—Hola, señorita Romanov. ¿Al fin dejaras de usar esos andrajos? Debo admitir que me sorprendiste con tu nuevo estilo, pero aún te falta para estar a la moda. —Vete a la mierda —despotricó con enojo. Georgia no contenta con su respuesta, buscó adrede de tocar su cabello, pero la reacción incontrolable de Mabel fue volcar su chocolate batido sobre la ropa de la molesta joven. Los presentes en la cafetería se quedaron viendo la escena con sorpresa. En la boca de la.aofendids Palacios se formó un círculo y sus ojos se abrieron con demasía para luego chillar como animal, por supuesto, bastante dramatismo de su parte que parecía una trastornada. —Eso es para que me dejes en paz —soltó la joven levantándose, dispuesta a dejarla ahí, pero en medio de todo, Georgia no iba a dejar las cosas así, de modo que la tomó por su corto cabello tirando de ella y luego intentó golpearla. La pelea había iniciado y Mabel no se quedó de brazos cruzados, logró igualarla y tirar de su cabello hasta hacerla
Ella bajó la cabeza y se rompió en llanto. La reacción de Burhan fue acercarse y rodearla con su cuerpo, transmitiendo protección a través de su gesto, lo que la calmó poco a poco. La tormenta emocional en su interior se detuvo, las lágrimas dejaron de caer y ella suspiró varias veces, encontrando tranquilidad al estar cerca de él. Con un beso cariñoso en sus cabellos, Burhan le hizo sentir querida y se apartó para mirarla a los ojos.Esa conexión sencilla trajo a su mente una cascada de recuerdos. Burhan le acarició la mejilla antes de limpiar gentilmente sus lágrimas y ella le confesó sus miedos en un susurro entrecortado.—Tengo mucho miedo, Burhan. Necesito tu ayuda, no puedo enfrentar esto sola. Ni siquiera mi mamá ni mi padrastro lo saben todavía, solo mi abuela —murmuró, sintiendo la aprehensión en su garganta.Los ojos de Burhan se llenaron de lágrimas, mostrando una vulnerabilidad que sorprendió a la joven. La confirmación del embarazo había desencadenado una oleada emocional
Después de pasar la vergüenza de nuevo al contarle a la directora. Pudo obtener sus papeles y como era mayor de edad, la directora le dio la chance de que le contara a sus padres sobre su retiro de la secundaria, además le deseó lo mejor y su anhelo porque luego continuara sus estudio, tanto en Bradford como en otra secundaria. Respecto al padre de su bebé, la mujer ya se hacía a la idea de que podría ser algún muchacho de la secundaria. No le pasó por la cabeza aquel podría tratarse del profesor Al-Mansour, eso era inimaginable. —Muchas gracias por todo. Afuera, anduvo por el pasillo con prisa, ya la zona estaba desolada y pudo moverse con tranquilidad. Recordó que Burhan la esperaría, por lo que se dirigió al estacionamiento y buscó entre los autos el suyo. Ahí estaba él cerca de un deportivo negro, recostado del auto. Suspiró direccionando sus pasos hacia él. Burhan la vio y de inmediato le abrió la puerta de copiloto. Afortunadamente no había nadie por ahí y pudo meterse en e
Ninguno de los presente podía dar crédito a lo que decía ella. Y lamentablemente la joven no tendría de su parte bonitas palabras en las que pudiera refugiarse. Estaba sola en ese momento, se miró las manos y finalmente se cubrió el rostro cayendo de rodillas al suelo. El quiebre fue inmediato, los sollozos no se detenían. Se escucharon maldiciones, la voz cargada de enojo de Giselle que fue detenida por el propio Adrick por petición de se padre. Y ella fue recogida por su padrastro, quien la elevó por los hombros, pero sus brazos jamás la rodearon. Cómo era de esperarse, no encontraría en apoyo en ninguno, solo reclamos, regaños por haber quedado embarazada a esa edad, por romper las reglas. —Hablaremos, lo haremos como personas civilizadas —le dijo, en un tono que destilaba dureza. A duras penas asintió. Lo siguió, al otro salón, al enorme living, se sentía tan pequeña, tan expuesta y vulnerable. —Lo siento, lo siento mucho —no dejaba de disculparse por eso. Un error, una grave
