—Wow… eso fue realmente maravilloso —murmuró Kairi, finalmente decidiéndose a decir algo, acariciando con cariño el pecho de su esposo. —Me alegra que te gustara… —Le acarició el cabello con suavidad—. Entonces… A pesar de lo que pasó entre nosotros, ¿seguimos siendo amigos? ¿Solo amigos?—Yo… sí, creo que eso es lo mejor. —Probablemente lo que sentía por él era amor, pero no estaba segura y por mientras quería ir lento en cuanto la etiqueta que definía su relación. Aunque eran marido y mujer, eso era más por el bien de sus reinos, nunca actuaron como tal, y ahora, dejando aparte el aspecto sexual, prefería intentar ser solo amigos, más como una prueba antes de… antes de comportarse como un verdadero matrimonio, algo que jamás pudieron ser. —N-no hablemos de esto —exclamó con nerviosismo, alejándose un poco de él para tomar distancia y no sentirse tan a su merced—. Intentemos… intentemos ser amigos. ¿Eso está bien para ti, mi rey?—Por supuesto… —Suspiró, también tomando cierta di
Al volver con los demás y recuperar a su hija, alejándola de su consentidora tía, Tristan les pidió que se adelantaran a sentarse en los jardines y él las alcanzaría en un momento porque tenía algo que hacer, aunque no quiso decirle qué.Se entretuvo sentada a la sombra de los árboles teniendo una pequeña conversación con su niña para tratar de ayudarla en su pronunciación con algunas palabras difíciles que le costaban por al menos media hora, antes de que oyera pasos acercarse y viera a su marido llegar con dos sirvientes cargando bandejas y jarras de jugo. Él sorprendentemente también cargaba con una bandeja y una jarra, y parecía venir discutiendo algo con los sirvientes.—Aun así no necesitaba ayuda. ¿Cuándo han visto en toda mi vida que se me cayera algún plato? —se venía quejando él con esa actitud adorable suya de niño mimado.—Lo sabemos, majestad, lo sabemos. —Rio afablemente uno de los sirvientes, que era un hombre de edad avanzada—. Siempre fuiste un niño que no rompía ni u
Entre las ocupaciones de su marido y las travesuras de su hija, Tristan y Kairi no podían pasar mucho tiempo juntos, y pronto llegó el día de la boda causante de tanto revuelo y alboroto en el palacio. Ella como la reina sería la anfitriona de la novia, y debía supervisar que estuviera cómoda y todo eso, un tema para el que Meredith la preparó muy bien. —Después de que muriera la antigua reina, yo me encargué de ser la anfitriona de todas las bodas importantes —le contó, con una sonrisa orgullosa—. De la antigua reina aprendí cómo no tratar a los novios. Ella era una pésima anfitriona, siempre quería que todos la sirvieran y adoraran, a pesar de que su deber fuera atender a los novios. “Hmm, pésima madre, pésima reina y pésima anfitriona, no me sorprende”, pensó Kairi, pero prefirió no decirlo en voz alta. —Lo más importante es que siempre los hagas sentir bienvenidos —dijo Meredith, siguiendo con sus lecciones—. Y claro, no olvidar que este es un día muy especial para los novios
Suspiró sintiendo a su hijita enredar sus bracitos alrededor de su cuello y apoyar su cabecita en su hombro, aburrida por el evento a pesar de que ahora estaban tocando música para que las parejas bailaran. Acarició sus cabellos blanquecinos con una mano distraídamente, mirando a su esposo entre el gentío hablando con la gente importante.—¿Qué haces? —Meredith se apareció a su lado de repente—. Eres la reina, tienes que estar con tu marido.—Pero Shiry tiene sueño y… —Yo la cuido. —Se la quitó de los brazos sin darle tiempo a quejarse—. Ahora ve con él. Kairi la miró disgustada, pero acabó cediendo y fue a buscar unas copas de vino para llevarle a su esposo, como excusa para acercarse a él tan de la nada. Mientras se acercaba a su esposo y los hombres ancianos con los que hablaba, de repente notó a una chica joven y bonita acercarse a ellos casi corriendo, tropezándose de forma completamente falsa como excusa para agarrarse al brazo de Tristan. —¡Majestad, como lo siento! —Pegó
