Capítulo 11: Injusticia.

Mantuve la mano en mi cartera, escondiendo el anillo. Entré y saludé a mis compañeros con normalidad.

Por suerte, Derek había guardado la cartera que había llevado a la boda.

Al llegar al último piso me recibió el silencio absoluto. Pasé junto a los cubículos diminutos acomodados unos junto a otros. Uno que otro compañero me saludó, otros tenían la cabeza metida en la computadora y otros rezaban en voz baja para acabar con esta miseria llamada empleo.

A diferencia de los demás pisos que tienen la libertad de charlar, sonreír y descansar, nosotros no poseíamos ese privilegio. No cuando compartimos piso con la ladrona de felicidad.

Los pies me pesaban al acercarme aquella oficina. Odiaba que mi escritorio estuviera junto a su oficina y que lo único que nos separaba era la pared de vidrio.

Traté de hacer mis cosas con normalidad. Me costaba realizar las actividades priorizando una mano. Al redactar una carta en la computadora para nuestro nuevo socio, la bruja roba
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