Capítulo 15: Sed de sangre.

―Erika, sal del maldito coche ―gruñó y me obligó a salir del coche de un tirón, tomando mi mano con posesión.

Me enfrenté a la vista del edificio, se sentía más grande e imponente, como si fuera a caerse sobre mí.

Inconscientemente, apreté su mano. Él aprovechó la acción para hacerme avanzar.

―¡Derek, por favor! ―supliqué.

Entramos en el edificio. Apenas dimos un paso cuando el silencio cayó sobre nosotros, decenas de cuellos giraron en nuestra dirección.

Derek me susurró con una sonrisa calculadora:

―La última vez que estuviste aquí fuiste humillada, golpeada, despedida y saliste huyendo. ¿Quiere qué te vean derrotada ahora que volviste?

Sus palabras me chocaron y algo hirvió en lo profundo de mi pecho. Tomé aire y levanté el mentón, desafiante. Mi cuerpo se sentía ligero, sin fuerza, pero necesitaba que estas personas vieran lo contrario. Avanzamos entre los murmullos y miradas perspicaces. El ascensor se abrió, estaba repleto de personas; nos miraban estupefa
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