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Capítulo 2: Quédate conmigo

     Por unos segundos los dos nos quedamos paralizados, ella con sus hermosos ojos grises me mira sin saber que hacer, ni que decir, se supone que por mi edad yo soy el más maduro, pero no es así, ella es la que toma el control de la situación.

     —Buenos días profesor disculpe mi retraso.

     —Buenos días señorita.

     —Solange, me llamo Solange.

     Aprovecho esos segundos para reaccionar y tomar el control de la clase, me dirijo a todos los alumnos, en primer lugar me presento como su profesor de Literatura, les señaló las normas que deben seguir en el salón, e inicio mis labores del día.

     Durante todo el curso de la clase Solange no deja de mirarme, por supuesto en otro momento lo hubiese tomado como normal, es lógico que el alumno mire a su profesor, pero como hombre sé que esa mirada no es de alumno a profesor y eso es muy inquietante, como nunca miraba mi reloj de muñeca, esperando con ansiedad que termine la clase.

     Quiero salir corriendo del salón, esa mirada me perturba, pero me agrada, se siente bien cuando unos ojos tan hermosos te miran de esa forma con ganas de desnudarte, pero no puedo perder mi postura de profesor.

     Al finalizar la clase todos salieron del salón, Solange se queda un rato esperando que todos salgan, luego con pasos lentos se dirige a mi escritorio, yo la miro por encima de mis anteojos de lectura.

     —Samuel, yo no sabía que eras mi profesor de Literatura, estoy tan sorprendida como tú.

     —Señorita Solange, acá soy su profesor, espero que entienda eso.

     —Por supuesto lo entiendo perfectamente, espero que usted tampoco lo olvide.

    Toma su bolso y sale del salón, la miro al salir, me quedo observando su cabellera que le cae en su cintura, su piel blanca que hace contraste con el color negro de su pelo, tiene un hermoso cuerpo, indudablemente que es hermosa y sobre todo muy joven, eso no puedo olvidarlo.

     Tomo mi maletín y me retiro del salón, en el pasillo están todos los alumnos, la busco y la veo conversando muy animada con uno de los estudiantes del último año, él la mira con cara de embobado mientras le retira un mechón de pelo que le cae sobre su frente.

     Eso no me gusta, cierro mis ojos momentáneamente como queriendo borrar la visión y camino por el pasillo bajo la mirada expectante de todas las chicas, hasta un silbido escucho cuando estoy pasando.

     Solange me ve, pero de inmediato desvía la mirada y sigue animadamente hablando con el joven.

     ¿Qué me pasa? ¿Por qué estoy molesto? ¿Acaso estoy celoso?

     Así, molesto como estoy,  aún contrariado voy a buscar a mi hija al colegio, para llevarla a su casa, este es uno de los beneficios que Ivanna aún no me ha quitado.

     —Sin darme cuenta, me robo una de las luces del semáforo, cosa que nunca hago.

     —Papá, ¿qué te pasa?, tengo rato hablándote y no me escuchas.

     —Disculpa hija estaba distraído, ¿cómo te va en la escuela? 

     —Estoy bien, aunque he bajado un poco las calificaciones.

     —¿Y eso por qué?

     —Ya no tengo tu ayuda.

     —¿Y tu mamá?

     —Ella casi nunca está en la casa y a veces llega oliendo a alcohol.

     —La otra noche no podía dormir y la escuché cuando llegó, ella no me vio, pero yo sí, vi que un señor moreno la llevó hasta la habitación y allí se quedó con ella por un buen rato.

     —Tienes que prometerme que no te vas a volver a levantar en la noche.

     —Pero si toca la puerta, porque a veces se le quedan las llaves.

     —Para eso está la Nana, en caso que se le hayan quedado las llaves la Nana le abre.

     —Está bien papá, no me levanto más.

     Qué broma con Ivanna, volvió a lo de antes, ahora debería cuidarse por Mia, pero a ella como si no le importa, yo pensé que con el nacimiento de su hija, y el tiempo que  estuvimos juntos, eso  la iba a motivar para cambiar, pero no fue así.

     Esta semana en la universidad fue terrible, trato de evitar a Solange, paso mi tiempo libre en la biblioteca, o bien en el salón donde se reúnen los profesores, esto lo hago para no encontrarla en los pasillos, pero si de casualidad logro toparme con ella, siempre la veo acompañada del joven del último año.

     Termina la semana sin hablar con Solange, me voy al hotel, allí en mi habitación me relajo, que felicidad se siente llegar allí y estar en sana paz, es viernes por lo tanto decido, tomar una ducha, ver un rato la TV y luego planificar las actividades de la próxima semana.

     Cuando regreso del baño, miro mi celular y me doy cuenta que tengo una llamada perdida de Antony.

     Decido llamarlo, para saber el motivo de su llamada.

     —Buenas noches Antony, veo que tengo una llamada perdida tuya.

     —Si amigo, es para hacerte una invitación, ¿qué estás haciendo?

     —Estoy trabajando en mi habitación.

     —Bueno deja eso para mañana, Margorie está de cumpleaños, un grupo de amigos queremos celebrarlo, te voy a enviar la dirección del sitio donde vamos a estar.

     —Pero Antony estoy trabajando, no sé si podré ir, tengo trabajo atrasado.

