Fantasear

Entre las ocupaciones de su marido y las travesuras de su hija, Tristan y Kairi no podían pasar mucho tiempo juntos, y pronto llegó el día de la boda causante de tanto revuelo y alboroto en el palacio.

Ella como la reina sería la anfitriona de la novia, y debía supervisar que estuviera cómoda y todo eso, un tema para el que Meredith la preparó muy bien.

—Después de que muriera la antigua reina, yo me encargué de ser la anfitriona de todas las bodas importantes —le contó, con una sonrisa orgullosa—. De la antigua reina aprendí cómo no tratar a los novios. Ella era una pésima anfitriona, siempre quería que todos la sirvieran y adoraran, a pesar de que su deber fuera atender a los novios.

“Hmm, pésima madre, pésima reina y pésima anfitriona, no me sorprende”, pensó Kairi, pero prefirió no decirlo en voz alta.

—Lo más importante es que siempre los hagas sentir bienvenidos —dijo Meredith, siguiendo con sus lecciones—. Y claro, no olvidar que este es un día muy especial para los novios
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