medicina para mi alma que hasta ese momento, pensaba que estaba yerta y sin vida.Pasa un brazo bajo mis rodillas y el otro, por detrás de la espalda, siento como me elevo del suelo y a pesar de la inseguridad, me dejo ir, cierro los ojos, apoyo la cabeza sobre su pecho y me concentro en el latido de su corazón; fuerte y tranquilo.Da unos pocos pasos, abre una puerta, estoy segura que es la que estaba cerrada. Tumba mi cuerpo agotado sobre una cama, sin esperarlo, siento el peso de una manta suave y calentita, que sube hasta mi cuello. Cuando el sueño está a punto de llevarm
Llegamos a Bhuda cuarenta y cinco minutos después. Hemos tenido que esperar a que Antonio se arreglara...Es la primera vez que lo veo, pero si tuviera que apostar diría que no es el tipo de mi amiga, a ella le gustan Adonis salidos de revistas de moda, y este chico es de lo más corrientillo tirando a feo...Cejas depiladas, crema por toda la cara y pantalones pitillos. No se que le ha visto Marta, rubia, ojos azules y delgadísima.Lo primero que hago al llegar es buscar a Hugo. Está en la barra, mirando hacia la puerta.Me recibe con su simpatía de siempre-Que guapa estas- afirma mientras coloca un beso en mi mejilla.-Gracias -musito avergonzadaMe giro en busca de Marta pero no está, al final la localizo en una íntima mesa para dos.-Me acaban de dar plantón- bromeo señalando hacia mi amiga.-Entonces es una suerte que esté yo aquí -continúa con mi broma - me alegra que estés mejor .Sabía que tenía que llegar el espinos
-¡Estas loco!-balbuceo con agua en la boca .Apoyo mis brazos sobre sus hombros, intentando hundirle pero no se deja, sabe mantenerse a flote bastante bien.Cuando decide que el juego se ha terminado rodea mi cuerpo entre sus brazos, sintiendo todos sus músculos contra mi piel y nos hace a los dos una pequeña ahogadilla. Podría haberme sentido encerrada, atrapada en esa jaula dura y fibrosa pero no es así, la dulzura y ternura con la que me trata provoca que quiera esos brazos tocándome, acariciándome, haciéndome sentir de nuevo.Nado hasta el bordillo de una forma un tanto ortopédica, se nadar pero, no soy ninguna lumbreras.Hugo me sigue, nadando a mi vera, riéndose, no se si por mi forma de intentar mantenerme a flote o por las pintas que debo tener.- Vamos a secarnos antes de que te resfríes -dice mientras me tiende una mano para ayudarme a salir.-No se si te h
Cuando abro los ojos, lo primero que veo son las ascuas rojizas de la chimenea que todavía desprende un ligero calor.Siento como mi cabeza sube y baja con la lenta respiración de Hugo.-Buenos días bella durmiente- saluda mientras se incorpora y yo, con él.-Buenos días- murmuro aun adormilada.-No sabia que una preciosidad como tu podía roncar-bromea.-Yo no ronco - afirmo arrugando las cejas.-Si lo haces .Se levanta de un salto. Escucho su risa baja;esa que puede hacer que olvide mis peores pesadillas.La puerta de la calle suena. Una mujer de mediana edad aparece en el umbral.-Buenos días señor - saluda formalmente.-Buenos días Leti, no me llames señor,ese era mi padre, esta es Lisa.-Encantada de conocerla Leti - camino hasta ella para darle un par de besos.- Igualmente señorita-dice de forma amigable con una incipiente sonrisa en el rostro.-Lisa por favorCabecea un par de veces y sale di
Han dispuesto toda la planta repleta de mesas, en los extremos unas barras para pedir bebidas, también hay dos grandes balcones adornados con el máximo gusto para los que quieran salir a fumar.Nos recibe un hombre mayor muy amable, que va recogiendo los abrigos para llevarlos al guardarropa. Hugo sigue sin hablarme. No entiendo nada, ha sido tan atento y tierno que no comprendo este cambio de actitud, a menos... que se haya arrepentido de invitarme..-¿Quieres algo de beber?-pregunta con un tono indiferente. Su cara una mascara con la mandíbula rígida.- Lo que quieras, gracias- musito algo acobardada por su actitud.Camina hacia la barra donde varios camareros esperan que los invitados hagan sus peticiones. Pocos minutos después reaparece con dos copas de champan. Me tiende una de las copas.-Gracias.-No hay de que.Una mujer que bien podría tener la edad de mi abuela sujeta un micrófono, imagino que es la anfitriona. Ll
Hugo busca mis labios y mi lengua de forma desesperada, juguetea con ella dentro de mi boca. Sus manos descienden por mi cuello hasta la espalda apretándome contra él. Siento su duro pecho contra el mío, su respiración cargada de deseo descontrolada. Continúa bajando las manos y con un soberano esfuerzo separo nuestras bocas, pego mi frente en su barbilla respirando con dificultad por la excitación.-No... no puedo -titubeo colocando las manos sobre su pecho para poder mantener la distancia de seguridad.-Está bien, lo entiendo- cierra los ojos procurando serenarse.Los próximos minutos los dedicamos a tranquilizarnos, a calmar la respiración.-¿Quieres cenar algo?-pregunto sin saber la comida que tengo en casa, no he estado comiendo mucho últimamente.-Si, me muero de hambre ¿Qué tienes?Voy hasta la cocina abro armarios y la despensa para terminar delante de la nevera. No me he dado cuenta de que Hugo había llegado hasta mi, junto a mi espalda y