—¿Tienes hambre? —preguntó cuando la sintió moverse. Libre de un parpadeo, negó con la cabeza. Burhan no insistió, no deseaba presionarla, así que respetó su decisión. No es que estuviera de acuerdo con que comiera poco, pero hoy se lo dejaría pasar. Él no había comido, y no tenía mucho apetito, pero comió un poco. Se hacía tarde, la joven continuaba dormida en el sofá, pero no era su intención que pasara toda la noche ahí. La movió un poco para que despertara, se negaba a hacerlo lanzando quejas por doquier.—Por favor...—No, tengo sueño. —Vamos, Mabel, te llevaré a la cama —comentó levantándola y dándole la mano, para que avanzara con él, pero en lugar de dársela lo abrazó fuerte. Ya no parecía tan dormida. —Deja que duerma contigo, Burhan —emirió casi en un ruego —. No quiero quedarme sola. —Bien, ahora vamos —aceptó. No le negaría nada a esa joven frágil, era lo menos que estaba haciendo. —Gracias —susurró. Solo así empezó a caminar a su par, durante el trayecto la sostuvo
—Le prometí a mi abue que la llamaría, debo hacerlo o creerá que no estoy a salvo —mencionó inquieta, ya buscaba su número para marcarle. —Claro, avísale. Y déjale saber que puede venir cuando guste —lo informó él, afable. —De acuerdo, yo le digo —sin alejarse para hablar con Lili, atendió ahí mismo, al lado de Burhan. —Abuela...—Oh, mi niña. ¿Estás con Burhan? —cuestionó con un tono que dejaba notar su preocupación latente. —No, estoy bien, con Burhan, abuela duerme tranquila, estoy a salvo aquí. Y Burhan dice que puedes venir a verme, cuando puedas —añadió ansiosa porque en serio la visitara. Ya la echaba mucho de menos. —No sabes cuánto me alivia saber que lo estás, me deja aliviada saberte bajo un techo, con Burhan. Agradécele de mi parte todo lo que está haciendo por ti, pronto iré a verte. Deja que las cosas aquí se calmen. Sí, se había desatado una tormenta, ella ya dejado atrás ese mal tiempo, pero en casa, todo completamente igual. Un nuevo día llegó, despertó con la
Solo esperaba que sí pudieran progresar, que esa pasión hecha un querer no se truncara a eso, a un te quiero, que fuera más allá hasta cruzar el te amo. Y aguardaba también que el árabe le platicara más sobre su familia, para ser justos, lo merecía, ya ella le había contado sobre ella y lo que había pasado. Pero tal parecía que por su cuenta, él no se animaría a decirle más, ¿es que sí era hermético? Cuando salió de la ducha, se asemejó a una pasa, estar expuesta al agua, le arrugó la piel. Tiritando se enrolló en una toalla. Como él no le dijo sobre otra ropa para ella, se metió en su vestidor. La dejó sin palabras ver la cantidad de ropa que tenía, el orden, nada fuera de lugar. Parecía una boutique. Con suerte logró encontrar una camisa grande y ponérsela. Si le permitió usar una anoche, no creía que le molestara que usara otra suya. Lo malo es que no tenía ropa interior y se le hacía un poco incómodo estar así, con solo la camisa. Al menos le cubría el trasero. Ya era tarde, por
Se quedó rebuscando entre las bolsas. Todo de marca, sin dudas. Vestidos, camisas, pijamas, calzado cómodo y ropa interior. Efectivamente, era su talla. ¿Cómo lo supo? Se sonrojó solo de pensarlo. Mabel tomó aire y siguió revisando. Admitía que tenía buen gusto para esas cosas, todo le gustaba. Debió de haberse gastado una fortuna en todo eso, pero seguramente eso no era mucho para él. El hecho de que se tomara el tiempo de ir de compras era algo que agradecía. Se enterneció al encontrar en una de las bolsas ropa maternal, y su mirada se cristalizó. Todo lo que tuviera que ver con esa etapa la ponía muy sentimental. Se sentía débil y tonta por llorar por cualquier cosa. Se quitó las lágrimas del rostro con el dorso de la mano y se esforzó por no caer en las garras del llanto. La tela era suave, de color rosa palo, transmitía calma, al igual que el azul pacífico. Se enamoró de la ropa. Además, había varios camisones de seda y quiso probarse uno. Subió a la habitación y cerró la puerta.