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Mabel lloraba, sin poder dejar de mirarse el abdomen. Cada vez que lo hacía, los recuerdos regresaban a su mente, provocando una profunda desazón. Pasaba de sentirse regular un día, a verse sumida en una profunda tristeza al siguiente, como si estuviera en un constante vaivén emocional sin encontrar estabilidad. Los sucesos de aquella noche se repetían una y otra vez en su cabeza, sin encontrar forma de sacarlos de allí.

Se retorcía entre sollozos desesperados, sin poder contener el llanto que brotaba incontrolable de sus ojos, empapando la almohada. Cada día se despertaba sintiéndose huérfana, atrapada en un dolor que la consumía y la hacía sentir infeliz. Incluso la presencia de Burhan, que solía reconfortarla, no era suficiente para llenar el vacío que sentía en su interior. Se sentía demasiado dependiente de él, y eso la perturbaba profundamente.

Después de secarse el rostro, Mabel tomó una ducha y se vistió con cuidado. A pesar de haber descuidado su apariencia durante mucho tiem
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