     —Claro que puedes, además tú no eres hombre de tener trabajo atrasado, lo que pasa es que te gusta la perfección, por eso te tardas en la realización de una actividad, pero siempre la entregas a tiempo, mira que te conozco y sé cómo eres, además no le puedes hacer esto a Margorie, Solange también está invitada, ya te envío la dirección.

     "Solange también está invitada", porque mi amigo me diría esto, bueno Samuel será mejor que te quedes en tu cuarto, así evitas cualquier cosa, además si no voy al cumpleaños de Margorie a Solange le va a dar igual, total toda la semana ha estado coqueteando con Raúl, creo que así es que se llama el joven.

     Doy vueltas por la habitación, prendo la TV, luego me siento a trabajar, pero no puedo, la cara de Solange la veo por todos lados.

     Voy al baño me doy otra ducha y comienzo a vestirme, sin pensar mucho lo que estoy haciendo tomo las llaves de mi auto y me dirijo a la dirección que me envió Antony.

     Es un lugar muy bonito, tienen música en vivo y un espacio para bailar, al llegar el mesero me conduce a la mesa donde están todos.

     —Amigo, pensé que ya no venías.

     Me acerco a La cumpleañera para felicitarla, a su lado está Solange, está hermosísima sus grandes ojos grises hacen juego con su belleza.

     —Buenas noches Solange.

     —Buenas noches profesor Samuel.

     —¡Qué! ¿No me digas qué él es tu profesor?

    —Sí, mi profesor de Literatura.

     —¡Caramba! Qué chiquito es el mundo.

     —Bueno aquí olvídense que son profesor y alumno, este es el cumpleaños de Margorie y vinimos a celebrar.

     Antony me sentó al lado de Solange, como éramos muchos todos estábamos un poco pegados.

     Empecé a beber whisky, Solange también, uno de los invitados se la lleva a bailar, momento que aprovecha Antony para sentarse a mi lado

     —Samuel, ¿cómo va todo?

     —¿A qué te refieres?

     —A lo tuyo con Solange, conmigo no puedes disimular, eso se ve de anteojitos que ella te gusta y tú por supuesto le gustas a ella.

     —Por Dios Antony, no te das cuenta de la diferencia de edad que hay entre nosotros, ella puede ser mi hija.

     —Pero no lo es.

     —Amigo, a usted se le olvida que yo soy un hombre de cuarenta y dos años y además tengo una hija.

     —No, no se me olvida, tampoco se me olvida que tú haces más de diez años que dejaste de amar a una mujer, todavía no me explico las razones por las cuales tardaste tanto en separarte de Ivanna.

     —Tenemos una hija.

     —Esa no es una razón para mantener una relación, el amor es el motor principal y ustedes hace mucho tiempo que dejaron de sentirlo el uno por el otro.

     Amigo eso que tú tenías no era vida, tú el hombre recto, en la universidad todos los profesores te admiran por tu disciplina, eso a mí me consta, recuerda que por un tiempo fui tu colega, resulta que en el trabajo eres  perfecto, pero tu casa, tu familia era  un perfecto desorden, y no me digas que no es así porque soy tu amigo de años y te conozco.

     Me quedo callado y mi mirada busca a la joven de ojos grises que está bailando, a la vez que baila ríe a carcajadas y esa risa me invade todos mis sentidos, es como una lluvia refrescante que calma mis nervios, esa calma no me permite pensar, sólo quiero que esa risa me haga olvidar aunque sea por un momento que soy mayor que ella.

     —Te das cuenta, conmigo no puedes disimular, déjate llevar, todavía te quedan muchos años por vivir, tú tienes derecho a ser feliz, sé que no será fácil, pero busca tu felicidad, puede que sea con Solange o con otra, no sé, pero no te engañes a ti mismo reflejando un orden y un control que no tienes.

     —¿Y qué pasó contigo? Cuando te fuiste de aquí te estabas divorciando.

     —Me divorcié, no hubo problemas a la hora de divorciarme, llegamos a un acuerdo para ver a mi hijo y ahora me voy a volver a casar. 

     Tú tienes una ventaja ya que no estás casado.

    Bueno amigo esta conversación la dejamos hasta aquí, allí viene Solange, te dejo con ella, vamos resuelve, tú siempre has sido el sabelotodo, eso sí, piensa bien en todo lo que te he dicho y no dejes que la edad te confunda, mírame a mí, claro yo soy un poco menor que tú y Margorie es mayor que Solange, pero amigo en el amor no hay edad.

     Solange se acerca a nosotros, de inmediato Antony se levanta y le cede el puesto a mi lado.

     Se sienta y sonríe.

     —¿Profesor la está pasando bien? 

     Me quedo mirándola y con mi mano le seco el sudor de su frente, mi mano baja hasta su mejilla y allí se detiene.

     —Disculpe, el baile me hizo sudar.

     Retira mi mano de su cara y la coloca sobre la mesa, luego se levanta, sin detenerme a pensar le sujeto la mano.

     —Por favor no te vayas.

     Me mira con sus hermosos ojos y me dice.

     —¿Está seguro profesor, no quiere que me vaya?

     —No, no quiero que te vayas, quédate conmigo.

     

   

    

 

     

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