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—¿Tienes hambre? —preguntó cuando la sintió moverse.

Libre de un parpadeo, negó con la cabeza.

Burhan no insistió, no deseaba presionarla, así que respetó su decisión. No es que estuviera de acuerdo con que comiera poco, pero hoy se lo dejaría pasar. Él no había comido, y no tenía mucho apetito, pero comió un poco. Se hacía tarde, la joven continuaba dormida en el sofá, pero no era su intención que pasara toda la noche ahí. La movió un poco para que despertara, se negaba a hacerlo lanzando quejas por doquier.

—Por favor...

—No, tengo sueño.

—Vamos, Mabel, te llevaré a la cama —comentó levantándola y dándole la mano, para que avanzara con él, pero en lugar de dársela lo abrazó fuerte. Ya no parecía tan dormida.

—Deja que duerma contigo, Burhan —emirió casi en un ruego —. No quiero quedarme sola.

—Bien, ahora vamos —aceptó. No le negaría nada a esa joven frágil, era lo menos que estaba haciendo.

—Gracias —susurró. Solo así empezó a caminar a su par, durante el trayecto la sostuvo
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