Mientras tanto en la habitación de Cándida, todavía se encontraban Emperatriz y Rogelio tratando de calmar a Margarita y al mismo tiempo consolando a Cándida que no había parado de llorar desde que se había enterado de que la nana que la había cuidado desde que era una recién nacida, era en realidad su verdadera madre.

Rogelio en vista de que las cosas no mejoraban y Cándida no quería salir de su crisis nerviosa, no le quedó otra alternativa a que decir:

— Creo que en esas condiciones tú no puedes bajar a casarte, así que pienso que lo mejor es que se suspenda la boda hasta nuevo aviso.

Cándida enseguida se levantó de la cama con todo el maquillaje destruido y las lágrimas corriendo por su rostro, mientras miraba a Rogelio furiosa y le decía:

— ¡Pues claro que no! No voy a permitir que suspendas mi boda y mucho menos por esta sirvienta cualquiera.

Rogelio molesto le alzó la mano para darle una bofetada y callarla, no iba a permitir que siguiera ofendiendo a Margarita de esa