Sus labios se fundieron en un beso abrasador, lento, pero intenso, un beso que los hizo consumirse en deseo mientras las manos masculinas se deslizaban con tortuosa lentitud sobre los muslos femeninos. Tristan, olvidándose de la lentitud, profundizo el beso y movió su lengua ferozmente contra la de ella, que ahora gemía descontrolada, comenzando a sentir un gran aumento de la humedad entre sus piernas, lista una vez más para él. Las manos de su marido se deslizaron desde sus muslos hasta sus pechos, que apretó levemente antes de comenzar a masajearlos, aun por encima de la tela de su vestido, haciendo a Kairi gemir complacida y bajar su mano por su abdomen musculoso hasta llegar a su miembro, buscando endurecerlo otra vez moviendo su mano de un lado a otro, frotándolo con ganas de acelerar las cosas. Él gruño contra su boca y, antes de que Kairi pudiera siquiera notarlo, ya estaba debajo de él, que en un abrir y cerrar de ojos le quitó toda la ropa.La mujer jadeó cuando su esposo be
A la mañana siguiente, despertó por unos golpes en la puerta, cosa que la hizo sentarse de golpe, sobresaltada, al igual que Tristan, que además estaba muy despeinado y con los ojos medio cerrados todavía. —¡¿Kairi?! —gritó Meredith desde el otro lado de la puerta—. ¡¿Por qué la puerta está cerrada?! ¡Elvia y yo te traemos a tu linda Shiry que quiere volver con su mami! —¿Cerraste la puerta? —le preguntó a Tristan en un susurro, a lo que él asintió, luciendo culpable. —No creí que quisieras que nos vieran juntos… ¿O sí? —Bueno, no, pero… —¡¿Mamá?! —El llamado de su hija detrás de la puerta la hizo sentir culpable y rápidamente se levantó y empezó a vestirse. —¿Qué hacemos? —preguntó Tristan, nervioso. —¿Y qué más podemos hacer? —Lo miró exasperada—. Escóndete en el armario, que no te vean. —Pero… —¡Ahora, Tristan! —le gritó en un susurro. Él, aunque viéndose indignado, al final le hizo caso y se metió en su armario, haciéndose espacio entre sus vestidos. Kairi tuvo que ag
Elvia y Meredith la tomaron de las muñecas y por las próximas dos horas la arrastraron por todo el palacio.Hablaron con Neid, que se comprometió a encargarse de hablar con los sirvientes para que les dieran toda la privacidad posible. También hablaron con Lord Shawn, y Meredith lo sobornó con vino de alta calidad para convencerlo de asegurar que el rey tuviera libre toda la noche del día siguiente. —Ah, nunca me niego a un buen vino —aseguró Lord Shawn, con una gran sonrisa, casi babeando sobre la botella que Meredith acababa de entregarle—. Aunque será difícil, saben que el rey ama demasiado el encerrarse a trabajar. Muchos lo llaman adicto al trabajo, pero si es por estar con su adorada reina seguramente no tendrá ningún problema en olvidarse de sus papeles por una noche. ¿Ya se lo han dicho?—No, yo se lo diré mañana luego de que los demás se vayan —dijo Kairi, mordiéndose el labio porque la verdad era que este plan de Meredith y Elvia la ponía muy nerviosa.Luego de eso, Kairi h
Aún le quedaban unas horas antes de tener que empezar a cocinar la cena, así que por mientras Kairi quería elegir un atuendo adecuado para la velada.Buscó en su armario un vestido que la convenciera, pero ninguno le parecía suficiente para contentarla, por lo que decidió hacer algo que siempre odió hacer y que normalmente solo hacía cuando era arrastrada por su querida hermana: ir de compras. Su secretamente malvada hermana con cara de ángel ya hace tiempo que venía intuyendo que ella acabaría cayendo por Tristan, y rayos que tuvo razón, pero el punto no era ese, el punto era que Shirley le recomendó en una de sus visitas una tienda de Lennox donde vendían vestidos muy elegantes y un tanto atrevidos para la nobleza, hasta le dejó una nota con la dirección para que fuera a visitar esa tienda algún día, convencida de que alguna vez iba a necesitar un vestido de esos. Odiaba darle la razón, pero era necesario por esta ocasión. Sacó la nota de un rincón escondido de su armario y oje